Informe del Comité de Orientación Programática
Versión aprobada por la Octava Asamblea
Introducción
¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que, después que haya puesto el cimiento, no pueda acabarla y todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: "Este hombre comenzó a edificar y no pudo acabar" Lc 14:28-30Una de las tareas de los delegados en la Asamblea es determinar la política general del Consejo Mundial de Iglesias y examinar los programas emprendidos para aplicar las directrices previamente adoptadas (Constitución del CMI, V.1.c.3). La Asamblea debe examinar las actividades del Consejo durante los últimos siete años y dar orientaciones para las actividades del Consejo en el futuro. ¿Con qué criterio se examina el pasado y se establecen orientaciones para el futuro? La Base dice que el Consejo Mundial de Iglesias es una comunidad de iglesias... que procuran responder juntas a su vocación común (artículo I, Constitución del CMI). En el documento Hacia un Entendimiento y una Visión Comunes del CMI se considera que esta vocación común integra la visión de Juan 17:21 ("que todos sean uno... para que el mundo crea") y la visión de Efesios 1:10 ("según este plan que se cumplirá finalmente a su debido tiempo, Dios va a unir bajo el gobierno de Cristo todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra") (párrafo 2.5., Documento EVC). Esta "vocación común" es la búsqueda de la unidad visible de la Iglesia para reconciliar la creación con Dios y consigo misma. |
El proceso
El Comité de Orientación Programática realizó su trabajo en dos fases. En
la primera examinó las actividades emprendidas por las cuatro unidades y la Secretaría
General, evaluando lo que se había logrado y señalando qué tareas
podrían continuar en el siguiente período. En la segunda fase, el Comité
trabajó en el marco de los seis grupos temáticos del Padare. Los miembros del
Comité dialogaron con los delegados, y aportaron sugerencias iniciales para nuevos
ámbitos de trabajo que fueron luego modificadas a la luz de las contribuciones ulteriores que
estos aportaron. El Comité de Orientación Programática presenta su informe
como un instrumento a través del cual la Asamblea puede determinar la política general
del Consejo Mundial para los próximos siete años.
Algunos de los temas eran comunes a todas las reuniones de información y debate.
¿Cuántas tareas se pueden asumir?
En un Consejo en el que la dotación de personal se redujo en el 45% desde la última
Asamblea, existe el peligro de que se pida al personal actual que siga produciendo el caudal de
trabajo de un grupo mucho mayor. El Comité de Orientación Programática se
enteró de que una de las consecuencias de la reducción del personal en el Consejo
había sido que algunos programas aprobados nunca pudieron emprenderse, y que otros
habían sido recortados. La reestructuración ha causado cierta inquietud por la
posibilidad de que se malogren las realizaciones así como las actividades que sería
preciso continuar. Es necesario crear de inmediato algún tipo de estructura que permita disipar
esas preocupaciones.
¿Cómo se llevarán a cabo?
La pregunta que el Consejo debe plantearse respecto de cada programa es la siguiente:
"¿Cuál es el método más apropiado y eficaz que se ha de aplicar?" El
personal tiene mucha experiencia en la utilización de diversas metodologías:
creación de redes, trabajo en colaboración, grandes conferencias y consultas, visitas a
iglesias miembros, publicaciones, o el traspaso de trabajo a grupos regionales. Sin embargo, hay
muchas formas nuevas de trabajar. El principal método que ha aplicado el Consejo ha sido el
de las consultas y los viajes de los miembros del personal a distintas partes del mundo. Tal vez este
no sea el mejor método, habida cuenta de los recursos reducidos de que se dispone para
cumplir el mandato del Consejo.
¿Quién las realizará?
En la publicación De Canberra a Harare se dice, "... el CMI no puede hacer todo, ...
[y] no es necesario ni debe tratar de hacer todo". Es bueno recordar que con frecuencia lo mejor es
enemigo de lo bueno. Puede ser que haya tareas que sólo el CMI puede asumir. Dos ejemplos
podrían ser el Programa de Lucha contra el Racismo (PLR), y el documento Bautismo,
Eucaristía y Ministerio. Sin embargo, sobre la base del principio de subsidiaridad, las
preguntas que la Asamblea y, a continuación el Consejo tienen que plantear a
continuación son, primeramente "¿Qué debe hacer el CMI?", y después,
"¿qué se debería hacer localmente?", "¿qué deberían hacer
otros organismos ecuménicos?" y "¿qué deberían hacer las Comuniones
Cristianas Mundiales?"
El CMI tiene un servicio especial que ofrecer al Movimiento Ecuménico único. Debe encontrar interlocutores, trabajar con ellos y alentar la cooperación en donde sea posible, preguntando directamente a otras organizaciones ecuménicas, institutos de enseñanza, Comuniones Cristianas Mundiales, e incluso a las propias iglesias, si están dispuestos a trabajar en nombre del Movimiento Ecuménico único.
¿Quién las recibirá ?
Huelga decir que el CMI ha realizado un trabajo considerable y de buena calidad de buen trabajo,
pero en gran parte no es conocido ni aprovechado por los dirigentes de las iglesias ni por los
cristianos de la base. A la luz del proceso del EVC, las iglesias deben hacer suyos los programas en
colaboración unas con otras, y arraigarlos en su vida.
La Oficina de Relaciones con las Iglesias y la Comunidad Ecuménica (ORICE) se creó después de la Asamblea de Canberra. Su mandato era profundizar el espíritu de comunidad y la responsabilidad entre las iglesias miembros, y entablar relaciones con iglesias y organizaciones que no son miembros. Las posibilidades de trabajo de la ORICE en cuanto a la ampliación de las relaciones del CMI exceden con mucho la capacidad de esta oficina que dispone de poco personal. El período anterior demostró claramente que esta función es esencial. La labor del CMI sobre Hacia un Entendimiento y una Visión Comunes, el lugar asignado a la participación de las iglesias ortodoxas en la vida del Consejo, las crecientes expectativas de las iglesias pentecostales, las iglesias evangélicas libres y las iglesias de reciente formación, las nuevas iniciativas del Grupo Mixto de Trabajo de la Iglesia Católica Romana y el CMI, y la eventual creación del "Foro", son todos elementos que indican claramente la necesidad de aumentar en gran medida la capacidad de esta oficina en el período siguiente a Harare.
La Oficina de Relaciones Interreligiosas (ORI) pasó a depender administrativamente de la Secretaría General, después de Canberra, con el propósito de desplazar el centro de la labor del "diálogo" a la promoción de las relaciones interreligiosas. El trabajo sobre las "dimensiones religiosas de los conflictos", que formaba parte del mandato anterior, merece mayor atención. La ORI se ocupará principalmente de ayudar a las iglesias miembros que viven en situaciones de pluralismo religioso y se enfrentan cada vez más con problemas de orden teológico, misiológico y político. Por último, en las nuevas estructuras, esta labor no debería circunscribirse a la tarea de una sola oficina sino realizarse de manera interactiva.
