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Asuntos internacionales,
paz y seguridad humana


  • Oficina de enlace del CMI con las Naciones Unidas en Nueva York
  • Historia
  • Semana de promoción en las Naciones Unidas en 2004
  • Semana de promoción en las Naciones Unidas en 2003











  • PROMOCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LAS NACIONES UNIDAS

    Juntas, la verdad, la justicia y la paz representan los valores básicos para garantizar los derechos humanos, la inclusión y la reconciliación. Cuando se abandonan esos valores, la confianza se convierte en temor y el poder humano deja de estar al servicio del don de la vida y de la santidad y la dignidad de toda la creación.

    El CMI debe... servir de plataforma común para las actividades de defensa y promoción y hacer oír las voces de las iglesias en el marco de instituciones y medios internacionales que actúan en el escenario mundial.

    - Harare, 1998, Octava Asamblea del CMI


    Oradores y personal del CMI en un seminario sobre "Paz y derecho internacional en Israel y Palestina", realizado en la Ciudad de Nueva York durante la Semana de Promoción de los Derechos Humanos y los Asuntos Internacionales de 2003


    En la Conferencia de Iglesia y Sociedad, celebrada por el CMI en 1966, se señaló que:

    La ONU es la mejor estructura de que se dispone hoy en día para alcanzar los objetivos de paz y justicia en el plano internacional. Al igual que todas las instituciones, no es sacrosanta, y es necesario hacer muchas modificaciones a su Carta para satisfacer las necesidades del mundo de hoy. Sin embargo, instamos a las iglesias del mundo a defenderla de todo ataque que pudiera debilitarla o destruirla y a buscar y promover la forma de transformarla en un instrumento que sea plenamente capaz de garantizar la paz y la justicia a escala mundial.

    Con motivo del quincuagésimo aniversario de la adopción de la Carta de la ONU, el Comité Central (Ginebra, 1995) reafirmó el compromiso del CMI con los principios y objetivos de la Carta y el papel central de las Naciones Unidas en la gestión de las relaciones internacionales, la protección del imperio de la ley en todo el mundo y la elaboración de reglas y normas que rigen la conducta internacional en pro de la humanidad en su conjunto y del medio ambiente mundial.

    Sin embargo, el Comité Central manifestó también su profunda inquietud respecto de ciertas tendencias surgidas en las Naciones Unidas que la han desviado de las aspiraciones enunciadas en el Preámbulo de la Carta y que socavan la confianza pública. Asimismo, instó a efectuar una reforma de las Naciones Unidas que garantice la plena participación en la toma de decisiones efectiva por parte de todos los Estados miembros y que a su vez corrija la situación actual, en la que se tiende a relegar a las naciones pequeñas, pobres y menos poderosas a un papel secundario en la formulación y ejecución de las políticas internacionales.

    El examen de 1995 de las relaciones entre el CMI y la ONU arrojó una serie de conclusiones importantes, entre las que se incluyen las siguientes:

    El CMI tiene su propio programa. Debemos estar atentos a las novedades en la ONU y a los demás acontecimientos internacionales para elaborar ese programa, y luego fomentar las relaciones con el sistema de las Naciones Unidas de manera que respondan a nuestras propias prioridades para evitar desviarnos o que otros nos coopten.

    Promover instrumentos eficaces de gobernanza mundial forma parte del programa, por lo que el CMI ha de proporcionar información a las iglesias miembros y movimientos conexos y alentarlos en sus esfuerzos por mejorar el sistema de las Naciones Unidas y hacerlo más sensible a las necesidades de los pueblos. En este sentido, la Oficina de enlace de la CIAI en la Sede de las Naciones Unidas desempeña un papel específico.

    El CMI debe utilizar eficazmente los mecanismos de la ONU a los que tiene acceso para presionar a los gobiernos a fin de que respeten las reglas y normas internacionales, como las referidas a los derechos humanos. En este proceso, el CMI debe apoyar a sus asociados y permitirles representar sus propios intereses en los foros pertinentes de las Naciones Unidas.

    Cuando se prevé que acontecimientos especiales, como las conferencias mundiales, se traduzcan en nuevas políticas o compromisos constructivos de los gobiernos y la comunidad internacional que tengan relación directa con el programa ecuménico, el CMI debe utilizarlos como incentivos para ayudar a las iglesias a sistematizar sus análisis y recomendaciones. Una de las metas es, claro está, intervenir en la elaboración del programa internacional. Otra meta válida consiste en aprovechar esas ocasiones para aumentar la capacidad de las iglesias y demás asociados y entablar relaciones más eficaces con otros grupos que comparten nuestros objetivos. La participación en este proceso exige el compromiso de ayudar a elaborar el programa de acontecimientos de esta clase desde las primeras fases de preparación.

    A menudo el CMI puede aumentar al máximo su influencia en el programa de la ONU mediante la colaboración selectiva con otras organizaciones no gubernamentales y organismos de coordinación.

    Es necesario establecer prioridades claras en la labor ecuménica con la ONU. No se puede ni se debe pretender abarcar todo el espectro de cuestiones que aborda la ONU, sino sólo las que tienen relación con los asuntos prioritarios de su propio programa. La experiencia demuestra que la cooperación diaria con determinados organismos y órganos de formulación de programas especializados es, por lo general, más eficaz que las colaboraciones menos específicas.

    En su relación con la ONU, el CMI funciona como organización no gubernamental mediante la relación formal de la CIAI con el Consejo Económico y Social y varios organismos especializados, y otras relaciones que mantiene con otros programas del Consejo. De hecho, el CMI bien podría considerarse la más grande y representativa, en términos geográficos, de las ONG internacionales y, quizás, una de las que mejor conoce las realidades locales. Ésta es una función esencial de las iglesias que los asociados de la ONU suelen valorar mucho.

    No obstante, el papel del CMI en relación con la ONU no debe limitarse al que desempeña una ONG, ya que tiene una responsabilidad más amplia ante el mundo: difundir las concepciones éticas, morales y espirituales que deben cimentar las relaciones internacionales.

    En general, las relaciones entre el CMI y la ONU deberían considerarse a la luz del modo en que podríamos utilizar los instrumentos que proporciona la ONU para alcanzar la visión ecuménica de un mundo justo y pacífico. Así, no se convierte en una carga extra, sino en parte de la labor general del Consejo.


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