
Informe oficial de la Octava Asamblea
| El trabajo futuro del CMI aparece delineado y con propuestas concretas en los informes del Comité de Orientación Programática y los Comités de Examen I y II. En ellos se toma en cuenta la evaluación de la tarea del CMI en el período anterior, tal como surge de la primera fase de audiencias públicas, para luego dedicarse a realizar recomendaciones en base a las propuestas de trabajo que surgieron de la segunda fase de audiencias públicas, de las plenarias temáticas de la asamblea - con los debates que surgieron en las mismas -- y del padare. | Pulsen abajo 
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Previo al primer debate, sobre el significado y el proceso del EVC, se celebró una sesión plenaria en la cual representantes de diversas iglesias y líneas teológicas que co-existen en el seno del CMI, tuvieron oportunidad de dar a conocer su parecer. Aram I, moderador del Comité Central, introdujo el tema señalando que el proceso que culminó con la aprobación del EVC no pertenece al CMI sino a sus iglesias miembros y a sus socios ecuménicos, incluyendo a la Iglesia Católica Romana, que también contribuyó en la discusión. El moderador agregó que para interpretar este documento se debe tener en cuenta que se trata de "una articulación renovada de la visión ecuménica que es fiel al mensaje del Evangelio y que responde a las necesidades y experiencias de las iglesias miembros, reafirma la unidad como meta principal del movimiento ecuménico, define la importancia decisiva de la unidad, la misión, la evangelización, la diaconía y la justicia como bases de cualquier articulación seria de la visión ecuménica y da más visibilidad a la coherencia, integridad y responsabilidad que deben existir en la colaboración y las relaciones entre las iglesias, la agenda y los programas del CMI".
Las personas que participaron como ponentes en este plenario fueron claras al expresar que tener una visión en común significa ser responsables unos para con otros, trabajando por la comunión conciliar y además por una comunión que sea capaz de responder a las necesidades del mundo. También llamaron a dialogar no sobre los límites de la diversidad, sino sobre aquello central que une a las diversas iglesias y tradiciones cristianas, y a desarrollar una espiritualidad en común que tenga a la oración ecuménica como uno de sus pilares.
En la segunda plenaria sobre el EVC, la Dra. Marion Best, de la Iglesia Unida de Canadá, y el Protopresbítero Georges Tsetsis, del Patriarcado Ecuménico, presentaron a los delegados las principales consecuencias institucionales de la aplicación de este documento y los diversos pedidos de modificación de la Constitución y el reglamento del CMI que surgían del texto del EVC. Al finalizar estas ponencias, se abrió otro amplio debate, en el que participó un buen número de delegados con reflexiones y propuestas, siguiendo así una tónica de esta asamblea que se destacó por la cantidad de pedidos de palabra y las bien articuladas propuestas que se volcaron en estas intervenciones. Veinte delegados hablaron en estos dos plenarios.
En el debate volvió a surgir la cuestión ortodoxa y un delegado pidió una "nueva igualdad entre las tradiciones eclesiales que se aleje de los denominacionalismos", mientras que otro señaló nuevamente la importancia de lograr las decisiones por consenso. Una voz ortodoxa muy crítica, argumentó que el CMI está dominado por "una concepción del mundo occidental" que aísla y margina a los ortodoxos, haciéndolos sentir fuera de lugar en el CMI. "No estoy amenazando", dijo el delegado. "El mío es un grito de dolor porque no podemos seguir tolerando que las cosas continúen así. No queremos irnos, queremos continuar caminando juntos si a través de una transformación radical se puede crear un verdadero hogar para las iglesias ortodoxas dentro del CMI".
Otros delegados solicitaron la necesidad de no olvidar "nuestro llamado en común a involucrarnos en los temas candentes", sabiendo que las iglesias pueden hacer muchas más cosas juntas que separadas. Y tampoco estuvieron muy de acuerdo en crear estructuras que pudieran complicar el trabajo del CMI y crear una doble instancia ecuménica: el Foro de Iglesias Cristianas por un lado y el CMI como institución por otro. Hubo consenso en que los esfuerzos debían darse de manera simultánea y en que debían quedar fuera de la discusión los manejos de poder. Una delegada señaló: "En el Festival de las Mujeres dijimos: .&.tu historia es mi historia’...iniciemos nuestro andar guiados por Dios, sintiéndonos vulnerables, pero juntos, en nuestro camino hacia la unidad".
Uno de los temas incluídos en el EVC es la creación del Foro de Iglesias Cristianas y de Organizaciones Ecuménicas. Esta cuestión provocó un debate puntual, en el que también participó un buen número de delegados. Las opiniones se dividieron entre los que pensaban que la creación del Foro disminuiría la importancia de las asambleas generales del CMI y abriría las puertas a una participación en el diálogo ecuménico sin necesidad de asumir responsabilidades mutuas entre las iglesias y organizaciones ecuménicas, y los que creyeron que esta instancia más amplia de diálogo ecuménico daba lugar a una nueva visión del ecumenismo acorde con las exigencias del siglo XXI y marcaba un avance importante luego de 50 años de trabajo del CMI.
En general, los delegados estuvieron de acuerdo en que no era necesario crear una nueva estructura institucional, sino un espacio de diálogo diferente, cuidando que ésto no implicara tener que invertir muchos recursos en personal y dinero. También advirtieron sobre la necesidad de evitar que se creara una suerte de "membresía de segunda clase" debido a la existencia del Foro. "La idea del foro es un proceso que debemos explorar y no una institución que debemos crear", dijo uno de los delegados, mientras que otro apuntó que "debemos tener en cuenta que el CMI no es el movimiento ecuménico, sino que está al servicio del mismo" para lo cual "es imperativo avanzar, involucrando al cuerpo de Cristo en toda su amplitud". Recordando las palabras del Prof. Koyama en su exposición sobre "La alegría de la esperanza", con las que el teólogo japonés dijo que si corriéramos a la periferia, encontraríamos a Dios como centro, otro delegado señaló que sería bueno correr hacia la periferia de la membresía del CMI, explorando una dimensión creativa del ecumenismo que desafía a "profundizar y ampliar la fraternidad de iglesias" en el movimiento ecuménico. Los resultados de este debate están en las resoluciones sobre el tema que contiene el informe del Comité de Exámen I.
¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que, después que haya puesto el cimiento, no pueda acabarla y todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: "Este hombre comenzó a edificar y no pudo acabar." (Lc 14:28-30)Una de las tareas de los delegados en la Asamblea es determinar la política general del Consejo Mundial de Iglesias y examinar los programas emprendidos para aplicar las directrices previamente adoptadas (Constitución del CMI, V.1.c.3). La Asamblea debe examinar las actividades del Consejo durante los últimos siete años y dar orientaciones para las actividades del Consejo en el futuro.
¿Con qué criterio se examina el pasado y se establecen orientaciones para el futuro? La Base dice que el Consejo Mundial de Iglesias es una comunidad de iglesias... que procuran responder juntas a su vocación común (artículo I, Constitución del CMI). En el documento Hacia un Entendimiento y una Visión Comunes del CMI se considera que esta vocación común integra la visión de Juan 17:21 ("que todos sean uno... para que el mundo crea") y la visión de Efesios 1:10 ("según este plan que se cumplirá finalmente a su debido tiempo, Dios va a unir bajo el gobierno de Cristo todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra") (párrafo 2.5., Documento EVC). Esta "vocación común" es la búsqueda de la unidad visible de la Iglesia para reconciliar la creación con Dios y consigo misma. Con este renovado hincapié en el Consejo como comunidad de iglesias y como servidor del único Movimiento Ecuménico, en la orientación para los próximos siete años podría utilizarse el concepto de "común" para determinar sus prioridades: vida común en Cristo, testimonio común y preocupaciones comunes al estar al servicio de las necesidades de los seres humanos.
El proceso 
El Comité de Orientación Programática realizó su trabajo en dos fases. En la 
primera examinó las actividades emprendidas por las cuatro unidades y la Secretaría General, 
evaluando lo que se había logrado y señalando qué tareas podrían continuar en el siguiente 
período. En la segunda fase, el Comité trabajó en el marco de los seis grupos temáticos del 
Padare. Los miembros del Comité dialogaron con los delegados, y aportaron sugerencias iniciales 
para nuevos ámbitos de trabajo que fueron luego modificadas a la luz de las contribuciones 
ulteriores que estos aportaron. El Comité de Orientación Programática presenta su informe como un 
instrumento a través del cual la Asamblea puede determinar la política general del Consejo 
Mundial para los próximos siete años. 
 