Por su parte, el Instituto Ecuménico de Bossey, cuatro años después de la Asamblea de Canberra, se transfirió de la Unidad I a la Secretaría General. Últimamente, este instituto ha demostrado un compromiso más dinámico en el ámbito de la formación ecuménica, a pesar de los períodos de incertidumbre financiera con que se ha enfrentado. En el próximo período, será preciso que el Instituto refuerce sus lazos con los ex alumnos interesados, amplíe los programas para laicos, establezca vínculos con otros institutos de formación ecuménica, y explore medios creativos de ofrecer la riqueza de sus recursos didácticos en otras partes del mundo. En este momento es aún más importante elaborar una formación y una reflexión ecuménicas destinadas a los dirigentes de iglesia, los profesores de seminarios y otras personas, así como prestar atención a los métodos del diálogo ecuménico. Y es necesario que se intercambien constantemente estas ideas y perspectivas con otros sectores de la vida del CMI.
La Oficina de Comunicación cumplió sus tareas fundamentales en el período ulterior a Canberra con una escasa dotación de personal y ampliando las posibilidades tecnológicas de su labor. La creación de Noticias Ecuménicas Internacionales (ENI) ha resultado particularmente eficaz pues constituye una fuente semiautónoma y fiable de noticias ecuménicas en todo el mundo. Subsisten dudas sobre el papel de los medios de comunicación impresos frente a los electrónicos, y hay que recordar la gran diversidad de necesidades de las iglesias miembros. Una de las prioridades del próximo período consistirá en aplicar claramente una estrategia y un proceso de comunicación integrados en todo el Consejo.
UNIDAD I - UNIDAD Y RENOVACIÓN
El mandato de esta Unidad, compartido parcialmente por otras unidades, es asistir a las iglesias miembros en los respectivos procesos de renovación y reconciliación, y obrar por la unidad visible de la Iglesia. Ello se hace mediante el diálogo y la reflexión teológicos, la formación teológica ecuménica, la participación de los laicos en la creación de una comunidad sin exclusiones, el culto y la espiritualidad. En la reunión de información y debate se afirmó que el anhelo de alcanzar la unidad visible debe situarse en el centro de la vida común de las iglesias; en el futuro, será preciso dar a esta prioridad una expresión más concreta en el programa del CMI.
Las actividades se llevaron a cabo en cuatro secciones.
Fe y Constitución
Debe esforzarse por aumentar la participación regional y la colaboración con otras
unidades, y hacer mucho mayor hincapié en el proceso de recepción como parte
integrante de su enfoque y estilo de trabajo. El trabajo sobre hermenéutica ecuménica
recibió una fuerte aprobación y se insistió en la necesidad de continuarlo. Se dijo
que el texto sobre "Nature and Purpose of the Church" (Naturaleza y finalidad de la Iglesia) se
encontraba en una etapa preliminar y que era preciso que lleguen a su madurez. El mandato de Evian
indicaba que Fe y Constitución debía realizar un estudio sobre "Identidad étnica,
nacionalismo y la unidad de la iglesia", estudio que acaba de iniciarse y se encuentra en una fase muy
preliminar.
La Participación de los Laicos en una Comunidad sin Exclusiones
Este tema, por las posibilidades que encierra, puede promover la renovación de las
congregaciones locales en la misión y tender puentes hacia otras actividades
programáticas del CMI: ofrece asimismo la posibilidad de establecer relaciones de
colaboración con movimientos y organizaciones de fuera del CMI. Esta sección puso de
relieve los recursos de que disponen las iglesias y el Movimiento Ecuménico, es decir las
personas que ya ejercen ministerios laicos y, por consiguiente, la necesidad de apoyar a las iglesias y
los movimientos en sus esfuerzos para capacitar y formar a laicos en el ejercicio de esos
ministerios.
Se reconoció que inclusión y visibilidad son asuntos de orden espiritual. Aunque las actividades relativas a las personas con discapacidades pasaron a depender administrativamente de esta sección (mientras que el sector de Juventud se ubicó en la Unidad III), se trata de una cuestión que atañe a la vida de las iglesias en todas sus dimensiones, a fin de que el cuerpo de Cristo pueda alcanzar su plena expresión.
Formación Teológica Ecuménica
En esta sección se destacó la necesidad de tener en cuenta la contextualización y
la creación de redes, así como la viabilidad y la pertinencia estratégica de la
formación teológica ecuménica, tanto para sacerdotes y pastores como para
laicos. La sección ha facilitado el intercambio interregional y el acceso a los recursos.
Dondequiera que se ubique esta nueva estructura, será importante conservar su
orientación regional, al tiempo que se abordan los temas fundamentales y los criterios de
formación teológica a escala mundial. Quedó claro que era preciso estimular a las
instituciones de formación teológica a que fuesen abiertas e inclusivas desde un punto de
vista ecuménico, e hiciesen teología con una perspectiva global en aras de la
renovación de la misión y el ministerio, así como de la salud del ecumenismo de
la iglesia.
Culto y Espiritualidad
La celebración común del culto es la expresión más visible del ecumenismo
y un poderoso instrumento para crear comunidades sin exclusiones y ayudar a dar a conocer la
riqueza espiritual de las distintas tradiciones, culturas y contextos. La sed de espiritualidad que se
manifiesta en nuestros días hace que esta labor sea prioritaria, y que el vínculo entre
espiritualidad y culto sea esencial. La publicación de liturgias e himnos utilizando material de
fuera del CMI ha resultado ser muy útil. Se recomendó a las iglesias la iniciativa de
determinar una fecha común de la Pascua.
UNIDAD II - LAS IGLESIAS EN MISIÓN - SALUD, EDUCACIÓN, TESTIMONIO
El mandato de la Unidad consistía en estimular y preparar a las iglesias para el cumplimiento del papel que les corresponde en la misión de Dios, apoyando y alentando su trabajo mediante la creación de redes, el seguimiento de las actividades y la exhortación a las iglesias a que adopten una actitud de responsabilidad y transparencia.
Misión
Se manifestó una gran preocupación por el futuro de la misión en el CMI, en
especial teniendo en cuenta las nuevas estructuras. Es necesario mantener la tradición del
Consejo Misionero Internacional. La misión debe mantenerse en el centro del Movimiento
Ecuménico y estar acompañada de la preocupación por la unidad.
Sería necesario completar la declaración sobre la misión que actualmente se está elaborando y continuar el estudio sobre el Evangelio y las Culturas y los trabajos de la Conferencia de Salvador (sobre todo por lo que se respecta al desarrollo de metodologías hermenéuticas para estudiar las culturas y el Evangelio); y debería prestarse una atención constante a la experiencia de los pueblos indígenas y a las cuestiones que éstos plantean, así como a la elaboración de métodos nuevos y eficaces para dar testimonio en las sociedades seculares.
El proselitismo continúa causando sufrimiento y es un problema que se extiende mucho más allá de los ex países comunistas, y que afecta a muchas más iglesias además de la ortodoxa. Lo que para una persona es proselitismo para otra es evangelización, y la condena del Consejo no ha conseguido disuadir a quienes siguen esa conducta. Las iglesias deben centrar su atención en el afianzamiento de su propia fe y misión, a fin de poder dar al pueblo un testimonio positivo, convincente y creíble, para lo que el CMI podría proporcionar medios.
