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CMI Octava Asamblea
DESAFIOS DE LAS MUJERES: HACIA EL SIGLO XXI |
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En 1988 el Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias lanzó la Década Ecuménica de las Iglesias en Solidaridad con las Mujeres como un programa de diez años ofrecido a las iglesias. Fue para proveerlas iglesias tiempo para que revisaran estructuras, sus enseñanzas y sus prácticas con el compromiso de alcanzar la participación plena de las mujeres. Fue una oportunidad para las iglesias para reflexionar acerca de la vida de las mujeres en la sociedad y para levantarse en firme solidaridad con todas las mujeres. El equipo ecuménico de visitas o Cartas Vivas visitó las iglesias alrededor del mundo al cumplirse los primeros cinco años de la Década, para afirmar los logros alcanzados y el desafío de las iglesias a impulsar su compromiso con las mujeres. La historia de las "Acartas vivas" mostró con gran entusiasmo la solidaridad entre las mujeres y el amor y el compromiso de ellas con las iglesias. Pero también senaló una agenda inconclusa; las múltiples situaciones no resueltas concernientes a las mujeres. Este documento recoge algunos de esos retos y llama a las iglesias hacia una solidaridad permanente más allá de 1988.
Y en aquella tierra seca, como un desierto sin límites, nosotras redescubrimos una fuente, de la cual manaba agua fresca. Nos reunimos alrededor de la fuente y danzamos con gozo; no más negaciones, invisibilidades, temores, solo florecer y crear. Abriendo puertas, levantando nuestras voces. Rompiendo muros, reconstruyendo. Y muchas más se acercaron saliendo de las sombras. Celebramos nuestra sobrevivencia. Dimos la bienvenida a otras que también se hicieron visibles. Pero el agua no llega a nosotras solamente de las profundidades de la fuente; el agua también esta corriendo por nuestras mejillas. Lágrimas causadas por manos violentas. Lágrimas causadas por practicas y sistemas injustos. Memorias y experiencias, todo lo que ha pasado y aun pasa... explota en colera. Esto no puede continuar! Tiene que ser transformado! Por eso hablamos otra vez.
El Decenio Ecuménico de Solidaridad de las Iglesias con las Mujeres esta fundamentado en la verdad biblica de la bendición común a la mujer y al hombre en la creación (Gen 1:27) y en la responsabilidad compartida de sostener y servir a la iglesia y al mundo. Nuestras teologías están moldeadas por palabras bíblicas, tradiciones históricas de la iglesia, experiencias sacramentales, y por el poder del Espíritu Santo. Por todo ello, afirmamos que la igualdad entre mujeres y hombres es un elemento central. A lo largo de las Escrituras, a pesar de aquellos tiempos tan patriarcales, vemos que los testimonios de las mujeres fueron firmes y a travées de sus actos de fe y aseveraciones osadas, las mujeres ampliaron la misión y el ministeiro de Jesús. La Biblia recoge ejemplos inspiradores de la espiritualidad de las mujeres y Dios las bendijo. Las primeras liturgias bautismales son testimonio de esa visión, cuando en ellas se afirmaba que: "Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre; ya no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gal. 3:28).
La historia cristiana ha soslayado y en ocasiones aún ignorado esta enseñanza central. Así pues, la afirmación de "la igualdad en el discipulado" es todavía rechazada y, en la mayoría de los casos, no se pone en práctica. De hecho se ha utilizado la Biblia para legitimar la marginación y para excluir a las mujeres de muchas esferas. La Década ha ofrecido una nueva oportunidad para construir una comunidad de mujeres y hombres. Añoramos una iglesia en la cual las mujeres sean impulsadas a asumir con propiedad el ministerio y el servicio y puedan vivir una vida libre de violencia, no restringida por tradiciones culturales, y expectativas en cuanto a los roles de cada genero, a menudo impuestas.