Algunos de los temas eran comunes a todas las reuniones de información y debate. 
¿Cuántas tareas se pueden asumir? En un Consejo en el que la dotación de personal se 
redujo en el 45 por ciento desde la última Asamblea, existe el peligro de que se pida al personal 
actual que siga produciendo el caudal de trabajo de un grupo mucho mayor. El Comité de 
Orientación Programática se enteró de que una de las consecuencias de la reducción del personal 
en el Consejo había sido que algunos programas aprobados nunca pudieron emprenderse, y que otros 
habían sido recortados. La reestructuración ha causado cierta inquietud por la posibilidad de que 
se malogren las realizaciones así como las actividades que sería preciso continuar. Es necesario 
crear de inmediato algún tipo de estructura que permita disipar esas preocupaciones. 
¿Cómo se llevarán a cabo? La pregunta que el Consejo debe plantearse respecto de cada 
programa es la siguiente: "¿Cuál es el método más apropiado y eficaz que se ha de aplicar?" El 
personal tiene mucha experiencia en la utilización de diversas metodologías: creación de redes, 
trabajo en colaboración, grandes conferencias y consultas, visitas a iglesias miembros, 
publicaciones, o el traspaso de trabajo a grupos regionales. Sin embargo, hay muchas formas 
nuevas de trabajar. El principal método que ha aplicado el Consejo ha sido el de las consultas y 
los viajes de los miembros del personal a distintas partes del mundo. Tal vez este no sea el 
mejor método, habida cuenta de los recursos reducidos de que se dispone para cumplir el mandato 
del Consejo. 
¿Quién las realizará? En la publicación De Canberra a Harare se dice, "... el CMI 
no puede hacer todo,... [y] no es necesario ni debe tratar de hacer todo". Es bueno recordar que 
con frecuencia lo mejor es enemigo de lo bueno. Puede ser que haya tareas que sólo el CMI puede 
asumir. Dos ejemplos podrían ser el Programa de Lucha contra el Racismo (PLR), y el documento 
Bautismo, Eucaristía y Ministerio. Sin embargo, sobre la base del principio de subsidiaridad, las 
preguntas que la Asamblea y, a continuación el Consejo tienen que plantear a continuación son, 
primeramente "¿Qué debe hacer el CMI?", y después, "¿qué se debería hacer localmente?", "¿qué 
deberían hacer otros organismos ecuménicos?" y "¿qué deberían hacer las Comuniones Cristianas 
Mundiales?" 
El CMI tiene un servicio especial que ofrecer al Movimiento Ecuménico único. Debe encontrar 
interlocutores, trabajar con ellos y alentar la cooperación en donde sea posible, preguntando 
directamente a otras organizaciones ecuménicas, institutos de enseñanza, Comuniones Cristianas 
Mundiales, e incluso a las propias iglesias, si están dispuestos a trabajar en nombre del 
Movimiento Ecuménico único. 
¿Quién las recibirá? Huelga decir que el CMI ha realizado un trabajo considerable y de 
buena calidad de buen trabajo, pero en gran parte no es conocido ni aprovechado por los 
dirigentes de las iglesias ni por los cristianos de la base. A la luz del proceso del EVC, las 
iglesias deben hacer suyos los programas en colaboración unas con otras, y arraigarlos en su 
vida. 
Secretaría general 
La Oficina de Relaciones Interreligiosas (ORI) pasó a depender administrativamente de la 
Secretaría General, después de Canberra, con el propósito de desplazar el centro de la labor del 
"diálogo" a la promoción de las relaciones interreligiosas. El trabajo sobre las "dimensiones 
religiosas de los conflictos", que formaba parte del mandato anterior, merece mayor atención. La 
ORI se ocupará principalmente de ayudar a las iglesias miembros que viven en situaciones de 
pluralismo religioso y se enfrentan cada vez más con problemas de orden teológico, misiológico y 
político. Por último, en las nuevas estructuras, esta labor no debería circunscribirse a la tarea 
de una sola oficina sino realizarse de manera interactiva. 
Por su parte, el Instituto Ecuménico de Bossey, cuatro años después de la Asamblea de 
Canberra, se transfirió de la Unidad I a la Secretaría General. Últimamente, este instituto ha 
demostrado un compromiso más dinámico en el ámbito de la formación ecuménica, a pesar de los 
períodos de incertidumbre financiera con que se ha enfrentado. En el próximo período, será 
preciso que el Instituto refuerce sus lazos con los ex alumnos interesados, amplíe los programas 
para laicos, establezca vínculos con otros institutos de formación ecuménica, y explore medios 
creativos de ofrecer la riqueza de sus recursos didácticos en otras partes del mundo. En este 
momento es aún más importante elaborar una formación y una reflexión ecuménicas destinadas a los 
dirigentes de iglesia, los profesores de seminarios y otras personas, así como prestar atención a 
los métodos del diálogo ecuménico. Y es necesario que se intercambien constantemente estas ideas 
y perspectivas con otros sectores de la vida del CMI. 
La Oficina de Comunicación cumplió sus tareas fundamentales en el período ulterior a 
Canberra con una escasa dotación de personal y ampliando las posibilidades tecnológicas de su 
labor. La creación de Noticias Ecuménicas Internacionales (ENI) ha resultado particularmente 
eficaz pues constituye una fuente semiautónoma y fiable de noticias ecuménicas en todo el mundo. 
Subsisten dudas sobre el papel de los medios de comunicación impresos frente a los electrónicos, 
y hay que recordar la gran diversidad de necesidades de las iglesias miembros. Una de las 
prioridades del próximo período consistirá en aplicar claramente una estrategia y un proceso de 
comunicación integrados en todo el Consejo. 
Unidad I - Unidad y Renovación 
 
Las actividades se llevaron a cabo en cuatro secciones. 
Se reconoció que inclusión y visibilidad son asuntos de orden espiritual. Aunque las actividades 
relativas a las personas con discapacidades pasaron a depender administrativamente de esta 
sección (mientras que el sector de Juventud se ubicó en la Unidad III), se trata de una cuestión 
que atañe a la vida de las iglesias en todas sus dimensiones, a fin de que el cuerpo de Cristo 
pueda alcanzar su plena expresión.
 
