Durante la asamblea se celebró una sesión plenaria sobre Africa, donde los datos de la realidad económica y social en el continente, como así también de la vida de las iglesias brindaron un panorama acertado, pero preocupante. Una dramatización dió comienzo al tratamiento del tema. En ella, tres personajes, un anciano, una mujer y un joven, reflejaron en el diálogo el conflicto entre dos herencias: la opresión y la dominación por un lado, y la resistencia y la lucha por otro, que han dado paso a la situación actual en la cual África está definiendo su futuro. |
El mensaje de la dramatización fue complementado por dos ponencias a cargo de Barney Pityana, ex-director del Programa de Lucha contra el Racismo del CMI, y Mercy Oduyoye, quien ocupó el cargo de secretaria general adjunta del CMI varios años atrás. Pityana aclaró al comenzar su alocución que quería evitar caer en la visión fatalista y desalentadora de África como un continente en contínua crisis, como suele enfatizarse en la actualidad. No obstante, no ahorró cifras para describir una realidad apremiante: 220 millones de personas ganan menos de un dólar diario, 122 millones son prácticamente analfabetos y 205 millones no tienen acceso ni al agua potable ni a programas de salud. A esto deben agregarse otras cifras, como la de la deuda externa de todos los países de África central y del sur que asciende a 227 mil millones de dólares, siendo que cada hombre, mujer y niño africanos deben 379 dólares a los organismos financieros internacionales. Pero Pityana no se dejó abatir por la situación que describía. "Aunque estoy de acuerdo en que África debe asumir la responsabilidad de la gestión de sus asuntos, no se puede perder de vista el hecho de que la pobreza no es un estado natural del género humano", señaló. "La pobreza es una situación creada por los seres humanos, porque es la consecuencia de la adopción de medidas políticas que empobrecen a unos y enriquecen a otros. En la medida en que la pobreza se debe a los propios seres humanos, creo que puede erradicarse." Como solución a este cuadro de pobreza, el orador enfatizó la necesidad de trabajar por la democracia, los derechos humanos y la buena gestión de los asuntos públicos. Hizo también un llamado a "la regeneración moral del continente africano y de sus pueblos" y para ello consideró que era necesario que los africanos "se abran a un ideal conforme al cual la humanidad de cada uno está ligada a la humanidad de otros". Enfatizó que este era el mejor ideal que se podía legar a las futuras generaciones
Por su parte, Mercy Oduyoye se refirió a la necesidad de desarrollar una identidad cultural netamente africana, forjando un cristianismo que no anule la africanidad sino que contribuya a su enriquecimiento. También condenó la visión fatalista de África que se emite a través de los medios de comunicación occidentales y la idea de que "Africa ha sido abandonada". Lamentó los proyectos de democratización y de control de la población concebidos desde afuera y los ajustes económicos estructurales "que hacen recaer sobre los pueblos mismos la responsabilidad de seguir con vida". En relación al crecimiento numérico del cristianismo en los últimos años, lamentó que el mismo no vaya acompañado por "la correspondiente madurez teológica, litúrgica y económica". Respecto a este tema, convocó a las iglesias africanas a desarrollar su propia forma peculiar de vivir la fe como una contribución al cristianismo y "al significado universal de la venida de Cristo".
El presidente Nelson Mandela también se refirió a la situación africana en su alocución durante la ceremonia de celebración del 50 aniversario del CMI. "Mi África sueña con un renacimiento africano en el cual, a través de la reconstrucción y del desarrollo, superaremos el legado de un pasado devastador y aseguraremos la paz, los derechos humanos, la democracia, el crecimiento y el desarrollo como una realidad viva para todos los africanos." Luego de agradecer al CMI por su apoyo a las luchas de liberación treinta años atrás a través del Programa de Lucha contra el Racismo, Mandela pidió al CMI que acompañe al pueblo africano "en la nueva y más difícil lucha por el desarrollo y el fortalecimiento de la democracia".
La situación en Zimbabwe también tuvo su eco en la asamblea. Durante la sesión inaugural, Simo Vengesai Muzenda, en representación del gobierno nacional, se refirió a la dura situación económica y solicitó al CMI que apoye las gestiones para lograr una justa distribución de la tierra en su país. Zimbabwe es un país de 390 mil kilómetros cuadrados de territorio, en el que habitan 11 millones de personas, de las cuales el 73 por ciento lo hace en las zonas rurales. El 85 por ciento de la población alcanzó un nivel educativo medio. Son tres los idiomas oficiales de Zimbabwe: inglés, shona y ndebele. El desempleo llega a casi el 50 por ciento de la población económicamente activa y el ingreso promedio de cada trabajador apenas redondea los 600 dólares anuales. El nivel sanitario de la población es muy bajo. Debido a ello, el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) se ha extendido rápidamente en este país, donde el 32 por ciento de la población ya es seropositiva. Cada semana mueren unas 700 personas por este mal y los huérfanos provocados por esta enfermedad alcanzan al medio millón de niños.
Uno de los problemas más acuciantes está ligado a la distribución de la tierra. La población blanca en Zimbabwe apenas llega al 2% del total, pero es la dueña del 70% de la tierra cultivable. Desde que asumió el poder en 1980, el líder Robert Mugabe viene prometiendo una redistribución adecuada. Pero hasta el momento no se ha realizado, y las tierras expropiadas pocos años atrás fueron a manos de la elite política, sin beneficiar al pueblo. Es así, como en este momento unos 4 millones y medio de zimbabwenses viven de la ayuda alimentaria que puede prestarles el gobierno o las agencias internacionales, sin mayores perspectivas para su futuro. Esta situación se ve agravada porque Zimbabwe participa en la guerra civil que tiene lugar en la República Democrática del Congo, y muchos recursos son utilizados en armamentos. Hasta los granjeros blancos consideran que debe haber una redistribución de la tierra, pero toda la población coincide en que los mecanismos para lograrlo deben ser honestos, transparentes y proveer de una compensación a sus actuales dueños.
En su discurso ante el plenario de la asamblea, el presidente Mugabe criticó duramente el orden económico mundial actual y señaló que gobiernos e iglesias deben trabajar juntos para el bien de la humanidad. Mientras tanto, representantes sindicales hicieron llegar a la asamblea su protesta ante la prohibición de las huelgas, emitida por el gobierno recientemente. Estas huelgas afectaron en cierta medida el normal desarrollo de la preparación del lugar donde se celebraría la asamblea, razón por la cual debieron contratarse los servicios de empresas privadas para realizar esta tarea.
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