No se realizó el estudio previsto sobre la significación teológica de otras religiones. En este caso, la reestructuración emprendida después de Canberra no ha dado resultado. El Comité de Orientación Programática tomó nota de los comentarios formulados en la reunión de información y debate sobre la Secretaría General y las modificaciones propuestas de la Constitución del Consejo, que apuntan, en uno y otro caso, a la necesidad de centrarse en esta labor y de consolidarla.
Salud
La misión de Dios incluye la curación en su sentido más amplio. Aunque el
trabajo en esta esfera se ha reducido, el Comité de Orientación Programática
señaló la importancia fundamental de la labor sobre el SIDA y encomió los
notables esfuerzos realizados hasta la fecha para exhortar a las iglesias a que aborden esta
cuestión y para darles medios para la reflexión y la acción.
La educación seguirá siendo objeto de la atención del CMI con miras a dotar de medios a las iglesias para la misión en un contexto pluralista. Se precisan estrategias flexibles, adaptadas a las diferentes partes del mundo que están experimentando cambios rápidos en diversos sentidos.
La Misión Urbana y Rural (MUR) ha insistido en la importancia de la presencia de la iglesia junto a las personas marginadas y vulnerables. Esto se encuentra en el centro de lo que significa ser iglesia, y debería interpelar más a las iglesias cuyos miembros son de clase media y que, hasta ahora, parecen ajenas a esta cuestión.
UNIDAD III - JUSTICIA, PAZ Y CREACIÓN
El mandato de la Unidad era continuar la labor sobre Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC). En 1995, la Unidad determinó los cinco temas programáticos en torno a los que habría de emprender su trabajo (Guía de Trabajo de la Asamblea, página 64 y siguientes). El Comité de Orientación Programática tomó nota con aprobación de que la Unidad se había esforzado por simplificar e integrar programas específicos dentro de un marco mayor en consonancia con la reestructuración.
Fundamento Teológico
En cada uno de los sectores programáticos se observó la necesidad de expresar
claramente el contenido teológico subyacente a la acción moral. Esta tarea
comenzó con los estudios sobre eclesiología y ética, en cooperación con la
Unidad I, así como por medio de la Teología de la Vida.
Estilo de Trabajo
Un tema siempre presente fue la necesidad de que la Unidad y el CMI adoptaran el método de
creación de redes como una de las principales maneras de hacer frente a las prioridades
programáticas. La Unidad ha ampliado sus esfuerzos de creación de redes y ha
adquirido experiencia al respecto. En cada uno de los sectores programáticos ya se han
realizado estudios o se dispone de estudios procedentes de otras fuentes, pero es necesario revisar y
sintetizar los materiales actuales utilizando un estilo claro, desprovisto de jergas. Estos documentos
han de servir de complemento de las actividades de creación de redes.
Además de los programas específicos, la Unidad se ha esforzado mucho por adoptar nuevas formas de trabajo, en particular el Sokoni (Guía de Trabajo de la Asamblea, pág. 65). Se pretendía crear un espacio y un método que permitieran una participación abierta, lo que ha dado resultado cuando se ha preparado adecuadamente.
Sectores Programáticos
Todas los sectores programáticos recibieron fuerte apoyo. Los temas principales han sido:
Violencia: Se insistió en la necesidad de que, en el futuro, se amplíe la definición de violencia, incluyendo todas sus formas. Hubo una clara invitación al estudio de la relación entre el problema de la violencia y los programas de desarme. No cabe ninguna duda de que el Decenio Ecuménico de Solidaridad de las Iglesias con las Mujeres ha ampliado esta esfera de trabajo señalando la necesidad de denunciar y hacer frente a la violencia contra las mujeres en la iglesia y en la sociedad.
Racismo: Lo mismo que en el caso de la violencia, se insistió en la necesidad de tener en cuenta las definiciones que ya se han formulado y de ampliar las relativas a racismo y etnicidad, así como de seguir considerando prioritaria esta labor en el futuro. En la reunión de información y debate quedó claro que existía una interrelación entre racismo y violencia que sería necesario tener en cuenta en cualquier trabajo futuro.
Medio Ambiente y Economía: El Comité de Orientación Programática percibió la necesidad de examinar la relación entre medio ambiente y economía. A este respecto, se consideró que el proceso de mundialización era un importante principio organizador en torno al cual se podrían abordar estas cuestiones.
Asuntos Internacionales: Los principales comentarios respecto a las relaciones internacionales se centraron en la importancia de la utilización de las redes locales, regionales e internacionales existentes, en particular, las Naciones Unidas, para educar y movilizar a las personas en relación con estas cuestiones.
Se reconoció que el trabajo con las mujeres, los jóvenes y los pueblos indígenas era mucho más que un trabajo programático. Es esencial para la vida de las iglesias miembros y del CMI. Esta labor ha conseguido dar voz y visibilidad a esos grupos, tanto dentro del propio Consejo como en muchas de las iglesias miembros. Aunque estos sectores programáticos se encuentran integrados en la Unidad III, ha sido difícil integrarlos plenamente en todas las demás actividades del CMI.
Se celebraron y encomiaron los logros del Decenio Ecuménico de Solidaridad de las Iglesias con las Mujeres. En sesión plenaria y en la reunión de información y debate sobre la Unidad III se destacó la necesidad de continuar el trabajo sobre racismo, justicia económica, participación en la iglesia y, como ya se ha señalado, la violencia contra las mujeres.
Será necesario continuar el trabajo con los pueblos indígenas y los programas relacionados con ellos, de los que se tomó nota con aprecio.
Es necesario reforzar de manera significativa el trabajo con los jóvenes. Se destacó la importancia de la formación ecuménica, particularmente las pasantías, el programa de stewards y las orientaciones previas a las reuniones. Convendrá llevar a cabo esta tarea al mismo tiempo que se propicia una mayor participación de los jóvenes en los órganos decisorios.
UNIDAD IV - COMPARTIR Y SERVIR
El mandato de esta Unidad era ayudar a las iglesias miembros y las organizaciones y organismos ecuménicos conexos a promover la dignidad humana y la comunidad sostenible junto a los marginados y los excluidos. De este modo se facilita la labor diaconal del CMI. En la reunión de información y debate se examinaron los bases teológicas y metodológicos de este trabajo, así como los problemas y las enseñanzas que de él se derivan. La manera concreta en que ha llevado a cabo su mandato la Unidad IV en relación con el concepto del jubileo puede encontrarse en la Guía de Trabajo de la Asamblea, páginas 84 a 101. La Unidad ha utilizado, en particular, los modelos de mesa redonda, oficinas regionales, creación de redes mundiales (sobre todo, de niños y personas desarraigadas) y las actividades de defensa y promoción.
El Comité de Orientación Programática tomó nota de la especial importancia atribuida a tres elementos de reflexión que es preciso tener en cuenta en el futuro:
Como en el caso de otras unidades, se expresó la preocupación por los marginados con la esperanza de que se estudiaran formas de desarrollar el potencial que existe a nivel local, a fin de que la labor diaconal no marginara aún más a los que ya están excluidos, sino que diera lugar a una concepción integrada del testimonio de las iglesias.