Hoy hemos de reconocer y saludar a las mujeres y a los hombres como copartícipes en pie de igualdad en el camino hacia la construcción de un orden mundial justo en el que nadie sea excluido. La Decada ha brindado una oportunidad a las iglesias de ser solidarias con todas las mujeres, tanto en la iglesia como en la sociedad y superar los años de opresión que millones de mujeres en nuestro mundo han venido sufriendo a diario. La iglesia está llamada a la conversión, así como a levantarse en solidaridad activa con todas las mujeres. Esto exige un reordenamiento, a veces radical, de algunos aspectos de la vida de la iglesia, basados en una reinterpretación y reconstrucción de aquellas prácticas y enseñanzas que supone una discriminación contra las mujeres.
Llegando al final de la Década Ecuménica y acercandonos al siglo XXI las mujeres han identificado los siguientes retos para la acción de las iglesias:
- Justicia económica. Reconociendo la creciente globalización de las economías y la simultanea liberalización de los mercados, el incremento del individualismo y los recortes de los servicios de bienestar social así como el hecho de que las mujeres, las niñas y los niños son los más afectados por estas tendencias, pedimos a las iglesias y al movimiento ecuménico:
- Que denuncien sin ambages estas tendencias que excluyen a naciones y pueblos enteros.
- Que pidan una condonación de las deudas internas y externas de los países más pobres como parte del desafío del jubileo y que abran caminos para asegurar que los recursos resultantes se utilicen para elevar la calidad de vida de los pobres, particularmente el de las mujeres, de las niñas y los niños.
- Que trabajen para promover cambios en las leyes que excluyen a las mujeres de los derechos de propiedad y de otros derechos.
- Que promuevan la desmilitarización y denuncien los vínculos existentes entre militarización, comercio de armamentos e instituciones económicas mundiales.
- Que establezcan en todas las iglesias programas u oficinas encargados específicamente de asuntos económicos, incluyendo intencionalmente la perspectiva de genero en los analisis y en el estudio.
- Con el fin de preparar a las mujeres para el liderazgo, que se establezcan más becas para ellas.
- Que vele por la igualdad de salarios entre mujeres y hombres en las instituciones y estructuras de las iglesias.
- Que promuevan la ruptura del vínculo entre la explotación de la tierra y el crecimiento económico y que mujeres y hombres compartan la responsabilidad por el cuidado de la tierra y de toda la creación.
- Participación. La participación plena de todos sus miembros es un imperativo ético de la iglesia y con esta finalidad la llamamos a:
- Que proporcionen más oportunidades de formación teológica a las mujeres.
- Que incluyan en la educación teológia así como en los cursos de teológia las voces y contribuciones teológicas de mujeres y otros grupos socialmente excluidos.
- Que reexaminen la vida liturgica y el ministerio de la iglesia con el fin de incorporar las experiencias de las mujeres y sus dones espirituales.
- Que desarrollen politícas de género en todas las iglesias y organizaciones ecuménicas.
- Que se promueva la formación en genero para todos los clérigos y lideres de las iglesias, mujeres y hombres, en todos los niveles de la administración de las instituciones de la iglesia y organizaciones ecuménicas.
- Alentar y apoyar a las mujeres para que asuman puestos de liderazgo de tal manera que puedan ofrecer nueva formas de entender, compartir y usar el poder.
- Que proporcionen estructuras de apoyo a las mujeres miembras del clero y a otras mujeres que trabajan en las iglesias.
- Que fortalezcan las redes y organizaciones de mujeres jóvenes y desarrollen instrumentos que permitan incorporar sus contribuciones.
- Que aseguren igual participación de las mujeres y de otros grupos socialmente excluidos en todos los niveles de la vida de la iglesia estableciendo, de ser necesario, cuotas para lograr una participación igualitaria.
- Que reinstauren la antigua tradición de ordenamiento de mujeres para el diaconado.
- Racismo. Habida cuenta de las nuevas formas de racismo y de las tensiones étnicas que aparecen en todas partes, así como de los vínculos que el racismo y la xenofobia tienen con la explotación económica, las justificaciones culturales y la exclusión de millones de personas en el mundo de hoy, pedimos a las iglesias y al movimiento ecuménico:
- Que inicien programas o fortalezcan los ya existentes con el objeto de hacer frente al racismo y a la xenofobia y que se incluya en ellos un fuerte componente educativo.