Misión: Se manifestó una gran preocupación por el futuro de la misión en el CMI, en 
especial teniendo en cuenta las nuevas estructuras. Es necesario mantener la tradición del 
Consejo Misionero Internacional. La misión debe mantenerse en el centro del Movimiento Ecuménico 
y estar acompañada de la preocupación por la unidad. 
Sería necesario completar la declaración sobre la misión que actualmente se está elaborando y 
continuar el estudio sobre el Evangelio y las Culturas y los trabajos de la Conferencia de 
Salvador (sobre todo por lo que se respecta al desarrollo de metodologías hermenéuticas para 
estudiar las culturas y el Evangelio); y debería prestarse una atención constante a la 
experiencia de los pueblos indígenas y a las cuestiones que éstos plantean, así como a la 
elaboración de métodos nuevos y eficaces para dar testimonio en las sociedades seculares. 
El proselitismo continúa causando sufrimiento y es un problema que se extiende mucho más 
allá de los ex países comunistas, y que afecta a muchas más iglesias además de la ortodoxa. Lo 
que para una persona es proselitismo para otra es evangelización, y la condena del Consejo no ha 
conseguido disuadir a quienes siguen esa conducta. Las iglesias deben centrar su atención en el 
afianzamiento de su propia fe y misión, a fin de poder dar al pueblo un testimonio positivo, 
convincente y creíble, para lo que el CMI podría proporcionar medios. 
No se realizó el estudio previsto sobre la significación teológica de otras religiones. En 
este caso, la reestructuración emprendida después de Canberra no ha dado resultado. El Comité de 
Orientación Programática tomó nota de los comentarios formulados en la reunión de información y 
debate sobre la Secretaría General y las modificaciones propuestas de la Constitución del 
Consejo, que apuntan, en uno y otro caso, a la necesidad de centrarse en esta labor y de 
consolidarla. 
Salud: La misión de Dios incluye la curación en su sentido más amplio. Aunque el trabajo 
en esta esfera se ha reducido, el Comité de Orientación Programática señaló la importancia 
fundamental de la labor sobre el SIDA y encomió los notables esfuerzos realizados hasta la fecha 
para exhortar a las iglesias a que aborden esta cuestión y para darles medios para la reflexión y 
la acción. 
La educación seguirá siendo objeto de la atención del CMI con miras a dotar de medios a 
las iglesias para la misión en un contexto pluralista. Se precisan estrategias flexibles, 
adaptadas a las diferentes partes del mundo que están experimentando cambios rápidos en diversos 
sentidos. 
La Misión Urbana y Rural (MUR) ha insistido en la importancia de la presencia de la 
iglesia junto a las personas marginadas y vulnerables. Esto se encuentra en el centro de lo que 
significa ser iglesia, y debería interpelar más a las iglesias cuyos miembros son de clase media 
y que, hasta ahora, parecen ajenas a esta cuestión. 
Unidad III -- Justicia, Paz y Creación 
Fundamento Teológico: En cada uno de los sectores programáticos se observó la necesidad de 
expresar claramente el contenido teológico subyacente a la acción moral. Esta tarea comenzó con 
los estudios sobre eclesiología y ética, en cooperación con la Unidad I, así como por medio de la 
Teología de la Vida. 
Estilo de Trabajo: Un tema siempre presente fue la necesidad de que la Unidad y el CMI 
adoptaran el método de creación de redes como una de las principales maneras de hacer frente a 
las prioridades programáticas. La Unidad ha ampliado sus esfuerzos de creación de redes y ha 
adquirido experiencia al respecto. En cada uno de los sectores programáticos ya se han realizado 
estudios o se dispone de estudios procedentes de otras fuentes, pero es necesario revisar y 
sintetizar los materiales actuales utilizando un estilo claro, desprovisto de jergas. Estos 
documentos han de servir de complemento de las actividades de creación de redes. 
Además de los programas específicos, la Unidad se ha esforzado mucho por adoptar nuevas formas de 
trabajo, en particular el Sokoni (Guía de Trabajo de la Asamblea, pág. 65). Se pretendía crear un 
espacio y un método que permitieran una participación abierta, lo que ha dado resultado cuando se 
ha preparado adecuadamente. 
Sectores Programáticos 
El Comité de Orientación Programática tomó nota de la especial importancia atribuida a tres 
elementos de reflexión que es preciso tener en cuenta en el futuro: 
Por último, se instó a las iglesias a reflexionar sobre sus funciones de "dar" y "recibir", y 
sobre el llamamiento a asumir más decididamente la labor de la diaconía mediante un compartir 
ecuménico mutuo y justo, fomentando los encuentros interpersonales y dando testimonio de la 
unidad de la Iglesia. 
Como en el caso de otras unidades, se expresó la preocupación por los marginados con la esperanza 
de que se estudiaran formas de desarrollar el potencial que existe a nivel local, a fin de que la 
labor diaconal no marginara aún más a los que ya están excluidos, sino que diera lugar a una 
concepción integrada del testimonio de las iglesias. 
Transición 
 
Por supuesto, las cuestiones planteadas y los temas discutidos en las tres sesiones de cada una 
de estas reuniones de información y debate fueron muy variados. En relación con los temas de 
justicia y paz, unidad y espiritualidad, avanzando juntos, educación y aprendizaje, misión y 
testimonio, y solidaridad (cada uno de estos grupos temáticos del Padare se dividió a su vez en 
varios subtemas), los participantes aportaron a las sesiones no sólo impresiones e ideas en 
relación con las presentaciones del Padare a las que asistieron, sino también la riqueza de sus 
contextos eclesiales, experiencias ecuménicas y convicciones.  
En cada reunión de información y debate, los miembros del Comité de Orientación Programática 
tomaron debida nota de lo que se decía. Plantearon preguntas cuando deseaban que los 
participantes aclararan algún punto de sus intervenciones, e hicieron una síntesis preliminar de 
lo que se había tratado. Sin embargo, no se había previsto preparar un informe para ser adoptado 
o aprobado por la reunión misma. Cada una de las reuniones de información y debate examinó, pues, 
a vuelo de pájaro, muchas cuestiones y temas que preocupan actualmente al mundo ecuménico y se 
obtuvieron algunas contribuciones útiles sobre cómo puede y debe trabajar el CMI. Pero en ninguna 
de esas reuniones -- cada una con su propio tema -- se logró concretar prioridades generales 
respecto al trabajo del CMI en los próximos años, ni siquiera ofrecer un listado completo de 
preocupaciones ecuménicas importantes y posibles intereses en relación con el tema que se había 
tratado. 
Cada grupo presentó un resumen oral de los resultados centrales de su reunión de información y 
debate, ante el pleno del Comité de Orientación Programática. Se examinaron los informes que 
habían sido preparados por otros comités de la Asamblea a fin de considerar sus posibles 
consecuencias en las orientaciones de las futuras actividades del CMI. Sobre esta base, se 
determinaron varios temas generales para el trabajo del Consejo en los próximos años. Si bien 
estos temas generales constituyen la sustancia de este informe, el Comité de Orientación 
Programática consideró conveniente incluir en él breves informes resumidos de la Fase II de las 
seis reuniones de información y debate. 
1. Unidad y espiritualidad 
Hace ya tiempo que se reconoce que la oración y los principios teológicos dan mayor profundidad a 
nuestras vidas cuando compartimos nuestros recursos en las iglesias entre las iglesias. Es 
necesario continuar los recientes trabajos ecuménicos de Fe y Constitución sobre la iglesia como 
koinonía, investigando las ricas variedades de espiritualidad cristiana que se encuentran en la 
iglesia en todo el mundo. La espiritualidad indígena que se expresa en muchos lugares del mundo 
puede ser una contribución a ese trabajo. 
La labor de Fe y Constitución presenta importantes desafíos ecuménicos a las iglesias y al 
Consejo Mundial de Iglesias, así como una sólida base teológica para los esfuerzos comunes en 
favor de la unidad visible, la misión conjunta y un servicio inclusivo. Esta labor se beneficiará 
de otras actividades programáticas de otros sectores del Consejo Mundial de Iglesias, y podrá 
aportarles su contribución. Se trata, en particular, de los estudios sobre culto y 
espiritualidad, y sobre el fundamento teológico del compromiso ecuménico en favor de la 
solidaridad, la justicia y la paz. 
 