Transición
El CMI tiene ante sí el desafío fundamental de promover el espíritu de
comunidad entre sus iglesias miembros y la responsabilidad mutua, tal como se destaca en
documento Hacia un Entendimiento y una Visión Comunes. Debe buscar,
además, formas de ampliar esta comunidad al servicio del Movimiento Ecuménico
único. Centrar la atención en estos objetivos constituye una prioridad absoluta que se
tendrá en cuenta antes de determinar la importancia de los diversos programas.
Por supuesto, las cuestiones planteadas y los temas discutidos en las tres sesiones de cada una de estas reuniones de información y debate fueron muy variados. En relación con los temas de justicia y paz, unidad y espiritualidad, avanzando juntos, educación y aprendizaje, misión y testimonio, y solidaridad (cada uno de estos grupos temáticos del Padare se dividió a su vez en varios subtemas), los participantes aportaron a las sesiones no sólo impresiones e ideas en relación con las presentaciones del Padare a las que asistieron, sino también la riqueza de sus contextos eclesiales, experiencias ecuménicas y convicciones.
En cada reunión de información y debate, los miembros del Comité de Orientación Programática tomaron debida nota de lo que se decía. Plantearon preguntas cuando deseaban que los participantes aclararan algún punto de sus intervenciones, e hicieron una síntesis preliminar de lo que se había tratado. Sin embargo, no se había previsto preparar un informe para ser adoptado o aprobado por la reunión misma. Cada una de las reuniones de información y debate examinó, pues, a vuelo de pájaro, muchas cuestiones y temas que preocupan actualmente al mundo ecuménico y se obtuvieron algunas contribuciones útiles sobre cómo puede y debe trabajar el CMI. Pero en ninguna de esas reuniones -cada una con su propio tema- se logró concretar prioridades generales respecto al trabajo del CMI en los próximos años, ni siquiera ofrecer un listado completo de preocupaciones ecuménicas importantes y posibles intereses en relación con el tema que se había tratado.
Cada grupo presentó un resumen oral de los resultados centrales de su reunión de información y debate, ante el pleno del Comité de Orientación Programática. Se examinaron los informes que habían sido preparados por otros comités de la Asamblea a fin de considerar sus posibles consecuencias en las orientaciones de las futuras actividades del CMI. Sobre esta base, se determinaron varios temas generales para el trabajo del Consejo en los próximos años. Si bien estos temas generales constituyen la sustancia de este informe, el Comité de Orientación Programática consideró conveniente incluir en él breves informes resumidos de la Fase II de las seis reuniones de información y debate.
1. Unidad y espiritualidad
El objetivo del Movimiento Ecuménico es reunir a todos los cristianos en torno a la misma
mesa eucarística. Nuestra teología es el resultado de la interacción de la
hermenéutica ecuménica, el culto, la espiritualidad, los estudios de eclesiología y
ética.
Hace ya tiempo que se reconoce que la oración y los principios teológicos dan mayor profundidad a nuestras vidas cuando compartimos nuestros recursos en las iglesias entre las iglesias. Es necesario continuar los recientes trabajos ecuménicos de Fe y Constitución sobre la iglesia como koinonía, investigando las ricas variedades de espiritualidad cristiana que se encuentran en la iglesia en todo el mundo. La espiritualidad indígena que se expresa en muchos lugares del mundo puede ser una contribución a ese trabajo.
La labor de Fe y Constitución presenta importantes desafíos ecuménicos a las iglesias y al Consejo Mundial de Iglesias, así como una sólida base teológica para los esfuerzos comunes en favor de la unidad visible, la misión conjunta y un servicio inclusivo. Esta labor se beneficiará de otras actividades programáticas de otros sectores del Consejo Mundial de Iglesias, y podrá aportarles su contribución. Se trata, en particular, de los estudios sobre culto y espiritualidad, y sobre el fundamento teológico del compromiso ecuménico en favor de la solidaridad, la justicia y la paz.
A las puertas del nuevo milenio, una de las más importantes tareas de las iglesias será estudiar los problemas éticos contemporáneos que suscitan los enormes progresos logrados en campos tales como la ingeniería genética y la comunicación electrónica. También se deben encarar cuestiones de ética personal e interpersonal. El CMI debería ofrecer espacio y orientación para el diálogo y la consulta, haciendo posible que las iglesias miembros examinen esas difíciles cuestiones -incluida la sexualidad humana- que causan divisiones en y entre sus iglesias miembros. Estos debates deben basarse en la reflexión teológica y hermenéutica común como fue el caso en los debates ecuménicos anteriores sobre temas éticos ecuménicos en relación con cuestiones tales como el racismo.
Teniendo en cuenta la rápida transformación del panorama ecuménico, el CMI debe continuar impulsando y apoyando las conversaciones bilaterales y multilaterales a nivel local y regional, ofreciendo espacio para la reflexión, el intercambio de ideas y la evaluación de los progresos realizados por quienes participan activamente en la marcha hacia la unidad.
2. Avanzar juntos
Los delegados presentes en la Primera Asamblea del CMI, celebrada en Amsterdam, en 1948,
declararon en su mensaje: "Estamos decididos a permanecer juntos". Cincuenta años
más tarde, la consigna correspondiente de la Asamblea de Harare debería ser: "Nos
comprometemos a avanzar juntos". Al formular este compromiso, debe entenderse y subrayarse que
este "nos" designa a una comunidad sin exclusiones.
Una y otra vez, las iglesias y las organizaciones ecuménicas en los planos local y regional descubren nuevas maneras de vivir y trabajar juntas. Hay que aplaudir esta flexibilidad y creatividad ecuménicas; y el CMI debe sacar enseñanzas de estas experiencias, sin dejar de llamar la atención sobre los obstáculos que el proselitismo interpone a nuestro avanzar juntos.
Para avanzar juntos, será necesario esforzarse especialmente por reunir las Organizaciones Ecuménicas Regionales (OER), las Comuniones Cristianas Mundiales (CCM), los organismos de financiación, y los grupos y redes ecuménicamente abiertos como interlocutores ecuménicos en el seno de la familia del CMI. El Consejo deberá elaborar mecanismos adecuados para mejorar sus relaciones y modelos de cooperación con esos grupos a medida que se encamina hacia una nueva estructura interna.
El actual retroceso del Movimiento Ecuménico puede atribuirse en gran medida a la falta de entendimiento mutuo y de verdadero conocimiento entre las iglesias y entre las tradiciones históricas. Una manera de abordar este problema y de profundizar nuestra comunidad ecuménica podrían ser las visitas entre las iglesias - no precisamente en forma de delegaciones enviadas desde el CMI a las iglesias, sino de delegaciones enviadas por unas iglesias a otras por intermedio del CMI.
