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from inter-church aid to jubilee: a brief history of ecumenical diakonia in the wcc Acrobat® pdf-file (112KB)

Las actividades del Equipo de Diaconía y solidaridad son una continuación de la labor de la Unidad IV - Compartir y Servir, forman parte de la historia y la experiencia del CMI en el marco del ministerio diaconal (servicio cristiano) y de la solidaridad con los marginados y los excluidos y se fundamentan en las consultas ecuménicas que tuvieron lugar en Lárnaca (1986) y El Escorial (1987).

En la Consulta Mundial de Lárnaca, Diaconía 2000: llamados a ser prójimos, celebrada en 1986, las iglesias reconocieron la necesidad de una diaconía más holística y liberadora, encaminada a la transformación a todos los niveles, y que tuviera en cuenta otras formas de ayuda menos conocidas y no sólo la ayuda material. Ese fue el resultado de un proceso que se inició en Uppsala en 1968 cuando las iglesias empezaron a apartarse de un enfoque estrecho y paternalista del desarrollo para adoptar una óptica más global que ponía en tela de juicio el status quo. Los debates que tuvieron lugar a lo largo de los años 70 en torno a cuestiones relativas a la justicia y el servicio, y la decepción en cuanto a las expectativas de "desarrollo" habida cuenta de la incipiente crisis de la deuda durante los años 80 fueron factores importantes de ese proceso. En Lárnaca no se habló de soluciones, antes bien, de un camino a seguir.


Larnaca, Chipre, 1986

 


El Escorial, España, 1999

El año siguiente, otra consulta mundial del CMI celebrada en El Escorial, con el título Koinonia: Compartir la vida en una comunidad mundial, se centró en el compartir ecuménico de recursos. En ella se elaboraron directrices para una "disciplina ecuménica" del compartir de recursos: la colaboración en pie de igualdad sobre la base de un sistema de valores fundamentalmente distinto; asimismo se impugnaron las causas y las estructuras principales de la injusticia y se puso en evidencia la necesidad de ayudar a las personas a realizarse en todo su potencial, de promover y fortalecer la misión holística de la Iglesia y el compartir ecuménico, de superar todas las barreras entre religiones e ideologías, y de facilitar el diálogo y la participación.

Los conceptos de poder y de potenciación fueron fundamentales para la Séptima Asamblea del CMI en Canberra, Australia, en 1991, que puso en evidencia que las injusticias del mundo no se deben a una falta de recursos sino a la injusta distribución de esos recursos. La necesidad de dar los medios necesarios a los miembros de la comunidad para que redescubrieran todo su potencial y sus recursos, preservando su dignidad y el derecho a determinar su propio destino pasó a ser un aspecto central de la labor de Compartir y Servir.

Reunida en Bangkok, en 1993, la Comisión de Compartir y Servir insistió nuevamente en la importancia de las actividades a nivel regional y abordó particularmente la problemática del género y de los jóvenes, así como el concepto bíblico de "jubileo" en relación con la evolución del mundo contemporáneo.

Al concepto de "jubileo" se alude en el capítulo 25 del Libro del Levítico, como "año de gracia del Señor" que habría de observarse cada 50 años y en cuya ocasión se proclamaría la libertad para todos los habitantes de la tierra, se condonarían las deudas, se restituirían los bienes a sus propietarios originales, se liberaría a los esclavos y se dejaría la tierra en reposo por un año.

A ese respecto, la Comisión de Compartir y Servir, reunida en Alejandría, en 1995, aprobó una "Estrategia para el Jubileo", un plan para los años 1995 a 1998 encaminado a poner en práctica los principios del jubileo bíblico en el mundo contemporáneo. Para ello, en el documento se definieron cinco grupos destinatarios de acciones prácticas de solidaridad: los niños, las mujeres marginadas y excluidas, las personas marginadas por razones económicas y políticas, las personas desarraigadas y las personas víctimas de conflictos y desastres.

Después de la Octava Asamblea en Harare, Zimbabwe, en 1998, y en el marco de la nueva visión y estructura del CMI, el Equipo de Diaconía y solidaridad ha centrado sus actividades en los principios, enseñanzas y experiencia mencionados más arriba, a fin de hacer frente a los problemas que plantea la evolución del contexto mundial. Su objetivo sigue siendo idear nuevos y creativos mecanismos que promuevan el compartir, la responsabilidad mutua, la defensa de la causa de los más desfavorecidos, la solidaridad y la justicia en las relaciones.

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