A las puertas del nuevo milenio, una de las más importantes tareas de las iglesias será estudiar 
los problemas éticos contemporáneos que suscitan los enormes progresos logrados en campos tales 
como la ingeniería genética y la comunicación electrónica. También se deben encarar cuestiones de 
ética personal e interpersonal. El CMI debería ofrecer espacio y orientación para el diálogo y la 
consulta, haciendo posible que las iglesias miembros examinen esas difíciles cuestiones -- 
incluida la sexualidad humana -- que causan divisiones en y entre sus iglesias miembros. Estos 
debates deben basarse en la reflexión teológica y hermenéutica común como fue el caso en los 
debates ecuménicos anteriores sobre temas éticos ecuménicos en relación con cuestiones tales como 
el racismo. 
Teniendo en cuenta la rápida transformación del panorama ecuménico, el CMI debe continuar 
impulsando y apoyando las conversaciones bilaterales y multilaterales a nivel local y regional, 
ofreciendo espacio para la reflexión, el intercambio de ideas y la evaluación de los progresos 
realizados por quienes participan activamente en la marcha hacia la unidad. 
2. Avanzar juntos 
Una y otra vez, las iglesias y las organizaciones ecuménicas en los planos local y regional 
descubren nuevas maneras de vivir y trabajar juntas. Hay que aplaudir esta flexibilidad y 
creatividad ecuménicas; y el CMI debe sacar enseñanzas de estas experiencias, sin dejar de llamar 
la atención sobre los obstáculos que el proselitismo interpone a nuestro avanzar juntos.
Para avanzar juntos, será necesario esforzarse especialmente por reunir las Organizaciones 
Ecuménicas Regionales (OER), las Comuniones Cristianas Mundiales (CCM), los organismos de 
financiación, y los grupos y redes ecuménicamente abiertos como interlocutores ecuménicos en el 
seno de la familia del CMI. El Consejo deberá elaborar mecanismos adecuados para mejorar sus 
relaciones y modelos de cooperación con esos grupos a medida que se encamina hacia una nueva 
estructura interna. 
El actual retroceso del Movimiento Ecuménico puede atribuirse en gran medida a la falta de 
entendimiento mutuo y de verdadero conocimiento entre las iglesias y entre las tradiciones 
históricas. Una manera de abordar este problema y de profundizar nuestra comunidad ecuménica 
podrían ser las visitas entre las iglesias -- no precisamente en forma de delegaciones enviadas 
desde el CMI a las iglesias, sino de delegaciones enviadas por unas iglesias a otras por 
intermedio del CMI. 
Es imperiosa la colaboración del CMI con las facultades y los seminarios de teología en todas las 
partes del mundo, tanto para facilitar el estudio teológico como la formación ministerial y la 
investigación. Los intercambios y las actividades en colaboración que ya se están realizando con 
éxito entre facultades de algunas partes del mundo podrían ampliarse de modo fructífero, quizás 
con los auspicios del CMI; y podría solicitarse de manera más sistemática la asistencia de 
facultades de teología y otras facultades para la realización de proyectos de estudio en nombre 
del CMI. Habida cuenta de los beneficios obtenidos de los diálogos teológicos bilaterales en 
cuanto a entendimiento y cooperación mutuos, el CMI debe continuar fomentándolos en provecho de 
las iglesias de todas las partes del mundo. 
 
El CMI debe seguir estudiando las enormes posibilidades que ofrecen los avances tecnológicos en 
la esfera de la comunicación, sin dejar de permanecer atento a los problemas que plantean los 
medios de comunicación contemporáneos, en especial la promoción de los valores consumistas y el 
ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres, entre poderosos y débiles.
La diversidad de maneras en las que el CMI ha utilizado la palabra escrita ha contribuido en gran 
medida a la comunicación del mensaje ecuménico; se debe prestar mayor atención a la distribución 
de esos materiales, teniendo en cuenta al mismo tiempo las limitaciones que imponen los idiomas, 
el nivel de tratamiento y los costos. 
Es preciso estudiar más a fondo el potencial ecuménico del arte, la música y otras modalidades de 
expresión creativa como medio de comunicación.  
3. Justicia y paz 
Los derechos humanos son indivisibles. Los derechos económicos, sociales y culturales son 
inseparables de los derechos civiles y políticos. Es un imperativo evangélico que las iglesias no 
sólo reconozcan las violaciones de los derechos, sino también que actúen cuando se violan el don 
de la vida y la santidad y dignidad de todo lo que creado. Las iglesias deben estudiar las causas 
profundas de las violaciones de los derechos humanos y ofrecer un análisis desde el punto de 
vista de las víctimas. Deben denunciar las amenazas actuales a la integridad de la naturaleza y a 
todo lo creado. Deben empeñarse juntas, y con los creyentes de otras religiones, en contribuir al 
desarrollo de una ética mundial que favorezca la aplicación de los compromisos en materia de 
derechos humanos a una comunidad mundial cada vez más interrelacionada. 
Es necesario sensibilizar a las iglesias por lo que respecta a la creciente injusticia económica 
generada por la globalización y el sistema financiero mundial imperante, y a sus efectos en el 
derecho al trabajo y a medios de vida suficientes y seguros. Es preciso esforzarse 
particularmente por combatir los efectos negativos de la globalización y defender los derechos de 
los pueblos indígenas y las minorías étnicas a la libre determinación, y velar por que la ley 
proteja sus derechos de propiedad de los recursos. Al analizar y confrontar estas fuerzas, las 
iglesias deben vincular constantemente los planos mundial y local. Es necesario reconocer la 
vulnerabilidad particular de las personas desarraigadas. Las iglesias deben oponerse 
enérgicamente a la limpieza étnica y el genocidio en los planos local, nacional y mundial; y 
tienen una particul 
La discriminación en todas sus formas constituye una violación de los derechos de la 
persona. Ante la creciente complejidad de sus manifestaciones, las iglesias deben reconocer y 
denunciar los mecanismos subyacentes de exclusión y marginación. Sólo si se afirma la dignidad, 
la identidad y el valor de cada persona, independientemente de su capacidad física o mental, 
mediante su inclusión en la comunidad de la iglesia, es posible hacer efectiva la plena expresión 
del Cuerpo de Cristo. Todavía prevalece, tanto en la iglesia como en la sociedad, la 
discriminación estructural e interpersonal por motivos de raza, y están surgiendo nuevas formas 
de racismo. 
Los conflictos armados y la violencia son violaciones graves de los derechos humanos y 
causan enormes sufrimientos. La respuesta cristiana debe abarcar la edificación de una paz justa, 
la mediación en los conflictos y la reconciliación. La intervención de las iglesias debe 
ajustarse a cada situación concreta, conjugando la defensa de los derechos de las víctimas, el 
discurso profético y la mediación. Es preciso establecer vínculos más flexibles y eficaces entre 
lo local y lo mundial, así como una colaboración más deliberada con las iglesias que no forman 
parte de la comunidad del CMI, y hacer mayor hincapié en catalizar y posibilitar la cooperación 
interreligiosa. 
Por consiguiente, el papel de la iglesia, a todos los niveles, consiste en: (1) participar en 
acciones de vigilancia y seguimiento a fin de determinar y denunciar las causas de las 
violaciones de los derechos, la discriminación y la violencia; (2) crear comunidades de paz y 
reconciliación, proporcionando espacios de diálogo abiertos y seguros, y (3) garantizar una 
presencia y un acompañamiento espiritual y afectivo que aporten promesas de reconciliación. 
4. Educación y aprendizaje 
 
Entre los modelos de educación ecuménica más promisorios figura la ampliación de los programas de 
extensión, que se imparten en seminarios, centros de formación de laicos, y el Instituto 
Ecuménico de Bossey, lo que aumenta las posibilidades de acceso a la educación de personas con 
recursos financieros y tiempo limitados. Las necesidades de educación y formación ecuménicas 
también se manifiestan en las iglesias de Europa oriental y central. Deberían aumentarse los 
fondos para programas de becas. 
 
