El encuentro forma parte de una iniciativa lanzada por el presidente del BID, Enrique Iglesias, en cuyo marco ya hubo encuentros similares con la Iglesia Católica Romana y las comunidades judías de la región. Según los participantes evangélicos, durante el mismo ambas partes lograron romper algunos esquemas y prejuicios, aunque prevalecieron interpretaciones diferentes sobre ciertos asuntos claves.

La delegación evangélica, integrada por 24 miembros, presentó su posición en un documento titulado ‘El Jubileo en tiempos de globalización’. En él se sostiene que, para transformar la actual situación de saqueo de la naturaleza e injusta distribución de los recursos económicos, es urgente una revolución ética basada en principios derivados del Jubileo bíblico. A saber: la responsabilidad ecológica, el derecho a la vida, la mayordomía de los bienes materiales y el deber de hacer justicia.

De parte del BID participaron del encuentro, además del presidente de la entidad, otros funcionarios de primer nivel. Estos compartieron información acerca de la realidad económica y social latinoamericana, y enfatizaron la necesidad de combatir la corrupción imperante en muchos países. También sostuvieron que el gasto social no es la fuente principal de la inestabilidad fiscal, sino una inversión indispensable para el desarrollo.

Durante el encuentro fue subrayado que entre los factores externos que agravan el problema de la pobreza, se destacan la deuda externa y su incremento, el deterioro de los precios de los productos de exportación latinoamericanos, el proteccionismo de los países desarrollados y el flujo desmedido de capitales especulativos.

La condonación de la deuda externa, propiciada por los evangélicos, fue uno de los desacuerdos del encuentro. El presidente del BID aseguró que esa medida no erradicaría el problema de la pobreza del subcontinente. Asimismo, los evangélicos sugirieron que sus congregaciones y organismos podrían canalizar recursos económicos del banco, pero los funcionarios de éste sostuvieron que esto sólo pueden hacerlo instancias gubernamentales. Según los participantes del encuentro, la necesidad de recuperar la dimensión ética de la economía provee la base para pensar en nuevas posibilidades de colaboración en la lucha contra la pobreza. Las iglesias podrían colaborar con el BID como interlocutores en la definición de políticas y en el monitoreo y evaluación de los programas financiados por el banco. Éste, por su parte, podría formar miembros de las iglesias como facilitadores del desarrollo integral, y fortalecer institucionalmente a las iglesias como entidades de servicio.

Éste fue el principal resultado de un viaje de sensibilización y estudio de una semana de duración auspiciado por el CMI. Los jóvenes participantes tomaron conocimiento de la realidad local mediante el contacto directo con jóvenes, líderes políticos, defensores de los derechos humanos, y miembros de las iglesias cristianas locales. Además, participaron de un seminario de dos días sobre el estatuto de la ciudad.

Este último es un asunto clave en el proceso de paz en Medio Oriente. La peculiaridad de Jerusalén deriva de que tanto palestinos como israelíes la consideran su capital, y tres religiones (Judaísmo, Cristianismo e Islam) ven en ella a su ciudad santa. De aquí que la cuestión de Jerusalén haya llamado la atención del CMI en reiteradas oportunidades desde 1948.

En la reciente Asamblea celebrada en Harare (1998), fue reafirmada la convicción de que las tres religiones involucradas "comparten la responsabilidad de cooperar para asegurar que Jerusalén sea una ciudad abierta" a los adherentes de todas ellas. Además, la Asamblea reiteró que "Jerusalén debe ser una ciudad abierta a todos y sin exclusiones" y que "debe ser una ciudad compartida en cuanto a la soberanía y a la ciudadanía". Y en la última sesión del Comité Central (septiembre de 1999) se insistió en que los cristianos tienen la responsabilidad de "orar y obrar por la paz en Jerusalén".

Combinando música, danza, canto y poesía, este original espectáculo busca comunicar los esfuerzos e iniciativas que distintas iglesias, organizaciones y comunidades llevan adelante para contribuir a la paz y la reconciliación en sus respectivos contextos. La producción, auspiciada por el CMI en el marco del Decenio para Superar la Violencia, está basada en iniciativas locales desarrolladas en siete ciudades de cinco continentes en el marco de la campaña "Paz a la Ciudad" del CMI.

Concebido por la teóloga y artista brasileña Lusmarina Campos Garcia, el espectáculo cuenta con la participación de la compañía de danza contemporánea de la coreógrafa Marcia Milhazes y el aporte musical del Trío Aquarius, ambas agrupaciones también brasileñas.

Luego del estreno en la EXPO 2000, el espectáculo será presentado en iglesias, escuelas y teatros durante una gira que incluirá varias ciudades europeas desde el 18 de septiembre hasta el 2 de octubre.

Para el año próximo está prevista una presentación en la asamblea de la organización Church Women United, que se celebrará en julio en Milwaukee (Estados Unidos), y una gira posterior por ciudades estadounidenses.