Es imperiosa la colaboración del CMI con las facultades y los seminarios de teología en todas las partes del mundo, tanto para facilitar el estudio teológico como la formación ministerial y la investigación. Los intercambios y las actividades en colaboración que ya se están realizando con éxito entre facultades de algunas partes del mundo podrían ampliarse de modo fructífero, quizás con los auspicios del CMI; y podría solicitarse de manera más sistemática la asistencia de facultades de teología y otras facultades para la realización de proyectos de estudio en nombre del CMI. Habida cuenta de los beneficios obtenidos de los diálogos teológicos bilaterales en cuanto a entendimiento y cooperación mutuos, el CMI debe continuar fomentándolos en provecho de las iglesias de todas las partes del mundo.
El CMI debe seguir estudiando las enormes posibilidades que ofrecen los avances tecnológicos en la esfera de la comunicación, sin dejar de permanecer atento a los problemas que plantean los medios de comunicación contemporáneos, en especial la promoción de los valores consumistas y el ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres, entre poderosos y débiles.
La diversidad de maneras en las que el CMI ha utilizado la palabra escrita ha contribuido en gran medida a la comunicación del mensaje ecuménico; se debe prestar mayor atención a la distribución de esos materiales, teniendo en cuenta al mismo tiempo las limitaciones que imponen los idiomas, el nivel de tratamiento y los costos.
Es preciso estudiar más a fondo el potencial ecuménico del arte, la música y otras modalidades de expresión creativa como medio de comunicación.
3. Justicia y paz
La labor de las iglesias en favor de la justicia y la paz está arraigada en un compromiso de fe, y
tiene por objeto afirmar y defender la igualdad de derechos y la dignidad de todas las naciones y los
pueblos, un desarrollo justo y sostenible, la superación de la violencia y la posibilidad de la
plena participación de todos. La discriminación, las violaciones de los derechos
humanos, la exclusión y la incapacidad para mediar en los conflictos y lograr soluciones
pacíficas están estrechamente interrelacionadas.
Los derechos humanos son indivisibles. Los derechos económicos, sociales y culturales son inseparables de los derechos civiles y políticos. Es un imperativo evangélico que las iglesias no sólo reconozcan las violaciones de los derechos, sino también que actúen cuando se violan el don de la vida y la santidad y dignidad de todo lo que creado. Las iglesias deben estudiar las causas profundas de las violaciones de los derechos humanos y ofrecer un análisis desde el punto de vista de las víctimas. Deben denunciar las amenazas actuales a la integridad de la naturaleza y a todo lo creado. Deben empeñarse juntas, y con los creyentes de otras religiones, en contribuir al desarrollo de una ética mundial que favorezca la aplicación de los compromisos en materia de derechos humanos a una comunidad mundial cada vez más interrelacionada.
Es necesario sensibilizar a las iglesias por lo que respecta a la creciente injusticia económica generada por la mundialización y el sistema financiero mundial imperante, y a sus efectos en el derecho al trabajo y a medios de vida suficientes y seguros. Es preciso esforzarse particularmente por combatir los efectos negativos de la mundialización y defender los derechos de los pueblos indígenas y las minorías étnicas a la libre determinación, y velar por que la ley proteja sus derechos de propiedad de los recursos. Al analizar y confrontar estas fuerzas, las iglesias deben vincular constantemente los planos mundial y local. Es necesario reconocer la vulnerabilidad particular de las personas desarraigadas. Las iglesias deben oponerse enérgicamente a la limpieza étnica y el genocidio en los planos local, nacional y mundial; y tienen una particular responsabilidad, allí donde se ponen en tela de juicio los principios de la libertad religiosa.
La discriminación en todas sus formas constituye una violación de los derechos de la persona. Ante la creciente complejidad de sus manifestaciones, las iglesias deben reconocer y denunciar los mecanismos subyacentes de exclusión y marginación. Sólo si se afirma la dignidad, la identidad y el valor de cada persona, independientemente de su capacidad física o mental, mediante su inclusión en la comunidad de la iglesia, es posible hacer efectiva la plena expresión del Cuerpo de Cristo. Todavía prevalece, tanto en la iglesia como en la sociedad, la discriminación estructural e interpersonal por motivos de raza, y están surgiendo nuevas formas de racismo.
Los conflictos armados y la violencia son violaciones graves de los derechos humanos y causan enormes sufrimientos. La respuesta cristiana debe abarcar la edificación de una paz justa, la mediación en los conflictos y la reconciliación. La intervención de las iglesias debe ajustarse a cada situación concreta, conjugando la defensa de los derechos de las víctimas, el discurso profético y la mediación. Es preciso establecer vínculos más flexibles y eficaces entre lo local y lo mundial, así como una colaboración más deliberada con las iglesias que no forman parte de la comunidad del CMI, y hacer mayor hincapié en catalizar y posibilitar la cooperación interreligiosa.
Por consiguiente, el papel de la iglesia, a todos los niveles, consiste en: 1) participar en acciones de vigilancia y seguimiento a fin de determinar y denunciar las causas de las violaciones de los derechos, la discriminación y la violencia; 2) crear comunidades de paz y reconciliación, proporcionando espacios de diálogo abiertos y seguros, y 3) garantizar una presencia y un acompañamiento espiritual y afectivo que aporten promesas de reconciliación.
4. Educación y aprendizaje
Existe la imperiosa necesidad de formar a los sacerdotes, pastores y laicos para que puedan
fortalecer y renovar el Movimiento Ecuménico. El modelo más idóneo para la
labor ecuménica es el de la educación contextual, que utiliza la acción y la
reflexión para aprender y propiciar una fructífera interacción de los programas
locales, regionales e internacionales. Debería hacerse especial hincapié en asegurar una
formación ecuménica a las mujeres, los pueblos indígenas, las personas con
discapacidades y los jóvenes.
Entre los modelos de educación ecuménica más promisorios figura la ampliación de los programas de extensión, que se imparten en seminarios, centros de formación de laicos, y el Instituto Ecuménico de Bossey, lo que aumenta las posibilidades de acceso a la educación de personas con recursos financieros y tiempo limitados. Las necesidades de educación y formación ecuménicas también se manifiestan en las iglesias de Europa oriental y central. Deberían aumentarse los fondos para programas de becas.
Habida cuenta de que las iglesias viven y trabajan en un mundo caracterizado por un creciente pluralismo religioso, el CMI debería incluir el aprendizaje interreligioso en su propio programa de formación y estimular a las iglesias y los centros de formación de laicos a hacer lo mismo, teniendo en cuenta el vínculo que existe entre esa enseñanza y el diálogo interreligioso.
La formación ecuménica y teológica debe seguir siendo una prioridad de la labor educativa del CMI. La creación de redes, la asociación y la colaboración en los programas entre el CMI, el Instituto Ecuménico de Bossey y los centros de formación de laicos permitirán fortalecer el proceso educativo. Se deberían facilitar recursos a los docentes de los seminarios de las distintas regiones para ayudarles a promover la formación ecuménica. El Consejo debería favorecer la creación de centros de formación de laicos allí donde no los haya, en particular, en Europa oriental y el Pacífico.