Habida cuenta de que las iglesias viven y trabajan en un mundo caracterizado por un creciente 
pluralismo religioso, el CMI debería incluir el aprendizaje interreligioso en su propio programa 
de formación y estimular a las iglesias y los centros de formación de laicos a hacer lo mismo, 
teniendo en cuenta el vínculo que existe entre esa enseñanza y el diálogo interreligioso. 
La formación ecuménica y teológica debe seguir siendo una prioridad de la labor educativa del 
CMI. La creación de redes, la asociación y la colaboración en los programas entre el CMI, el 
Instituto Ecuménico de Bossey y los centros de formación de laicos permitirán fortalecer el 
proceso educativo. Se deberían facilitar recursos a los docentes de los seminarios de las 
distintas regiones para ayudarles a promover la formación ecuménica. El Consejo debería favorecer 
la creación de centros de formación de laicos allí donde no los haya, en particular, en Europa 
oriental y el Pacífico. 
Asimismo, es necesario proseguir y profundizar las actividades de formación y de aprendizaje 
ecuménico que pueden acompañar y enriquecer el trabajo del CMI en general en la esfera de la 
justicia, la paz y la creación. Un ejemplo particularmente importante es la elaboración de 
material pedagógico y de formación sobre la vida familiar y la violencia doméstica; otros temas 
importantes son la globalización, la economía, la sociedad civil y la función de la religión en 
la edificación de la nación, así como las cuestiones relativas a la problemática de la 
discapacidad. 
5. Misión y testimonio 
 Dado que la última Conferencia Mundial sobre Misión y Evangelización del CMI (Salvador, 
noviembre y diciembre de 1996), fue convocada inmediatamente antes del período de intensa 
preparación para la Octava Asamblea, ha resultado imposible poner en práctica muchas de las 
sugerencias formuladas en esa conferencia para dar seguimiento a sus trabajos. Así pues, ya 
existe un sólido programa para la labor del CMI en la esfera de la misión y la evangelización.
Por lo que respecta al estudio sobre misiología y a otras actividades de programas que el CMI 
debería abordar en los años venideros cabe destacar: (1) el examen y la revisión de los métodos 
misioneros; (2) la construcción de la solidaridad entre las iglesias en misión; (3) la definición 
de "nuevos frentes" en la misión, en particular, las preocupaciones por la salud y la curación en 
colaboración con organizaciones gubernamentales e internacionales (UNOSIDA); (4) un estudio más a 
fondo del arraigo del Evangelio en las distintas culturas; (5) el fortalecimiento del testimonio 
común y el diálogo sobre la cuestión del proselitismo; (6) la relación entre fe, curación y 
plenitud, 7) las relaciones entre los organismos misioneros, las iglesias y el CMI. 
6. Solidaridad 
Exhortar a las iglesias a la unidad es invitarlas a responder al amor transformador de Dios en 
Cristo, a hacer suyo el sufrimiento y las necesidades del mundo, y a actuar juntas con ese fin. 
La erradicación de la pobreza mediante la edificación de comunidades sostenibles es una de las 
prioridades del CMI por cuanto ese es también el designio de Dios para el mundo. En fidelidad a 
Dios las iglesias están llamadas a compartir el sufrimiento de nuestro mundo sustentándose en la 
esperanza del pleno Evangelio para todo el mundo. Nuestra vocación ecuménica responde al divino 
imperativo de dar testimonio común en nuestro mundo, que es uno. 
Esa vocación exhorta a las iglesias a sustentar la vida de sus comunidades, a ahondar en su 
compromiso recíproco en favor de la comunidad, y a tener esperanza, orar y obrar en aras de una 
comunidad mundial que responda al amor infinito de Dios. Para ello se requiere una base teológica 
bien definida. La labor realizada por el CMI sobre la "teología de la vida" y sobre la teología 
del compartir y servir debe proseguir e integrarse en ese ámbito. 
Desde la Asamblea de Vancouver, el CMI no ha cejado en su empeño de reagrupar los compromisos de 
las iglesias en favor de la justicia, la paz y la integridad de la creación. Desde la Asamblea de 
Canberra, esa cuestión ha permitido integrar y precisar la labor del CMI en esos tres ámbitos. El 
CMI dispone ahora de bases sólidas para responder en palabras y actos al desafío de construir 
comunidades viables. Es necesario proseguir la labor dentro de este marco integrado. Entre los 
ejemplos que pueden citarse están las actividades relativas al cambio climático, la ética 
planetaria, el comercio, la reducción de la deuda y la biotecnología. También ha llegado el 
momento de examinar de qué forma puede integrarse el compromiso del CMI en favor de los derechos 
humanos y la dignidad en un marco general de valores que obligue a las fuerzas que conforman la 
economía mundial a asumir la responsabilidad que les incumbe. 
De igual importancia para el testimonio del CMI ha sido su compromiso de ayudar a las iglesias en 
su tarea de compartir los recursos, manifestando el amor de Dios que todo lo abarca y la 
necesidad de edificar comunidades viables. En el actual contexto mundial, el CMI debería exhortar 
nuevamente a las iglesias a exigir unas de otras los costosos compromisos que entraña la 
pertenencia recíproca. 
 
Las actividades que se han llevado a cabo para promover el compartir de recursos entre las 
iglesias han reforzado los lazos fraternales y han planteado cuestiones de eclesiología práctica. 
Análogamente, el compromiso común de las iglesias en favor de la justicia, la paz y la integridad 
de la creación ha puesto de relieve cuestiones eclesiológicas que se plantean en el contexto del 
compromiso moral. La labor efectuada en el ámbito de la eclesiología y la ética ha sido un punto 
de partida fundamental. Ahora bien, gracias a la experiencia de la koinonía y al llamamiento a la 
misión que han recibido las iglesias será posible, en los próximos años, continuar los trabajos 
ya realizados por el CMI en este ámbito y reforzar su cohesión. 
¿Cómo pueden las iglesias compartir su vida, sus recursos y compromisos por el bien del mundo? 
Una de las tareas fundamentales del próximo período será ayudar a las iglesias a responder 
fielmente a ese desafío. 
Temas generales 
Los informes de los grupos de las seis reuniones de información y debate y las contribuciones e 
intervenciones durante otras sesiones de la Asamblea han puesto en evidencia la necesidad de que 
en los próximos años, el Consejo Mundial de Iglesias dedique mayor atención a una serie de 
esferas de interés general en el marco de sus esfuerzos para "estar al servicio del único 
Movimiento Ecuménico". Todas esas cuestiones son multifacéticas y en muchos aspectos están 
interrelacionados. El hecho de que se las clasifique como prioridades, no significa que deban 
estar confinadas a un sólo programa, sino que se trata de sectores de actividad en los que el CMI 
debe practicar un estilo de trabajo integrado, fundamental en su nueva estructura interna. 
Un ecumenismo del corazón 
Eso mismo dijo el Consejo después de Vancouver y Canberra, pero ahora hemos tomado conciencia de 
que no se trata simplemente de un "programa" más entre muchos. El culto y la espiritualidad son 
una "vía" esencial de nuestra peregrinación ecuménica y conforman y sustentan esa peregrinación. 
Habiendo renovado esa experiencia en Harare, estamos convencidos de que esta dimensión nunca 
podrá disociarse de la vida del Consejo. Por el contrario, debemos utilizar plenamente esos ricos 
recursos para sustentar nuestra conversión y nuestra respuesta a Dios. 
Comunidad sin exclusiones 
 
