octava asamblea y 50 aniversario
Juntos en Camino
1. Introducción y Apreciación Personal

Dafne Plou



El sonido de los tambores y de las marimbas dio un ritmo especial a las actividades que se desarrollaron durante la Octava Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), en la ciudad de Harare, Zimbabwe, del 3 al 14 de diciembre de 1998. La música, melodiosa y alegre, que surgía de la enorme carpa donde se celebraron los devocionales diarios y los cultos especiales, envolvía también a los abundantes árboles, flores y pájaros que enriquecían con su presencia el amplio predio de la Universidad de Zimbabwe, que con sus modernos edificios y extenso parque, fue la sede de esta gran reunión, que congregó a 4500 personas de más de 100 países.
Culto inaugural de la Asamablea

Cuando el Comité Central, máximo órgano de gobierno del CMI entre asambleas, decidió en la reunión que se celebró en Johannesburgo, Sudáfrica, en enero de 1994, que la sede de la próxima asamblea sería la ciudad de Harare, lo hizo para dar aún mayor visibilidad al compromiso ecuménico y a la solidaridad del CMI con los pueblos de Africa, donde el cristianismo está creciendo a un ritmo acelerado. Veintitrés años atrás, en 1975, otra ciudad africana había sido sede de un evento similar. La Quinta Asamblea del CMI se celebró en Nairobi, Kenia, en un momento en el cual el continente estaba en plena ebullición por las luchas de liberación en varios países y la reciente independencia del colonialismo que ya celebraban varios de ellos. A través del Programa de Lucha contra el Racismo, que está cumpliendo 30 años de su creación, las iglesias miembros del CMI trabajaron denodadamente denunciando el racismo, el régimen del apartheid en Sudáfrica y apoyando humanitariamente la lucha por la liberación en Zimbabwe, entre otros.

Durante la década que está por finalizar, la situación en Africa ocupó un lugar central en la preocupación del CMI. Durante la guerra civil en Ruanda, el CMI jugó un papel esencial en favor del entendimiento y la paz y participó activamente en el apoyo que la comunidad ecuménica internacional impulsó para la reconstrucción de este país y con la asistencia humanitaria en los campos de refugiados. En colaboración con la Conferencia de las Iglesias de Toda el África, el CMI continuó con sus esfuerzos para poner fin a la guerra civil en Sudán, que lleva más de 40 años, y prestó especial atención al sufrimiento del pueblo ogoni, en Nigeria, que estaba siendo víctima de la destrucción de su medio ambiente por parte de empresas petroleras transnacionales y del trato inhumano por parte de las fuerzas de seguridad de ese país. También se preocupó por los golpes de Estado y las guerras civiles en Liberia, Sierra Leona y la ahora República Democrática del Congo y sus negativas consecuencias para la población.

En mayo de 1997, el CMI convocó una reunión de 80 expertos de toda África para culminar dos años de estudio y diálogo sobre la "reconstrucción de África". Este programa incluyó una serie de visitas de solidaridad por todo el continente que enriquecieron el informe final. Si bien la situación que atraviesa la región es apremiante, las primeras notas del informe sobre la reconstrucción de África son esperanzadoras. La reunión, que se llevó a cabo en Johannesburgo sobre el tema "El jubileo y el kairos de África", trazó una visión jubilar africana para el nuevo milenio que podrá lograrse, entre otras metas, "si los africanos están de acuerdo en trabajar juntos con un espíritu de panafricanismo y en aprovechar responsable y éticamente sus recursos humanos y naturales".

La situación africana permeó varios de los debates durante la asamblea e hizo aún más pertinentes y profundas las reflexiones que se vertieron sobre el tema central y otras cuestiones, como la vigencia de los derechos humanos, la globalización y sus efectos en los pueblos de los países del Sur y la crisis de la deuda externa. Pero la asamblea también se vió sacudida por un intenso debate interno sobre los alcances y el futuro del movimiento ecuménico y el logro de una participación más efectiva y equitativa de todas las iglesias miembros. Durante el mismo se escuchó con singular fuerza la voz de las iglesias ortodoxas.

Todo esto ocurrió en el marco de la austera, pero gozosa, celebración de los 50 años de vida del CMI, fundado en septiembre de 1948. El mensaje de este jubileo quedó plasmado en el tema que se eligió para esta Octava Asamblea: "Buscad a Dios, en la alegría de la esperanza". Para el Dr. Konrad Raiser, secretario general del CMI, este tema fue una invitación a las iglesias para que "en el espíritu del jubileo se liberen de la cautividad institucional y doctrinal. Es una invitación a la conversión, a volverse a Dios para avanzar nuevamente".

En la asamblea, las iglesias que integran el movimiento ecuménico iniciaron esta búsqueda, sintiéndose responsables unas para con otras, en diálogo y comprensión de los múltiples desafíos que les depara trabajar por la unidad en el testimonio y la acción de los cristianos al cumplirse dos mil años de la venida de Cristo al mundo.



1.1 Las tareas de la Octava Asamblea

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