Asimismo, es necesario proseguir y profundizar las actividades de formación y de aprendizaje ecuménico que pueden acompañar y enriquecer el trabajo del CMI en general en la esfera de la justicia, la paz y la creación. Un ejemplo particularmente importante es la elaboración de material pedagógico y de formación sobre la vida familiar y la violencia doméstica; otros temas importantes son la mundialización, la economía, la sociedad civil y la función de la religión en la edificación de la nación, así como las cuestiones relativas a la problemática de la discapacidad.
5. Misión y testimonio
La misión y la evangelización deben estar en el centro de la vida de las iglesias y, por
ende, del trabajo del CMI. A este respecto, se plantean forzosamente tres ámbitos de
preocupación: 1) el Evangelio y las culturas (con especial referencia a la necesidad de
examinar la relación entre el Evangelio y las culturas de África y de Occidente); 2) la
misión y la evangelización en las sociedades secularizadas contemporáneas, 3) la
salud y la curación (con especial referencia a la atención de salud basada en la
comunidad y al SIDA).
Dado que la última Conferencia Mundial sobre Misión y Evangelización del CMI (Salvador, noviembre y diciembre de 1996), fue convocada inmediatamente antes del período de intensa preparación para la Octava Asamblea, ha resultado imposible poner en práctica muchas de las sugerencias formuladas en esa conferencia para dar seguimiento a sus trabajos. Así pues, ya existe un sólido programa para la labor del CMI en la esfera de la misión y la evangelización.
Por lo que respecta al estudio sobre misiología y a otras actividades de programas que el CMI debería abordar en los años venideros cabe destacar: 1) el examen y la revisión de los métodos misioneros; 2) la construcción de la solidaridad entre las iglesias en misión; 3) la definición de "nuevos frentes" en la misión, en particular, las preocupaciones por la salud y la curación en colaboración con organizaciones gubernamentales e internacionales (UNOSIDA); 4) un estudio más a fondo del arraigo del Evangelio en las distintas culturas; 5) el fortalecimiento del testimonio común y el diálogo sobre la cuestión del proselitismo; 6) la relación entre fe, curación y plenitud, 7) las relaciones entre los organismos misioneros, las iglesias y el CMI.
6. Solidaridad
La existencia de una única red económica mundial, no sujeta a ningún marco de
valores para proteger el bien común de la humanidad, la dignidad de todas las personas y el
valor inherente de la creación de Dios, plantea toda una serie de problemas relacionados que
interpelan a las iglesias, entre otros, las amenazas al medio ambiente, la pobreza, la deuda
internacional, la crítica situación de las personas desarraigadas y el VIH/SIDA. Para
responder a la mundialización es esencial que las iglesias respondan al llamamiento de "buscar
a Dios". Sólo así podrán promover una visión mundial y apoyar iniciativas
y modelos diferentes que sean fuente de "alegría de la esperanza".
Exhortar a las iglesias a la unidad es invitarlas a responder al amor transformador de Dios en Cristo, a hacer suyo el sufrimiento y las necesidades del mundo, y a actuar juntas con ese fin. La erradicación de la pobreza mediante la edificación de comunidades sostenibles es una de las prioridades del CMI por cuanto ese es también el designio de Dios para el mundo. En fidelidad a Dios las iglesias están llamadas a compartir el sufrimiento de nuestro mundo sustentándose en la esperanza del pleno Evangelio para todo el mundo. Nuestra vocación ecuménica responde al divino imperativo de dar testimonio común en nuestro mundo, que es uno.
Esa vocación exhorta a las iglesias a sustentar la vida de sus comunidades, a ahondar en su compromiso recíproco en favor de la comunidad, y a tener esperanza, orar y obrar en aras de una comunidad mundial que responda al amor infinito de Dios. Para ello se requiere una base teológica bien definida. La labor realizada por el CMI sobre la "teología de la vida" y sobre la teología del compartir y servir debe proseguir e integrarse en ese ámbito.
Desde la Asamblea de Vancouver, el CMI no ha cejado en su empeño de reagrupar los compromisos de las iglesias en favor de la justicia, la paz y la integridad de la creación. Desde la Asamblea de Canberra, esa cuestión ha permitido integrar y precisar la labor del CMI en esos tres ámbitos. El CMI dispone ahora de bases sólidas para responder en palabras y actos al desafío de construir comunidades viables. Es necesario proseguir la labor dentro de este marco integrado. Entre los ejemplos que pueden citarse están las actividades relativas al cambio climático, la ética planetaria, el comercio, la reducción de la deuda y la biotecnología. También ha llegado el momento de examinar de qué forma puede integrarse el compromiso del CMI en favor de los derechos humanos y la dignidad en un marco general de valores que obligue a las fuerzas que conforman la economía mundial a asumir la responsabilidad que les incumbe.
De igual importancia para el testimonio del CMI ha sido su compromiso de ayudar a las iglesias en su tarea de compartir los recursos, manifestando el amor de Dios que todo lo abarca y la necesidad de edificar comunidades viables. En el actual contexto mundial, el CMI debería exhortar nuevamente a las iglesias a exigir unas de otras los costosos compromisos que entraña la pertenencia recíproca.
Las actividades que se han llevado a cabo para promover el compartir de recursos entre las iglesias han reforzado los lazos fraternales y han planteado cuestiones de eclesiología práctica. Análogamente, el compromiso común de las iglesias en favor de la justicia, la paz y la integridad de la creación ha puesto de relieve cuestiones eclesiológicas que se plantean en el contexto del compromiso moral. La labor efectuada en el ámbito de la eclesiología y la ética ha sido un punto de partida fundamental. Ahora bien, gracias a la experiencia de la koinonía y al llamamiento a la misión que han recibido las iglesias será posible, en los próximos años, continuar los trabajos ya realizados por el CMI en este ámbito y reforzar su cohesión.
¿Cómo pueden las iglesias compartir su vida, sus recursos y compromisos por el bien del mundo? Una de las tareas fundamentales del próximo período será ayudar a las iglesias a responder fielmente a ese desafío.
De conformidad con la Constitución revisada del CMI, "el objetivo principal de la comunidad de iglesias que forma el Consejo Mundial de Iglesias es ofrecer un espacio donde las iglesias puedan exhortarse unas a otras a alcanzar la unidad visible en una sola fe y una sola comunión eucarística, expresada en el culto y la vida común en Cristo, mediante el testimonio y el servicio al mundo, y a avanzar hacia la unidad para que el mundo crea." En el curso de las reuniones de información y debate y en las sesiones plenarias se reafirmó, una y otra vez, la importancia de los temas de unidad visible, misión y evangelización, y servicio. La interrupción de la labor en esos ámbitos es inconcebible. Como miembros del Comité de Orientación Programática, destacamos la importancia de la continuación de la labor del Consejo en esas esferas.
Los informes de los grupos de las seis reuniones de información y debate y las contribuciones e intervenciones durante otras sesiones de la Asamblea han puesto en evidencia la necesidad de que en los próximos años, el Consejo Mundial de Iglesias dedique mayor atención a una serie de esferas de interés general en el marco de sus esfuerzos para "estar al servicio del único Movimiento Ecuménico" . Todas esas cuestiones son multifacéticas y en muchos aspectos están interrelacionados. El hecho de que se las clasifique como prioridades, no significa que deban estar confinadas a un sólo programa, sino que se trata de sectores de actividad en los que el CMI debe practicar un estilo de trabajo integrado, fundamental en su nueva estructura interna.