Muchos piensan que la labor con los jóvenes es hoy menos visible y está menos integrada en las 
actividades del CMI que en el pasado. En aras de una comunidad inclusiva y para garantizar el 
futuro del Movimiento Ecuménico es importantísimo emprender un trabajo de formación ecuménica a 
fondo con los jóvenes, así como por lo que respecta a cuestiones que atañen a su futuro.
 La Asamblea debe respaldar firmemente la visión de una comunidad sin exclusiones, en la que 
todos tienen cabida y voz, y cada persona tiene la oportunidad de contribuir con sus dones a la 
vida de la comunidad. 
Para poder avanzar hacia esa visión, el CMI debe formular programas y métodos encaminados hacia 
la edificación de comunidades inclusivas y reconciliadas en las que se afirmen la 
identidad, los dones y el valor de cada persona, como expresión más cabal del cuerpo de Cristo. 
De fundamental importancia sería en ese sentido abrir espacios para el diálogo, que permitan 
escuchar y ahondar en nuestra comprensión común de la realidad de la exclusión, y hacerle frente 
mediante el arrepentimiento, la reparación y la reconciliación. En esta tarea también debería 
abordarse la cuestión de la reconciliación en contextos en los que la intolerancia religiosa es 
una amenaza para las minorías. El Consejo Mundial de Iglesias debería proporcionar un espacio a 
las iglesias en la próxima Asamblea para que se informen unas a otras del seguimiento dado al 
Decenio Ecuménico de Solidaridad de las Iglesias con las Mujeres. 
No-violencia y reconciliación 
La violencia generada por las diversas formas de violaciones de los derechos humanos, la 
discriminación y la injusticia estructural, es objeto de creciente preocupación a todos los 
niveles de una sociedad cada vez más pluralista. El racismo viene a agravar las causas de la 
exclusión y la marginación. Hoy los conflictos, cada vez más complejos, ya no se producen tanto 
entre naciones como al interior de las propias naciones, y afectan en especial a las mujeres y 
los niños. 
Hoy deben ir a la par la labor sobre las cuestiones de género y de racismo, de derechos humanos y 
la mediación en los conflictos, de modo que las iglesias emprendan iniciativas de reconciliación 
basadas en el arrepentimiento, la verdad, la justicia, la reparación y el perdón. 
El CMI debe elaborar una estrategia de colaboración con las iglesias en torno a estas cuestiones, 
con miras a crear una cultura de la no-violencia, estableciendo una relación de interacción con 
otros interlocutores y organismos internacionales, y adoptando enfoques apropiados sobre la 
mediación en los conflictos y la pacificación de los conflictos en el nuevo contexto 
mundializado. 
Así pues, el CMI declara el período 2000 a 2010 Decenio Ecuménico para Superar la Violencia. 
Sexualidad humana 
Un enfoque ecuménico de las cuestiones relativas a la sexualidad debe tener en cuenta la 
antropología cristiana, y una hermenéutica que podría basarse en el testimonio bíblico y la 
relación entre la ética y la cultura, dando suficiente cabida para que mujeres y hombres 
cristianos aborden esas cuestiones en un clima de creciente confianza recíproca.
El estudio y el diálogo del CMI sobre los aspectos teológicos, sociales y culturales de la 
sexualidad pueden inspirarse en la labor realizada desde la Asamblea de Canberra sobre 
eclesiología y ética, y tener cabida en las perspectivas que se exponen en el documento del Grupo 
Mixto de Trabajo "El diálogo ecuménico sobre las cuestiones morales: fuente potencial de 
testimonio común o de divisiones"(1996). 
Globalización 
En ese sentido, la globalización debe entenderse ante todo como un desafío teológico y espiritual 
para las iglesias. El amor de Dios, expresado plenamente en Cristo, es una visión de plenitud de 
vida para todos; la globalización de la economía proyecta una imagen de gratificación material 
sin límites para los que pueden permitírselo. Las iglesias están llamadas a dar testimonio y 
encarnar el designio de Dios para el mundo frente a la creciente globalización y los valores en 
los que se apoya. 
Desde su singular perspectiva de comunidad mundial, el CMI puede ayudar a las iglesias a hacer 
frente a ese desafío. Durante muchos años ha desempeñado un papel fundamental en la creación de 
redes de grupos y organismos ecuménicos comprometidos en favor de la justicia, el compartir y la 
edificación de comunidades sostenibles. Sobre la base de esta experiencia puede contribuir a la 
importantísima tarea de proponer modelos diferentes de comunidades viables. Puede basarse en los 
amplios recursos que ofrecen sus iglesias miembros y las organizaciones ecuménicas para 
consolidar el testimonio de las iglesias en torno a cuestiones fundamentales que se plantean a 
nivel internacional en los planos político, social, económico y cultural. Puede ampliar sus 
esfuerzos para instar a las iglesias miembros a ahondar en su conocimiento de la vida y el 
testimonio unas de otras en toda la oikoumene, ayudándolas a establecer y consolidar vínculos 
entre sus preocupaciones locales y las realidades mundiales. También puede entablar relaciones 
con interlocutores de otras religiones para estudiar la manera de integrar los compromisos en 
favor de los derechos humanos y la dignidad en un sistema universal de valores. 
Aunque el término "globalización" suele inducir a error y muchas de las características de ese 
proceso son ambivalentes, queda claro que, en los próximos años, el CMI deberá prestar especial 
atención a los elementos del nuevo contexto mundial implícitos en ese término. 
Frente a la globalización, el Consejo debe adoptar un enfoque ecuménico que permita discernir las 
diferentes cuestiones y vincularlas entre sí, y poner de manifiesto los imperativos bíblicos. A 
ese respecto, particular atención debe prestarse a la gestión de los asuntos públicos a nivel 
internacional y nacional, a las pautas del consumo y la producción, a los sistemas financieros y 
el comercio, así como a los efectos de todos esos factores en la deuda nacional y los derechos de 
los pueblos a la tierra y a medios de vida suficientes y seguros. 
La condonación de la deuda 
En una etapa ulterior será necesario velar por la reparación en relación con las deudas social y 
ecológica, así como por la creación de un modelo de acuerdos comerciales a escala mundial en el 
que el concepto de justicia y equidad ocupe un lugar preponderante.
Además de este programa, el Comité de Examen II recomendó que se profundizaran el trabajo ya 
iniciado a través del programa de diálogo y estudio "Reconstrucción de África", con especial 
referencia a la creación de capacidad y al intercambio de información, para que África pueda 
aportar su singular contribución al Movimiento Ecuménico. 
Metodologías 
Es evidente que con el desarrollo de la tecnología de la información se dispone de nuevas formas, 
estimulantes e interesantes a nivel de los costos, de mantener relaciones en el marco de los 
programas, por medio del correo electrónico, Internet y la World Wide Web. También se reforzarán 
los métodos tradicionales de trabajo, como las actividades de defensa y promoción de diversas 
causas, la creación de redes a nivel regional y mundial, y el intercambio de información. Cabe 
señalar que últimamente se han puesto en práctica nuevos modelos de trabajo procedentes de 
culturas no occidentales, como el sokoni de África, que, cuando se ha preparado cuidadosamente, 
ha dado excelentes resultados. 
Un aspecto negativo que lamentamos es el hecho de que la recepción del trabajo del Consejo en la 
vida de las iglesias locales fue, en el mejor de los casos, fragmentaria, y, en la mayoría de los 
casos, inexistente. En este próximo período, si queremos utilizar con eficacia los recursos, 
habrá que dedicar más tiempo e imaginación a la creación de nuevos medios que hagan posible que 
el trabajo del Consejo incida en la vida de las iglesias miembros. 
En su trabajo futuro, el CMI debe ampliar las funciones siguientes: 
Para ello, en el período siguiente a la Octava Asamblea y al entrar en el siglo XXI, la comunidad 
del CMI debe hacer que cada iglesia miembro se plantee de inmediato cuatro preguntas centrales 
para los objetivos del Consejo Mundial de Iglesias. 
Esto sólo puede hacerse cambiando fundamentalmente el estilo de trabajo del CMI en el próximo 
período, afianzando nuevos valores y métodos. Como declaró nuestro Secretario General, no tenemos 
derecho de volver de Harare a nuestros países y "proseguir nuestras actividades en relación con 
el ecumenismo como siempre". Por el contrario, comprometemos a nuestras iglesias, y orientamos 
nuestra vida compartida en el CMI, a asumir con energía, imaginación y responsabilidad esta 
vocación común. Entonces, nuestro compromiso ecuménico esencial nos guiará hacia el futuro de 
Dios. 
Recomendación 
Documentos de referencia 
Los materiales presentados por delegados separadamente y no incluidos en el informe se tendrán en 
cuenta en el proceso de seguimiento. 
 
