Consejo Mundial de Iglesias
Oficina de Comunicación - Prensa e información
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Suiza |
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CMI y representantes de las iglesias de Colombia preparan documento |
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Bajo los auspicios y con la participación del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y de la Federación Luterana Mundial (FLM) se celebró, los días 25 y 26 de septiembre de 2001, en el Centro Ecuménico de Ginebra (Suiza), un Foro de Cooperación Ecuménica con Colombia. En esta reunión participó una delegación de representantes de alto nivel de las iglesias colombianas. Los participantes en la reunión formularon la siguiente declaración y plan de acción: "Durante los días 25 y 26 de septiembre de 2001, nos reunimos una delegación de las iglesias y la sociedad civil colombianas, representantes de organizaciones ecuménicas internacionales y agencias de cooperación europeas. La reunión fue convocada por el Consejo Mundial de Iglesias y la Federación Luterana Mundial y se llevó a cabo en el Centro Ecuménico de Ginebra. Continuando un proceso de acompañamiento de larga data, los objetivos de este "Foro de Cooperación Ecuménica con Colombia" fueron el intercambio de información sobre la actual situación de Colombia y el rol de las iglesias en medio de esa realidad. Otro objetivo fue el fortalecimiento del apoyo internacional al proceso de paz en Colombia, proceso en el cual están involucradas las iglesias. El Foro contempló además encuentros con misiones diplomáticas ante Naciones Unidas y con Organizaciones No Gubernamentales Internacionales de Derechos Humanos. Comenzamos nuestro encuentro con un devocional en el que meditamos sobre las palabras del profeta Isaias (Is 62: 6-7) que nos invita a ser centinelas, a orar y levantar nuestra voz y a trabajar por la reconciliación. A lo largo de todo el encuentro, los participantes de otros países fuimos desafiados por el profundo testimonio de esperanza de la delegación y su convicción de que el conflicto violento que vive la sociedad colombiana puede ser superado por medio del diálogo y la negociación política. Esto se basa en la creencia de que la raíz del conflicto no es el tráfico de drogas, como muchas veces se ha sostenido, sino la situación histórica de injusticia social que se ha expresado en la concentración del poder económico y político. Desde nuestra fe reconocemos también que el pecado se ha plasmado en las instituciones colombianas, en sus leyes así como en muchas de sus prácticas sociales y personales. Creemos que la sociedad colombiana esta construida sobre pilares de exclusión, impunidad y profundas desigualdades que necesitan ser corregidas para que pueda haber una paz duradera (Miq. 2: 1-2) Valoramos los esfuerzos que se han hecho desde la sociedad civil para fortalecer y articular los anhelos y las experiencias de paz hacia una mayor incidencia en la toma de decisiones. Destacamos especialmente el hecho de que también las iglesias han sido parte de estos esfuerzos, contribuyendo desde su propia identidad y misión como comunidades de fe, a la construcción de procesos de paz, capacitando y promoviendo la formación de sus líderes en diversas áreas teológicas y pastorales incluyendo la dignidad y los derechos humanos. El compromiso de las iglesias se ha expresado particularmente en la atención a hombres y mujeres desplazados, cuya situación se ha convertido en una de las consecuencias más nefastas del conflicto. Este compromiso ha revelado el gran potencial de las comunidades cristianas y de las congregaciones locales como espacios de sanación y de esperanza. Compartimos el claro rechazo al Plan Colombia, en cuanto contribuye a la agudización del conflicto armado en Colombia. En efecto, la denuncia profética de diversos actores de la sociedad civil frente al escalamiento del conflicto armado, al aumento de los desplazados, al deterioro de la situación de los derechos humanos, la ampliación del conflicto a la región a través de la Iniciativa Andina, y su impacto ambiental a través de las fumigaciones, es hoy una realidad que constata lo dicho anteriormente. Celebramos, por tanto, el rechazo que el Parlamento Europeo manifestara frente al Plan Colombia y sus recomendaciones para que la ayuda europea siguiera criterios diferentes a los establecidos en el Plan. Luego de compartir este diagnóstico, el Foro avanzó hacia la formulación de algunas propuestas y estrategias para el trabajo y la colaboración futuros. Desde nuestra fe y nuestra práctica pastoral afirmamos que la paz se construye: Sobre esta base se han identificado las siguientes áreas y prioridades estratégicas alrededor de las cuales se buscará fortalecer las valiosas acciones que ya están siendo implementadas a diversos niveles: 1. En lo local 2. En lo nacional 3. En lo regional 4. En lo internacional Consideramos que este Foro ha contribuido significativamente a la construcción de la paz en Colombia. El mismo ha hecho visible el rol reconciliador de las iglesias y ha contribuido a articular los esfuerzos de las iglesias y la sociedad civil colombianas con las iglesias europeas, agencias y organizaciones ecuménicas internacionales. Ha contribuido también a fortalecer el compromiso de la comunidad ecuménica internacional con la búsqueda de la paz con justicia en Colombia. Oramos para que Dios nos guíe y nos dé la sabiduría necesaria en el trabajo por la paz en Colombia y en el mundo, y nos conceda el don del amor, del perdón y de la reconciliación. Ginebra, 26 de septiembre de 2001"
Miembros de la delegación colombiana:
El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) es una comunidad de 337 iglesias, procedentes de más de 100 países de todos los continentes y de la mayor parte de las tradiciones cristianas. La Iglesia Católica Romana no es una iglesia miembro pero mantiene relaciones de cooperación con el CMI. El órgano rector supremo es la Asamblea, que se reúne aproximadamente cada siete años. El CMI se constituyó oficialmente en 1948 en Amsterdam (Países Bajos). Al frente del personal del CMI está su Secretario General, Konrad Raiser, de la Iglesia Evangélica de Alemania.
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