Consejo Mundial de Iglesias
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Un equipo ecuménico propone un "replanteamiento radical" de la acción de las iglesias y las comunidades religiosas por lo que respecta al VIH/SIDA |
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El equipo explicó a los representantes de los gobiernos que las iglesias y otras organizaciones religiosas tienen una importancia fundamental tanto en la atención a personas infectadas por el virus como en las medidas que se tomen para impedir la propagación de la infección. El equipo del CMI estuvo en Nueva York durante las consultas informales que, durante una semana (del 26 de febrero al 2 de marzo), se celebraron para preparar un período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas en la sede de la Organización, del 25 al 27 de junio. Christoph Benn, médico del Instituto Alemán de Misiones Médicas (DIFAM), es el coordinador del grupo de trabajo del CMI sobre el VIH/SIDA y dirigió el equipo. Otros integrantes del equipo fueron Dorothy Brewster-Lee, coordinadora de los Ministerios Internacionales de Salud de la Iglesia Presbiteriana (Estados Unidos de América); Marian C. L. Grandia-Feddema, secretaria general de la Red Internacional Cristiana del SIDA; y Gideon Byamugisha, sacerdote anglicano que dirige un programa de salud en la Diócesis de Namirembe (Uganda). La declaración que prepararon y publicaron en Nueva York recibió la aprobación de la Conferencia Mundial sobre Religión y Paz, así como del organismo evangélico protestante World Vision. En la declaración se afirma que "tras haber seguido la evolución de la pandemia del SIDA durante 20 años, ha llegado el momento de replantearnos de forma radical la manera de hacerle frente". En la declaración se señala que más del 80 por ciento de la población mundial se identifica con una comunidad religiosa, y que cualquier programa eficaz sobre el VIH/SIDA debe aprovechar la presencia de esas comunidades en las zonas urbanas. "Las organizacionesde inspiración religiosa cuentan con dirigentes competentes, estructuras y canales de comunicación eficaces a todos los niveles de la sociedad", se añade, señalando que esos grupos ya están prestando asistencia a las personas afectadas de SIDA y a otras, como los niños que han quedado huérfanos tras la muerte de sus padres a causa de la enfermedad. El equipo reconoció que, "con demasiada frecuencia", las comunidades religiosas observan un "incómodo silencio" en relación con los modos de transmisión del SIDA. Sin embargo, esas comunidades también tienen la capacidad de inducir cambios en el comportamiento, "porque en la conducta sexual influyen profundamente las convicciones morales y religiosas". También se recordó a los representantes de los gobiernos que el SIDA y sus efectos devastadores en las personas y las comunidades hacen que surjan "necesidades espirituales" a las que las organizaciones religiosas pueden responder por estar especialmente preparadas para ello. Según Benn, muchos de los que se ocupan de la problemática del SIDA consideran que las organizaciones religiosas son "más un problema que una ventaja", y ello "se debe principalmente a la cuestión de los preservativos". Benn aseguró que permitir que el debate sobre el SIDA se reduzca a un debate sobre los preservativos no aporta nada, y que la declaración del equipo constituía un intento de profundizar más en ese debate. En la declaración se exhorta a que se adopte un enfoque global con respecto a la prevención que haga hincapié en la fidelidad en el matrimonio y en la abstinencia fuera de él. Pero también se muestra a favor del uso de preservativos en el caso de los que no puedan o no deseen seguir esas pautas. Asimismo, como medidas previas a una conducta más responsable, se insta a que se realicen las pruebas de forma voluntaria y se busque asesoramiento. El equipo del CMI citó Uganda como ejemplo de colaboración gubernamental con la comunidad religiosa, al recurrir a un enfoque global que dio como resultado una reducción espectacular del índice de infección. Byamugisha, que supo que era VIH positivo tras una prueba realizada un año después de la muerte de su esposa, en 1991, debido a una enfermedad relacionada con el SIDA, presentó de viva voz el punto de vista del equipo en una de las sesiones de las consultas de las Naciones Unidas. En Uganda, el "enfoque combinado de prevención" ha tenido como consecuencia "un nivel más elevado de abstinencia, una reducción de las relaciones sexuales promiscuas y un mayor uso del preservativo", dijo a los participantes. A las consultas, en las que se trató principalmente un informe del Secretario General de las Naciones Unidas, seguirá una segunda semana de sesiones, en mayo, a fin de preparar un documento para examen y decisión durante el período extraordinario de sesiones de junio. Aunque el equipo del CMI tuvo palabras de elogio para el informe señaló que no prestaba suficiente atención a las organizaciones religiosas, y que tendía a agruparlas con otras organizaciones no gubernamentales en lugar de reconocer su importancia específica. Asimismo, observó que en un apartado sobre la prevención se abogaba por una mayor distribución de preservativos, pero no se hacía referencia a un enfoque global que tuviese en cuenta la fidelidad y la abstinencia. La contribución del equipo del CMI se basaba en las iniciativas a nivel ecuménico tomadas desde el decenio de 1980 para hacer frente al VIH/SIDA. En 1987, un folleto didáctico para profesionales de la salud fue traducido a 55 idiomas y ampliamente distribuido. En 1996, una declaración adoptada por el Comité Central del CMI instaba a las iglesias a abordar la cuestión de forma directa, y a tomar las medidas necesarias al respecto. Se han tomado otras iniciativas educativas, y en julio pasado un equipo del CMI de ocho miembros participó en la Conferencia Internacional sobre el SIDA en Durban (Sudáfrica). Un equipo del CMI participará en las consultas de mayo y asistirá al período de sesiones de la Asamblea General en junio.
El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) es una comunidad de 342 iglesias, procedentes de más de 100 países de todos los continentes y de la mayor parte de las tradiciones cristianas. La Iglesia Católica Romana no es una iglesia miembro pero mantiene relaciones de cooperación con el CMI. El órgano rector supremo es la Asamblea, que se reúne aproximadamente cada siete años. El CMI se constituyó oficialmente en 1948 en Amsterdam (Países Bajos). Al frente del personal del CMI está su Secretario General, Konrad Raiser, de la Iglesia Evangélica de Alemania.
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