4. El Trabajo Futuro del Consejo Mundial de Iglesias - capítulos siguientes:
  
Introducción
El Comité de Orientación Programática agradece al personal del CMI todos sus esfuerzos para 
presentar el trabajo de las cuatro unidades y de la Secretaría General en esta primera fase de 
las reuniones de información y debate. Con un personal muy reducido y restricciones financieras 
importantes, lo que se logró nos sorprendió por la cantidad y la calidad del trabajo realizado. 
Sin embargo, se manifestó preocupación por el hecho de que los cambios de organización 
introducidos después de Canberra no siempre habían llevado a la integración y la cooperación, que 
era uno de sus objetivos. La reducción de personal afectó, aparentemente, a unas unidades más que 
a otras y tuvo un efecto nocivo en la realización del trabajo.
La Oficina de Relaciones con las Iglesias y la Comunidad Ecuménica (ORICE) se creó después 
de la Asamblea de Canberra. Su mandato era profundizar el espíritu de comunidad y la 
responsabilidad entre las iglesias miembros, y entablar relaciones con iglesias y organizaciones 
que no son miembros. Las posibilidades de trabajo de la ORICE en cuanto a la ampliación de las 
relaciones del CMI exceden con mucho la capacidad de esta oficina que dispone de poco personal. 
El período anterior demostró claramente que esta función es esencial. La labor del CMI sobre 
Hacia un Entendimiento y una Visión Comunes, el lugar asignado a la participación de las iglesias 
ortodoxas en la vida del Consejo, las crecientes expectativas de las iglesias pentecostales, las 
iglesias evangélicas libres y las iglesias de reciente formación, las nuevas iniciativas del 
Grupo Mixto de Trabajo de la Iglesia Católica Romana y el CMI, y la eventual creación del "Foro", 
son todos elementos que indican claramente la necesidad de aumentar en gran medida la capacidad 
de esta oficina en el período siguiente a Harare.
El mandato de esta Unidad, compartido parcialmente por otras unidades, es asistir a las iglesias 
miembros en los respectivos procesos de renovación y reconciliación, y obrar por la unidad 
visible de la Iglesia. Ello se hace mediante el diálogo y la reflexión teológicos, la formación 
teológica ecuménica, la participación de los laicos en la creación de una comunidad sin 
exclusiones, el culto y la espiritualidad. En la reunión de información y debate se afirmó que el 
anhelo de alcanzar la unidad visible debe situarse en el centro de la vida común de las iglesias; 
en el futuro, será preciso dar a esta prioridad una expresión más concreta en el programa del 
CMI.
 
Unidad II -- Las Iglesias en Misión -- Salud, Educación, Testimonio
El mandato de la Unidad consistía en estimular y preparar a las iglesias para el cumplimiento del 
papel que les corresponde en la misión de Dios, apoyando y alentando su trabajo mediante la 
creación de redes, el seguimiento de las actividades y la exhortación a las iglesias a que 
adopten una actitud de responsabilidad y transparencia.
El mandato de la Unidad era continuar la labor sobre Justicia, Paz e Integridad de la Creación 
(JPIC). En 1995, la Unidad determinó los cinco temas programáticos en torno a los que habría de 
emprender su trabajoGuía de Trabajo de la Asamblea, página 64 y siguientes). El Comité de 
Orientación Programática tomó nota con aprobación de que la Unidad se había esforzado por 
simplificar e integrar programas específicos dentro de un marco mayor en consonancia con la 
reestructuración.
Todas los sectores programáticos recibieron fuerte apoyo. Los temas principales han sido:
Unidad IV -- Compartir y Servir
El mandato de esta Unidad era ayudar a las iglesias miembros y las organizaciones y organismos 
ecuménicos conexos a promover la dignidad humana y la comunidad sostenible junto a los marginados 
y los excluidos. De este modo se facilita la labor diaconal del CMI. En la reunión de información 
y debate se examinaron las bases teológicas y metodológicas de este trabajo, así como los 
problemas y las enseñanzas que de él se derivan. La manera concreta en que ha llevado a cabo su 
mandato la Unidad IV en relación con el concepto del jubileo puede encontrarse en la Guía de 
Trabajo de la Asamblea, páginas 84 a 101. La Unidad ha utilizado, en particular, los modelos de 
mesa redonda, oficinas regionales, creación de redes mundiales (sobre todo, de niños y personas 
desarraigadas) y las actividades de defensa y promoción.
1. un análisis más detallado de las principales causas de muchos de los problemas que dan lugar a 
la marginación y la exclusión, en particular, las cuestiones relativas al poder y a la 
globalización;
2. un examen teológico de la diaconía como signo visible de unidad, como parte del compromiso del 
Consejo con la unidad visible de la Iglesia;
3. el significado del "justo compartir" en contextos diferentes (Norte, Sur, espiritualidad de 
los pueblos indígenas).
El CMI tiene ante sí el desafío fundamental de promover el espíritu de comunidad entre sus 
iglesias miembros y la responsabilidad mutua, tal como se destaca en documento Hacia un 
Entendimiento y una Visión Comunes. Debe buscar, además, formas de ampliar esta comunidad al 
servicio del Movimiento Ecuménico único. Centrar la atención en estos objetivos constituye una 
prioridad absoluta que se tendrá en cuenta antes de determinar la importancia de los diversos 
programas.
 