- Que desarrollen un nuevo vocabulario inclusivo y efectúen un análisis nuevo del racismo y la xenofobia, teniendo en cuenta que existe aún dentro de la vida de las iglesias; y que algunas veces el lenguaje de la liturgia, la teología, las imagenes y símbolos que se usan en las iglesias refuerzan los prejuicios raciales.
- Que busquen nuevos medios de celebrar como un don de Dios al mundo, la diversidad y las diferencias que hay entre nosotros y que desarrollen instrumentos educativos para fortalecer esa vision.
- Que expresen su firme solidaridad para con los pueblos indígenas de todo el mundo y apoyen a las mujeres de las comunidades indígenas en sus luchas por la dignidad, la soberanía y los derechos a la tierra.
- Que fortalezcan y apoyen la Red Sisters (Hermandad de mujeres en lucha para la eliminacion del racismos y el sexismo) en los planos regional y nacional, y que inviten a participar en esa tarea a todas las mujeres de las iglesias.
- Violencia contra las mujeres. Reconociendo la creciente violencia de nuestras sociedades y particularmente la violencia contra las mujeres, pedimos a las iglesias que denuncien las diversas formas de violencia, culturalmente admitidas o no, que se ejercen con las mujeres dentro y fuera de la Iglesia. Pedimos a las iglesias que declaren que toda violencia contra la mujer es pecado. Instamos a las iglesias que tomen partido a favor de las víctimas en vez de amparar a los agresores y a que ofrezcan apoyo pastoral que lleve a un mejoramiento de la vida de las sobrevivientes, en lugar de simplemente predicar la paciencia, el silencio y la sumisión. Con esa finalidad emplazamos a las iglesias a:
- Que deconstruyan las explicaciones y justificaciones sobre la violencia que a menudo usan en su teología.
- Que reconstruyan una nueva respuesta teologica que sea firmemente sostenida por los dirigentes y predicadores de las iglesias.
- Que promuevan una atmósfera sana y un ambiente seguro y tierno para las mujeres, a fin de que puedan hablar sin temor de las experiencias de violencia que han sufrido.
- Que provean el espacio y la atmósfera necesarios para celebrar debates abiertos sobre la sexualidad humana.
- Que encuentren caminos para exponer los casos de abuso sexual de los cléerigos y de otros miembros de la congregacion y utilicen procedimientos administrativos idóneos haciendo que el proceso incluya la presencia activa de las mujeres, para interactuar con los abusadores y las sobrevivientes de violencia.
- Que incrementen el cuidado pastoral para las víctimas y las congregaciones donde tengan lugar los abusos sexuales por parte de clérigos.
- Que desarrollen disciplinas asi como respuestas pastorales a los abusadores.
- Que en las congregaciones la educación se centre en la violencia y sexualidad masculina y se aliente la formación de grupos de hombres para examinar esas cuestiones.
- Que reconozcan que la violencia contra las mujeres constituye una violación a los derechos humanos y que respalden las nuevas definiciones de derechos humanos que proponen las mujeres, basadas en las propias experiencias de violencia en sus distintas situaciones.
- Que se denuncie el rapto de mujeres en cualquier circunstancia, incluído su uso como estrategia de guerra, emplazando a los gobiernos a garantizar la seguridad de las mujeres, las niñas y los niños en tiempos de guerra y de conflictos, de acuerdo con la Convención de Ginebra.
Hacemos un llamado a las iglesias y a las instituciones ecuménicas, particularmente al Consejo Mundial de Iglesias, a poner en marcha y monitorear los instrumentos y programas que garanticen el cumplimientos de las recomendaciones arriba señaladas.
... la fuente esta allíi, el agua refrescante confirmando nuestro ser, reconociéndonos y dandonos la bienvenida. El agua, continúa brotando, abriendo caminos nuevos, limpiando, curando, uniendo, alimentando las raíces de nuestros sueños... Nunca se seca!