Un ecumenismo del corazón
El tema de la Asamblea nos invita a "buscar a Dios". El Movimiento Ecuménico único
no se limita a programas, estructuras y actividades en colaboración con otros. El fundamento
de nuestro compromiso ecuménico es ante todo nuestra respuesta a Dios, que nos exige nada
menos que una conversión de corazón. Si el ecumenismo está centrado en Dios y
en el mundo tan amado de Dios, el culto y la espiritualidad deben enraizarse aún más en
todo lo que hacemos como Consejo Mundial de Iglesias. Reconocemos que esta prioridad no
está exenta de sufrimiento y conflicto; sin embargo, el único camino que nos lleva juntos
al centro de la unidad que buscamos pasa por el culto, la oración y una vida espiritual
compartida.
Eso mismo dijo el Consejo después de Vancouver y Canberra, pero ahora hemos tomado conciencia de que no se trata simplemente de un "programa" más entre muchos. El culto y la espiritualidad son una "vía" esencial de nuestra peregrinación ecuménica y conforman y sustentan esa peregrinación. Habiendo renovado esa experiencia en Harare, estamos convencidos de que esta dimensión nunca podrá disociarse de la vida del Consejo. Por el contrario, debemos utilizar plenamente esos ricos recursos para sustentar nuestra conversión y nuestra respuesta a Dios.
Comunidad sin exclusiones
En el marco de las reuniones de información y debate se reconoció que el papel de las
mujeres, los jóvenes, los pueblos indígenas y las personas con discapacidades en la vida
de la iglesia tiene un alcance mucho mayor que la simple organización de actividades
programáticas. Es la primera vez que una Asamblea del CMI recibe una carta de niños,
poniendo en evidencia que todos los sectores de la iglesia estuvieron verdaderamente representados
en Harare. Particular atención debe prestarse a la necesidad de que la labor emprendida por el
CMI con esos grupos marginados no se pierda en la transición entre la estructura de unidades
de trabajo del pasado y la nueva estructura basada en equipos.
Muchos piensan que la labor con los jóvenes es hoy menos visible y está menos integrada en las actividades del CMI que en el pasado. En aras de una comunidad inclusiva y para garantizar el futuro del Movimiento Ecuménico es importantísimo emprender un trabajo de formación ecuménica a fondo con los jóvenes, así como por lo que respecta a cuestiones que atañen a su futuro.
La Asamblea debe respaldar firmemente la visión de una comunidad sin exclusiones, en la que todos tienen cabida y voz, y cada persona tiene la oportunidad de contribuir con sus dones a la vida de la comunidad.
Para poder avanzar hacia esa visión, el CMI debe formular programas y métodos encaminados hacia la edificación de comunidades inclusivas y reconciliadas en las que se afirmen la identidad, los dones y el valor de cada persona, como expresión más cabal del cuerpo de Cristo. De fundamental importancia sería en ese sentido abrir espacios para el diálogo, que permitan escuchar y ahondar en nuestra comprensión común de la realidad de la exclusión, y hacerle frente mediante el arrepentimiento, la reparación y la reconciliación. En esta tarea también debería abordarse la cuestión de la reconciliación en contextos en los que la intolerancia religiosa es una amenaza para las minorías. El Consejo Mundial de Iglesias debería proporcionar un espacio a las iglesias en la próxima Asamblea para que se informen unas a otras del seguimiento dado al Decenio Ecuménico de Solidaridad de las Iglesias con las Mujeres.
No-violencia y reconciliación
Juntas, la verdad, la justicia y la paz representan los valores básicos para garantizar los
derechos humanos, la inclusión y la reconciliación. Cuando se abandonan esos valores,
la confianza se convierte en temor y el poder humano deja de estar al servicio del don de la vida y de
la santidad y la dignidad de toda la creación .
La violencia generada por las diversas formas de violaciones de los derechos humanos, la discriminación y la injusticia estructural, es objeto de creciente preocupación a todos los niveles de una sociedad cada vez más pluralista. El racismo viene a agravar las causas de la exclusión y la marginación. Hoy los conflictos, cada vez más complejos, ya no se producen tanto entre naciones como al interior de las propias naciones, y afectan en especial a las mujeres y los niños.
Hoy deben ir a la par la labor sobre las cuestiones de género y de racismo, de derechos humanos y la mediación en los conflictos, de modo que las iglesias emprendan iniciativas de reconciliación basadas en el arrepentimiento, la verdad, la justicia, la reparación y el perdón.
El CMI debe elaborar una estrategia de colaboración con las iglesias en torno a estas cuestiones, con miras a crear una cultura de la no-violencia, estableciendo una relación de interacción con otros interlocutores y organismos internacionales, y adoptando enfoques apropiados sobre la mediación en los conflictos y la pacificación de los conflictos en el nuevo contexto mundializado. Así pues, el CMI declara el período 2000 a 2010 Decenio Ecuménico para Superar la Violencia.
Sexualidad humana
Tanto en las sesiones plenarias como en el Padare y las reuniones de información y debate, ha
quedado patente que la sexualidad es una cuestión importante que se plantea hoy a las
iglesias. Es evidente que las cuestiones relativas a la sexualidad han sido y siguen siendo causa de
división para algunas iglesias.
Un enfoque ecuménico de las cuestiones relativas a la sexualidad debe tener en cuenta la antropología cristiana, y una hermenéutica que podría basarse en el testimonio bíblico y la relación entre la ética y la cultura, dando suficiente cabida para que mujeres y hombres cristianos aborden esas cuestiones en un clima de creciente confianza recíproca.
El estudio y el diálogo del CMI sobre los aspectos teológicos, sociales y culturales de la sexualidad pueden inspirarse en la labor realizada desde la Asamblea de Canberra sobre eclesiología y ética, y tener cabida en las perspectivas que se exponen en el documento del Grupo Mixto de Trabajo " El diálogo ecuménico sobre las cuestiones morales: fuente potencial de testimonio común o de divisiones" (1996).
Mundialización
El término "mundialización", cuyo uso se ha generalizado en los últimos
años, se ha escuchado reiteradamente durante esta Asamblea. Como se indica en el documento
EVC (párr.. 2.9), "el surgimiento...de estructuras de comunicación, financieras y
económicas transnacionales, y de un alcance cada vez más global ha creado una unidad
mundial de carácter particular" a costa de "una fragmentación creciente de la sociedad y
la exclusión de más y más personas de la familia humana....Esta situación
constituye una grave amenaza que se cierne sobre la integridad del Movimiento Ecuménico,
cuyas formas institucionales representan un modelo peculiar de relaciones, basado en la solidaridad y
el compartir, la responsabilidad y el fortalecimiento mutuos."
En ese sentido, la mundialización debe entenderse ante todo como un desafío teológico y espiritual para las iglesias. El amor de Dios, expresado plenamente en Cristo, es una visión de plenitud de vida para todos; la mundialización de la economía proyecta una imagen de gratificación material sin límites para los que pueden permitírselo. Las iglesias están llamadas a dar testimonio y encarnar el designio de Dios para el mundo frente a la creciente mundialización y los valores en los que se apoya.