 
Una vez finalizada la primera fase de las reuniones de información y debate, los 
miembros del Comité de Orientación Programática se dividieron en seis grupos. Los miembros de 
cada grupo asistieron a las presentaciones del Padare en cada uno de los seis grupos temáticos. 
Sobre esa base, actuaron como equipo de animación en el correspondiente grupo temático en la 
segunda fase de las reuniones de información y debate.
El objetivo del Movimiento Ecuménico es reunir a todos los cristianos en torno a la misma mesa 
eucarística. Nuestra teología es el resultado de la interacción de la hermenéutica ecuménica, el 
culto, la espiritualidad, los estudios de eclesiología y ética.
Los delegados presentes en la Primera Asamblea del CMI, celebrada en Amsterdam, en 1948, 
declararon en su mensaje: "Estamos decididos a permanecer juntos". Cincuenta años más tarde, la 
consigna correspondiente de la Asamblea de Harare debería ser: "Nos comprometemos a avanzar 
juntos". Al formular este compromiso, debe entenderse y subrayarse que este "nos" designa a una 
comunidad sin exclusiones.
La labor de las iglesias en favor de la justicia y la paz está arraigada en un compromiso de fe, 
y tiene por objeto afirmar y defender la igualdad de derechos y la dignidad de todas las naciones 
y los pueblos, un desarrollo justo y sostenible, la superación de la violencia y la posibilidad 
de la plena participación de todos. La discriminación, las violaciones de los derechos humanos, 
la exclusión y la incapacidad para mediar en los conflictos y lograr soluciones pacíficas están 
estrechamente interrelacionadas.
Existe la imperiosa necesidad de formar a los sacerdotes, pastores y laicos para que puedan 
fortalecer y renovar el Movimiento Ecuménico. El modelo más idóneo para la labor ecuménica es el 
de la educación contextual, que utiliza la acción y la reflexión para aprender y propiciar una 
fructífera interacción de los programas locales, regionales e internacionales. Debería hacerse 
especial hincapié en asegurar una formación ecuménica a las mujeres, los pueblos indígenas, las 
personas con discapacidades y los jóvenes.
La misión y la evangelización deben estar en el centro de la vida de las iglesias y, por ende, 
del trabajo del CMI. A este respecto, se plantean forzosamente tres ámbitos de preocupación: (1) 
el Evangelio y las culturas (con especial referencia a la necesidad de examinar la relación entre 
el Evangelio y las culturas de África y de Occidente); (2) la misión y la evangelización en las 
sociedades secularizadas contemporáneas, (3) la salud y la curación (con especial referencia a la 
atención de salud basada en la comunidad y al SIDA).
La existencia de una única red económica mundial, no sujeta a ningún marco de valores para 
proteger el bien común de la humanidad, la dignidad de todas las personas y el valor inherente de 
la creación de Dios, plantea toda una serie de problemas relacionados que interpelan a las 
iglesias, entre otros, las amenazas al medio ambiente, la pobreza, la deuda internacional, la 
crítica situación de las personas desarraigadas y el VIH/SIDA. Para responder a la globalización 
es esencial que las iglesias respondan al llamamiento de "buscar a Dios". Sólo así podrán 
promover una visión mundial y apoyar iniciativas y modelos diferentes que sean fuente de "alegría 
de la esperanza".
De conformidad con la Constitución revisada del CMI, "el objetivo principal de la comunidad de 
iglesias que forma el Consejo Mundial de Iglesias es ofrecer un espacio donde las iglesias puedan 
exhortarse unas a otras a alcanzar la unidad visible en una sola fe y una sola comunión 
eucarística, expresada en el culto y la vida común en Cristo, mediante el testimonio y el 
servicio al mundo, y a avanzar hacia la unidad para que el mundo crea." En el curso de las 
reuniones de información y debate y en las sesiones plenarias se reafirmó, una y otra vez, la 
importancia de los temas de unidad visible, misión y evangelización, y servicio. La interrupción 
de la labor en esos ámbitos es inconcebible. Como miembros del Comité de Orientación 
Programática, destacamos la importancia de la continuación de la labor del Consejo en esas 
esferas.
El tema de la Asamblea nos invita a "buscar a Dios". El Movimiento Ecuménico único no se limita a 
programas, estructuras y actividades en colaboración con otros. El fundamento de nuestro 
compromiso ecuménico es ante todo nuestra respuesta a Dios, que nos exige nada menos que una 
conversión de corazón. Si el ecumenismo está centrado en Dios y en el mundo tan amado de Dios, el 
culto y la espiritualidad deben enraizarse aún más en todo lo que hacemos como Consejo Mundial de 
Iglesias. Reconocemos que esta prioridad no está exenta de sufrimiento y conflicto; sin embargo, 
el único camino que nos lleva juntos al centro de la unidad que buscamos pasa por el culto, la 
oración y una vida espiritual compartida.
En el marco de las reuniones de información y debate se reconoció que el papel de las mujeres, 
los jóvenes, los pueblos indígenas y las personas con discapacidades en la vida de la iglesia 
tiene un alcance mucho mayor que la simple organización de actividades programáticas. Es la 
primera vez que una Asamblea del CMI recibe una carta de niños, poniendo en evidencia que todos 
los sectores de la iglesia estuvieron verdaderamente representados en Harare. Particular atención 
debe prestarse a la necesidad de que la labor emprendida por el CMI con esos grupos marginados no 
se pierda en la transición entre la estructura de unidades de trabajo del pasado y la nueva 
estructura basada en equipos.
Juntas, la verdad, la justicia y la paz representan los valores básicos para garantizar los 
derechos humanos, la inclusión y la reconciliación. Cuando se abandonan esos valores, la 
confianza se convierte en temor y el poder humano deja de estar al servicio del don de la vida y 
de la santidad y la dignidad de toda la creación.
Tanto en las sesiones plenarias como en el Padare y las reuniones de información y debate, ha 
quedado patente que la sexualidad es una cuestión importante que se plantea hoy a las iglesias. 
Es evidente que las cuestiones relativas a la sexualidad han sido y siguen siendo causa de 
división para algunas iglesias.
El término "globalización", cuyo uso se ha generalizado en los últimos años, se ha escuchado 
reiteradamente durante esta Asamblea. Como se indica en el documento EVC (párr.. 2.9), "el 
surgimiento... de estructuras de comunicación, financieras y económicas transnacionales, y de un 
alcance cada vez más global ha creado una unidad mundial de carácter particular" a costa de "una 
fragmentación creciente de la sociedad y la exclusión de más y más personas de la familia 
humana... Esta situación constituye una grave amenaza que se cierne sobre la integridad del 
Movimiento Ecuménico, cuyas formas institucionales representan un modelo peculiar de relaciones, 
basado en la solidaridad y el compartir, la responsabilidad y el fortalecimiento mutuos."
En muchos países del Norte se ha intensificado la campaña en favor de la condonación de una deuda 
imposible de pagar. En la sesión plenaria sobre África, en particular, así como en muchos otros 
momentos de esta Asamblea, se ha hecho un llamamiento a la comunidad de las iglesias miembros, 
las instituciones relacionadas con las iglesias y los movimientos sociales, para que den especial 
prioridad al trabajo destinado a posibilitar la condonación de las deudas que imponen una pesada 
carga a aquellos países que menos pueden permitirse tal sangría de sus recursos. El CMI debería 
elaborar un plan de acción sobre la condonación de la deuda que tenga en cuenta la complejidad de 
la cuestión para que esta remisión de la deuda permita liberar de la pobreza a los ciudadanos de 
esos países.
Como se ha señalado en la introducción, el Consejo cuenta con limitados recursos financieros y de 
personal con los que asumir el mandato de su trabajo futuro. En consecuencia, se han hecho muchas 
sugerencias acerca de los métodos que el Consejo podría aplicar en el próximo período. En el 
documento EVC se recomienda que las iglesias miembros, las redes y organizaciones relacionadas 
con el CMI asuman su parte de responsabilidad para llevar a cabo los programas y las actividades.
En todos los grupos temáticos de las reuniones de información y debate se pidió que se atribuyera 
la debida importancia a la necesidad de sentar las bases teológicas y bíblicas de los programas. 
Esto exigirá estrechas relaciones de trabajo y responsabilidades compartidas entre los equipos, y 
la colaboración, en particular, de Fe y Constitución.
Un marco y un foco para las actividades futuras del Consejo
El proceso de Entendimiento y Visión Comunes llama al Consejo Mundial de Iglesias a profundizar 
decisivamente, así como a ampliar, la comunidad que compartimos como iglesias. Nuestro testimonio 
y nuestro servicio en el mundo, que se necesitan hoy con mayor urgencia que nunca, dependen del 
fortalecimiento espiritual de nuestros vínculos de compromiso y responsabilidad. Debemos, como lo 
hemos prometido en Harare, "construir juntos".
Antes de reunirnos otra vez en asamblea, será necesario examinar la vida de cada iglesia miembro 
desde un punto de vista ecuménico a la luz de estas cuatro preguntas. Nuestra respuestas comunes 
servirán para construir nuestra vida juntos y fortalecer nuestro testimonio en el mundo. No hay 
tarea más importante que ésta. Todas las actividades del CMI deberían estar centradas en estas 
cuatro preocupaciones.
En este informe se presenta el contenido programático de las futuras actividades del Consejo en 
el próximo período, así como un marco para centrarlas y orientarlas. El Comité de Orientación 
Programática no pudo integrar plenamente ese contenido programático en el marco propuesto: por lo 
tanto, recomendamos que un pequeño grupo de trabajo continúe esta tarea como preparación 
para la reunión de agosto de 1999 del Comité Central.
1. Texto de la Carta de los Niños.
2. Notas tomadas en las fases I y II de las reuniones de información y debate y en los seis 
grupos temáticos del Padare
3. Informes originales de las fases I y II de las reuniones de información y debate
4. Informes del Comité de Cuestiones de Actualidad
5. Informe del Comité de Examen II
6. Plan de Acción del CMI sobre la condonación de la deuda
7. Carta del Festival del Decenio "De la solidaridad a la responsabilidad"
 

 Arriba 
Informe del Comité de Examen I / Informe del 
Comité de Examen II
Hacia un Entendimiento y una Visión Comunes
Nuestra Visión Ecuménica
