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Agua El Decenio de las Naciones Unidas sobre el Agua Dulce (2005-2015) recalca que el agua es un elemento esencial para la diversidad de la vida en la tierra y para el bienestar de la humanidad. El acceso a fuentes de agua dulce está siendo una cuestión urgente de vida o muerte por todo el planeta. El mundo está al borde de una grave crisis de agua que pondrá en peligro la supervivencia de muchas comunidades en varias partes del mundo. La biodiversidad se ve también amenazada por el agotamiento y la contaminación de los recursos de agua dulce. La actual crisis tiene dos dimensiones: los efectos sobre la ecología del planeta y la injusticia que padecen determinadas comunidades vulnerables en el Sur y en el Norte. La supervivencia de 1.200 millones de personas está actualmente en peligro por la falta de agua y la insuficiencia de instalaciones sanitarias. Por la misma razón, cada día se pierden las vidas de 6.000 niños. Para quienes luchan contra el VIH/SIDA, la mala calidad o la falta de agua es una barrera más que hay que superar. En el mundo de hoy, la desigualdad en el acceso al agua es causa de conflictos entre y en el interior de pueblos, comunidades, regiones y naciones. Estos conflictos se dan en zonas en que falta agua o la mayor parte de la que existe está contaminada. Muy a menudo en estas situaciones los más pobres soportan la carga más pesada.

Muchachas sacando agua de un pozo, Afganistán + Documentos, recursos, vínculos sobre los problemas del agua

Al mismo tiempo el ecosistema frágil están directamente amenazados. Se pierden especies marinas por la contaminación y la pesca descontrolada; los niveles de cursos de agua y lagos subterráneos descienden por la extracción excesiva; los humedales se secan llevando la muerte a la flora y la fauna. Las iglesias, los organismos afines a ellas y las organizaciones ecuménicas han formado una Red Ecuménica del Agua para facilitar su cooperación en respuesta a estos retos. SEK-FEPS (Federación de Iglesias protestantes de Suiza), declaración ecuménica suiza-brasileña sobre el agua “Aguas de Vida” – Red ecuménica del agua Problemas apremiantes Las cuatro cuestiones siguientes relativas al agua necesitan una especial atención urgente Amenaza ecológica Hay una estrecha conexión entre el agua y el cambio climático. Factores como la deforestación, los métodos de producción intensiva y la demanda de los consumidores, que conducen al cambio climático, han repercutido también sobre la disponibilidad de agua dulce. Al cambiar los modelos climáticos resulta afectada la meteorología, dando lugar a hechos como lluvias torrenciales, sequías prolongadas, fusión de hielos y elevación del nivel de los mares. La ecología de regiones enteras está bajo fuertes presiones, aunque –lo que es más positivo– la plantación de nueva vegetación estimula las precipitaciones en zonas más secas. Estilos de vida de producción y consumo En nuestro mundo global e interconectado, el agua no puede ser ya una simple cuestión local. Los hábitos de consumo malgastan el agua directa e indirectamente, en y a través de las regiones. Por ejemplo, la agricultura intensiva de de monocultivos para atender a la demanda de los consumidores necesita agua en grandes cantidades. La fabricación masiva de productos de plástico o la producción agrícola intensiva que requiere un riego constante sustraen el agua que necesitan las comunidades locales, tanto humanas como no humanas. El agua debería tratarse como un bien social y un derecho humano y no como un producto comercial. Deben garantizarse sistemas de precios accesibles bajo control público. Los costos que paguen los consumidores deberían reinvertirse en beneficio de la comunidad y no producir ganancias privadas. Comercialización Hay que oponerse a la tendencia a la comercialización de los recursos y servicios hídricos propugnada especialmente por entidades transnacionales de Europa occidental que trabajan en el sector del agua junto con instituciones financieras internacionales. La pérdida de control público y de participación popular en la administración del agua en todos los niveles es una cuestión grave. Es esencial dar mayor prioridad al control local de suministros de agua localizados. Solidaridad con las comunidades vulnerables El acceso al agua es desigual. Algunas comunidades son mucho más vulnerables que otras. Entre ellas están los países y regiones de baja altitud, amenazados por la elevación del nivel de los mares. En muchos otros lugares, la amenaza es el cambio en el régimen de lluvias o la aceleración del deshielo de las nieves perpetuas, que influyen sobre los sistemas fluviales nacionales e internacionales. Como miembros del Cuerpo de Cristo, tenemos que vivir apoyándonos mutuamente. Debe prestarse especial atención a los más vulnerables. El reparto equitativo del agua es una expresión esencial de solidaridad mundial y una respuesta práctica al mandamiento de crear juntos una sociedad justa. Además, el estilo de vida de comunidades humanas (y no humanas) vulnerables, a menudo más sensibles a los ritmos naturales de vida, ofrece algunas pistas sobre la manera de lograr la sostenibilidad. Fe cristiana y acción En la Biblia, el agua es la cuna de la vida, expresión perpetua de la gracia de Dios. Es una condición básica para toda la vida en la Tierra y debe ser protegida y compartida en beneficio de todas las criaturas y de la entera creación. Hay pues motivo para la denuncia y la acción cuando el agua vivificante es universal y sistemáticamente amenazada. El agua es fuente de salud y bienestar y nos impone una responsabilidad a los seres humanos, como copartícipes y ministros de la Creación. La Iglesia, como Cuerpo de Cristo en este mundo, necesita sanar y reconciliar este mundo descompuesto, e impedir más descomposición y decaimiento en el futuro. Optamos pues por la vida contra la muerte, y queremos proteger las Aguas de Vida para todos. Tanto en el plano local como en el internacional hay respuestas positivas y creativas para reforzar el testimonio cristiano en el tema del agua. Ante estos problemas, hay que congratularse por las posiciones que cada vez más adoptan las iglesias y sus organismos afines en todo el mundo. Sin embargo, es vital dar una mayor prioridad a los problemas del agua dentro de nuestras denominaciones y confesiones eclesiásticas. Las entidades de base eclesiástica, próximas a las comunidades locales, están en condiciones de poner en práctica políticas que propicien el cambio. Al tener la confianza de las poblaciones locales, pueden apoyarse en sus valores religiosos y culturales para alzar su voz sincera contra la destrucción y la muerte. Pueden pasar por encima de los intereses adquiridos y movilizar con independencia recursos para hacer frente a los síntomas y las causas de la pobreza relacionada con el agua. Es esencial que las iglesias y las entidades cristianas colaboren con fuerzas inspiradas en los mismos principios éticos, tales como otras tradiciones religiosas y las ONG. Hay que establecer objetivos comunes sobre políticas y prácticas en relación con el agua para el futuro de la sociedad civil. Las perspectivas tecnológicas y económicas a corto plazo no son suficientes para determinar el futuro del agua en el mundo. Es necesario también que las organizaciones eclesiásticas, junto con otras, emprendan debates y acciones sobre políticas hidrológicas, dialogando en especial con los gobiernos y las instituciones multilaterales o empresariales. De esta manera se harán valer los derechos humanos y el bien común, y se propondrán otras formas de vida más respetuosas de los procesos ecológicos y más sostenibles a largo plazo. De todas estas maneras pueden y deben nuestras iglesias exigir un mayor compromiso a todos los niveles para promover acciones urgentes a favor del cambio. + Documentos, recursos, vínculos sobre los problemas del agua Vuelta à la página raíz "Tierra ecuménica"