"Contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a sumar cuarenta y nueve años. Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el séptimo mes; el día diez del mes -- el día de la expiación -- haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra. Así santificaréis el año cincuenta y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus habitantes. Ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia." (Lev 25:8-10)
"Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestra tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios." (Heb 12:1-2)
Por 50 años nos hemos juntado en asambleas del Consejo Mundial de Iglesias en respuesta a la oración de Jesús de que seamos uno.
En Amsterdam reconocimos el desorden de la humanida en relación a tus designios para el mundo. Tu has deseado la gloria de un mundo reconciliado contigo y en armonía con toda la creación. Nosotros seguimos aguardando con esperanza.
Evanston insistió en Aquel que es por siempre el camino de vida: Jesucristo, la esperanza del mundo. Clamamos nuevamente por esa esperanza, esperanza costosa, crucificada y resucitada en poder ante nosotros Gloria sea a Cristo, el nombre que es sobre todo nombre.
En Nueva Delhi la llama de Tu vida entre nosotros: Jesuscristo, la luz del mundo. Luz que algunas veces titila, otras resplandece, luz que vence las tinieblas dando calor al frio de nuestras almas.
En Uppsala levantamos nuestros corazones proclamando tu promesa: "He aquí yo hago nuevas todas las cosas". La visión de cielos nuevos y una nueva tierra, amaneciendo en gracia entre nosotros, llamándonos a la fe ante la mediocridad de nuestras vidas.
En medio de la vida de Nairobi nos atrevimos a cantar: "Jesucristo libera y une". Gente de todo el mundo reconoció ante Ti, oh Dios, esclavitudes y desuniones anhelando esa divina posibilidad.
En Vancouver nos reunimos compartiendo la fe de que Jesucristo es la vida del mundo. Afirmamos la derrota de la muerte que refleja tu gran victoria, hecha realidad ante todas las naciones.
Ven espíritu Santo, renueva toda la creación fue nuestro pedido en Canberra. Tu, y sólo Tu, oh Dios eres la fuente de nuestra renovación. Nos inclinamos humildemente anti Ti ofreciéndonos para trabajar contigo con el poder y la verdad de tu Espíritu.
Alabamos a Dios y le damos gracias por el camino recorrido; grande es tu fidelidad, Oh Dios!
Tomado del culto de apertura de la Octava Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias, el 3 de diciembre de 1998. |