Desde su singular perspectiva de comunidad mundial, el CMI puede ayudar a las iglesias a hacer frente a ese desafío. Durante muchos años ha desempeñado un papel fundamental en la creación de redes de grupos y organismos ecuménicos comprometidos en favor de la justicia, el compartir y la edificación de comunidades sostenibles. Sobre la base de esta experiencia puede contribuir a la importantísima tarea de proponer modelos diferentes de comunidades viables. Puede basarse en los amplios recursos que ofrecen sus iglesias miembros y las organizaciones ecuménicas para consolidar el testimonio de las iglesias en torno a cuestiones fundamentales que se plantean a nivel internacional en los planos político, social, económico y cultural. Puede ampliar sus esfuerzos para instar a las iglesias miembros a ahondar en su conocimiento de la vida y el testimonio unas de otras en toda la oikoumene, ayudándolas a establecer y consolidar vínculos entre sus preocupaciones locales y las realidades mundiales. También puede entablar relaciones con interlocutores de otras religiones para estudiar la manera de integrar los compromisos en favor de los derechos humanos y la dignidad en un sistema universal de valores.
Aunque el término "mundialización" suele inducir a error y muchas de las características de ese proceso son ambivalentes, queda claro que, en los próximos años, el CMI deberá prestar especial atención a los elementos del nuevo contexto mundial implícitos en ese término.
Frente a la mundialización, el Consejo debe adoptar un enfoque ecuménico que permita discernir las diferentes cuestiones y vincularlas entre sí, y poner de manifiesto los imperativos bíblicos. A ese respecto, particular atención debe prestarse a la gestión de los asuntos públicos a nivel internacional y nacional, a las pautas del consumo y la producción, a los sistemas financieros y el comercio, así como a los efectos de todos esos factores en la deuda nacional y los derechos de los pueblos a la tierra y a medios de vida suficientes y seguros.
La condonación de la deuda
En muchos países del Norte se ha intensificado la campaña en favor de la
condonación de una deuda imposible de pagar. En la sesión plenaria sobre África,
en particular, así como en muchos otros momentos de esta Asamblea, se ha hecho un
llamamiento a la comunidad de las iglesias miembros, las instituciones relacionadas con las iglesias y
los movimientos sociales, para que den especial prioridad al trabajo destinado a posibilitar la
condonación de las deudas que imponen una pesada carga a aquellos países que menos
pueden permitirse tal sangría de sus recursos. El CMI debería elaborar un plan de
acción sobre la condonación de la deuda que tenga en cuenta la complejidad de la
cuestión para que esta remisión de la deuda permita liberar de la pobreza a los
ciudadanos de esos países.
En una etapa ulterior será necesario velar por la reparación en relación con las deudas social y ecológica, así como por la creación de un modelo de acuerdos comerciales a escala mundial en el que el concepto de justicia y equidad ocupe un lugar preponderante.
Además de este programa, el Comité de Examen II recomendó que se profundizaran el trabajo ya iniciado a través del programa de diálogo y estudio "Reconstrucción de África", con especial referencia a la creación de capacidad y al intercambio de información, para que África pueda aportar su singular contribución al Movimiento Ecuménico.
Metodologías
Como se ha señalado en la introducción, el Consejo cuenta con limitados recursos
financieros y de personal con los que asumir el mandato de su trabajo futuro. En consecuencia, se
han hecho muchas sugerencias acerca de los métodos que el Consejo podría aplicar en
el próximo período. En el documento EVC se recomienda que las iglesias miembros,
las redes y organizaciones relacionadas con el CMI asuman su parte de responsabilidad para llevar a
cabo los programas y las actividades.
En todos los grupos temáticos de las reuniones de información y debate se pidió que se atribuyera la debida importancia a la necesidad de sentar las bases teológicas y bíblicas de los programas. Esto exigirá estrechas relaciones de trabajo y responsabilidades compartidas entre los equipos, y la colaboración, en particular, de Fe y Constitución.
Es evidente que con el desarrollo de la tecnología de la información se dispone de nuevas formas, estimulantes e interesantes a nivel de los costos, de mantener relaciones en el marco de los programas, por medio del correo electrónico, Internet y la World Wide Web. También se reforzarán los métodos tradicionales de trabajo, como las actividades de defensa y promoción de diversas causas, la creación de redes a nivel regional y mundial, y el intercambio de información. Cabe señalar que últimamente se han puesto en práctica nuevos modelos de trabajo procedentes de culturas no occidentales, como el sokoni de África, que, cuando se ha preparado cuidadosamente, ha dado excelentes resultados.
Un aspecto negativo que lamentamos es el hecho de que la recepción del trabajo del Consejo en la vida de las iglesias locales fue, en el mejor de los casos, fragmentaria, y, en la mayoría de los casos, inexistente. En este próximo período, si queremos utilizar con eficacia los recursos, habrá que dedicar más tiempo e imaginación a la creación de nuevos medios que hagan posible que el trabajo del Consejo incida en la vida de las iglesias miembros.
En su trabajo futuro, el CMI debe ampliar las funciones siguientes:
Un marco y un foco para las actividades futuras del Consejo
El proceso de Entendimiento y Visión Comunes llama al Consejo Mundial de Iglesias a
profundizar decisivamente, así como a ampliar, la comunidad que compartimos como iglesias.
Nuestro testimonio y nuestro servicio en el mundo, que se necesitan hoy con mayor urgencia que
nunca, dependen del fortalecimiento espiritual de nuestros vínculos de compromiso y
responsabilidad. Debemos, como lo hemos prometido en Harare, "construir juntos".
Para ello, en el período siguiente a la Octava Asamblea y al entrar en el siglo XXI, la comunidad del CMI debe hacer que cada iglesia miembro se plantee de inmediato cuatro preguntas centrales para los objetivos del Consejo Mundial de Iglesias.
Esto sólo puede hacerse cambiando fundamentalmente el estilo de trabajo del CMI en el próximo período, afianzando nuevos valores y métodos. Como declaró nuestro Secretario General, no tenemos derecho de volver de Harare a nuestros países y "proseguir nuestras actividades en relación con el ecumenismo como siempre". Por el contrario, comprometemos a nuestras iglesias, y orientamos nuestra vida compartida en el CMI, a asumir con energía, imaginación y responsabilidad esta vocación común. Entonces, nuestro compromiso ecuménico esencial nos guiará hacia el futuro de Dios.
Recomendación
En este informe se presenta el contenido programático de las futuras actividades del Consejo
en el próximo período, así como un marco para centrarlas y orientarlas. El
Comité de Orientación Programática no pudo integrar plenamente ese contenido
programático en el marco propuesto: por lo tanto, recomendamos que un
pequeño grupo de trabajo continúe esta tarea como preparación para la
reunión de agosto de 1999 del Comité Central.
Documentos de referencia
Comités de la Asamblea Octava Asamblea y 50 Aniversario |