Consejo Mundial de Iglesias
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Las iglesias tienden la mano a los refugiados en Egipto |
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Pires se dirigía a los participantes en una reunión anual del Grupo de Trabajo sobre Refugiados, Desplazados y Migrantes, del Consejo de Iglesias de Oriente Medio, que se celebró en El Cairo, a mediados de septiembre. Los miembros del Grupo de Trabajo tuvieron la oportunidad de visitar algunos de los proyectos de extensión de las iglesias egipcias que reciben apoyo de Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Elisabeth Ferris, miembro del Equipo de Relaciones Internacionales del CMI, asistió a esa reunión, y hace una reseña de lo que vio. En la Iglesia Anglicana de Todos los Santos, unos 30 refugiados sudaneses, recién llegados, esperaban pacientemente sus tarjetas de identidad que les permitirían tener acceso a los servicios de ayuda. La iglesia administra un dispensario médico, cuyo personal está integrado sobre todo por profesionales de Sudán, y proporciona ropa, alimentos, cursos de formación técnica y profesional y sesiones de apoyo espiritual. Las tarjetas también dan una cierta protección a los sudaneses que pudieran tener problemas con las autoridades. La mayoría de ellos está en el país sin documentación - son víctimas de una guerra que ha causado muchos sufrimientos durante los últimos 15 años. La Iglesia de Todos los Santos es una iglesia pequeña que tiene como feligreses a unas 75 familias extranjeras, pero que trabaja actualmente con 4.400 refugiados inscritos. Otras iglesias -St. Andrews, el Sínodo Presbiteriano del Nilo, la Iglesia Ortodoxa Copta y la Iglesia del Sagrado Corazón (Católica Romana)- también prestan asistencia a los refugiados. Todas colaboran para coordinar sus servicios por mediación de un comité ecuménico. Mientras que St. Andrews centra sus actividades en la instrucción de los niños más (pequeños, la Iglesia del Sagrado Corazón se ocupa de los niveles primario y secundario, y otras iglesias de la educación de adultos. Con una iglesia alemana vecina, St. Andrews organiza cursos de carpintería, artesanía, costura y de arte para los refugiados. La Iglesia Ortodoxa Copta, por su parte, ayuda a los refugiados a nivel personal y proporciona asistencia médica a 10 refugiados que transfiere cada mes a sus servicios la Iglesia Presbiteriana. Durante los últimos años, Egipto ha recibido entre dos y cinco millones de refugiados sudaneses, y todas las semanas llegan más. Refugiados africanos de otros doce países también han buscado refugio en Egipto. Para los sudaneses la vida no es fácil en ese país. No tienen permiso de trabajo, raramente se les concede el estatuto de refugiados, y viven en condiciones económicas muy duras. "A veces, los sudaneses que llegan aquí esperan poder alojarse en la casa de parientes que viven en El Cairo. Pero los apartamentos son pequeños y están atestados de gente. Los propietarios se enojan y puede ocurrir que los sudaneses pierdan su vivienda", nos explica un representante de la iglesia. "La vivienda es un problema grave". Pero lo peor es la incertidumbre en cuanto a la situación política en Sudán y al momento en que podrán regresar a su casa y retomar una vida normal. En esas circunstancias, las iglesias ofrecen un servicio que nadie más puede aportar. Sin embargo, según el Padre Cosimo: "No sólo los refugiados tienen necesidad de las iglesias. Nosotros también las necesitamos, tenemos necesidad de su testimonio. Si las iglesias se acercan a los refugiados, será un enriquecimiento para ellas. Los refugiados nos aportan su propia experiencia". El Padre Cosimo es un sacerdote de la Iglesia del Sagrado Corazón de El Cairo, una parroquia católica que ha abierto sus puertas a los refugiados de Sudán. La iglesia se encarga de una escuela que frecuentan 950 niños. Todos los maestros son refugiados sudaneses. Las diez clases están abarrotadas, aunque la escuela tenga dos turnos. La demanda de educación es muy grande y los niños vienen de lejos para asistir a los cursos. "Hay cada vez más jóvenes analfabetos", explica el Padre Cosimo, "es una consecuencia de la guerra en el Sur". El director de la escuela, Joseph John, vive en Egipto desde hace diez años y está muy orgulloso de las numerosas actividades que los refugiados y la iglesia han puesto en marcha: cursos de informática, programas para las mujeres, un coro, grupos de jóvenes, educación de adultos, cursos de árabe y de inglés, y proyectos remunerativos. "También nos ocupamos de la reconciliación", dice. "Al permitir que los sudaneses de distintas regiones y de distintas tribus trabajen juntos, estamos contribuyendo a la paz en ese país". En la escuela, cristianos y musulmanes estudian unos al lado de otros. La Iglesia del Sagrado Corazón es un lugar de reunión para la comunidad sudanesa. Seis familias que acababan de llegar acampan en un rincón. No tenían adonde ir y la iglesia no podía dejarlos en la calle. En julio pasado, la iglesia fue cercada por un grupo de 800 egipcios, enojados a causa de un accidente de autobús. El disturbio duró varias horas, dado que la policía no pudo dominar a la multitud que tiraba piedras, incendió un vehículo y golpeó a varios sudaneses que trataban de entrar a la iglesia. Once personas que estaban dentro del edificio fueron heridas y tuvieron que ser hospitalizadas. Los sudaneses no tienen derecho a trabajar, pero, por supuesto, tienen que hacerlo para sobrevivir. Y así es cómo se crean las tensiones. Sin embargo, la iglesia continúa siendo una fuerza de curación y de esperanza. Durante los cultos el domingo por la mañana, muchos de los fieles no caben en la iglesia y tienen que sentarse en la calle delante del templo. Como dice el Padre Cosimo: "Los refugiados tienen mucho para enseñarnos".
El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) es una comunidad de 337 iglesias, procedentes de más de 100 países de todos los continentes y de la mayor parte de las tradiciones cristianas. La Iglesia Católica Romana no es una iglesia miembro pero mantiene relaciones de cooperación con el CMI. El órgano rector supremo es la Asamblea, que se reúne aproximadamente cada siete años. El CMI se constituyó oficialmente en 1948 en Amsterdam (Países Bajos). Al frente del personal del CMI está su Secretario General, Konrad Raiser, de la Iglesia Evangélica de Alemania.
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