¡Otro mundo es posible!
El Consejo Mundial de Iglesias y otras organizaciones ecuménicas
en la tercera edición del Foro Social Mundial (FSM)

PANELES DE DISCUSIÓN

Principios y valores, derechos humanos, diversidad e igualdad: "Luchando contra la Intolerancia: Respeto a la diversidad", Geneviève Jacques, directora de Programa, Consejo Mundial de Iglesias (25 de enero)

Estrategias democráticas para la solución de conflictos internacionales: "Las Comisiones de Verdad y Reconciliación como estrategia democrática", Guillermo Kerber, Asuntos Internacionales, Consejo Mundial de Iglesias (26 de enero)


Panel 5: Estrategias democráticas para la solución de conflictos internacionales
Las Comisiones de Verdad y Reconciliación como estrategia democrática

Guillermo Kerber
Asuntos Internacionales
Consejo Mundial de Iglesias

Introducción

En el contexto de lo que podemos llamar Relaciones o Asuntos Internacionales, existe un consenso en que las estrategias democráticas son estrategias adecuadas y deseables para la solución de conflictos. No entraremos aquí a discutir ni a fundamentar esta afirmación que da título al panel que nos convoca.

Nos interesa sin embargo responder a una serie de interrogantes que pueden ser considerados una aplicación particular de la afirmación reseñada en el párrafo anterior. Estas interrogantes podemos explicitarlas de la siguiente forma:

- ¿De qué forma los países procesan la salida de conflictos políticos violentos?
- ¿Cómo se vinculan estas estrategias con la consolidación y profundización de la democracia?
- ¿Cuáles son las paradojas o al menos las tensiones de estos procesos?

A través de mi presentación intentaré responder a estos interrogantes, tomando como estudio de caso el instrumento de las Comisiones de Verdad y Reconciliación y más en particular dos que son operativas actualmente: la de Perú y la de Sierra Leone.

1. Desde Ayacucho, Perú a Bomaru, Sierra Leone

Ayacucho, Perú, Abril 2002. Los testimonios de las víctimas de la violencia política en el Perú resuenan en el anfiteatro de la Universidad, en la misma en la que enseñara Abimael Guzmán y convocara a estudiantes y profesores a la creación de Sendero Luminoso. Por primera vez, el público en general puede escuchar directamente los testimonios de campesinos, estudiantes, docentes, comerciantes que sufrieron en carne propia una violencia que causó miles de muertos y desaparecidos. Los que fuimos testigos directos de estos relatos, pudimos comprobar la transformación que vivieron estas personas. En un comienzo su narración comenzaba balbuceante. Poco a poco se iba afianzando ante la escucha atenta no sólo de los diez comisionados, lo que le daba un marco solemne al acto, sino también de las doscientas o trescientas personas que representábamos, la comunidad peruana e internacional. La audiencia pública mostraba el proceso de volver a reconocerse como personas de las víctimas, como ciudadanos con derechos, con una responsabilidad histórica frente a su país, el Perú, América latina y el mundo para que, como se ha llamado en otros países, su experiencia no se repitiera "Nunca más".

Pero el auditorio no se limitaba a los que estábamos, en esos días en ese recinto. Los medios nacionales e internacionales trasmitieron, en algunos casos en directo, parte de estos testimonios y las conferencias de prensa que se hacían todos los días.

Era el comienzo de las audiencias públicas de la CVR peruana.

Trasladémonos unos meses en el año y unos miles de kilómetros y ubiquémonos en Bomaru, una aldea en Sierra Leone, a menos de diez kilómetros de la frontera con Liberia, en diciembre 2002. Luego de un día y medio de viaje por caminos casi intransitables, incluso para vehículos todoterreno llegamos a este poblado. Aquí comenzó hace veinte años el conflicto fratricida que no sólo costo miles de muertos a Sierra Leone, sino que reveló atrocidades impensables entre este pueblo naturalmente pacífico y amigable. No es un día cualquiera. El jefe del pueblo nos recibe y nos anuncia que a las 11 dará comienzo la ceremonia de toma de testimonios, con la presencia de los miembros de la Comisión de Verdad y Reconciliación, autoridades políticas, religiosas y representantes diplomáticos. También aquí la solemnidad enmarca la ocasión. En este caso, varios discursos de autoridades del gobierno, de los representantes diplomáticos de los países vecinos, de la misión de las Naciones Unidas para Sierra Leone (UNAMSIL) y de los representantes de la comunidad musulmana y cristiana, señalan el profundo deseo del pueblo de superar definitivamente la violencia y construir la paz con justicia. En paralelo a la actuación de la CVR, en los mismos días en que se inauguraba la toma de testimonios, los miembros de la Corte Especial creada a los efectos de juzgar a los responsables de los crímenes más atroces, prestaban juramento en Freetown, la capital de Sierra Leone y comenzaban su tarea.

Alejados geográfica, histórica y culturalmente, Perú y Sierra Leone vivieron de modo semejante décadas de violencia que implicó no sólo la conmoción interna del país sino el involucramiento, de una u otra manera, de terceros países, convirtiéndolos en conflictos internacionales.

Luego de décadas de conflictos violentos, miles de muertos, desaparecidos, mutilados, huérfanos y viudas, en el proceso de reconstrucción de la convivencia social, de consolidación de la democracia, ambos países eligieron el instrumento de Comisiones de Verdad y Reconciliación como coadyuvante de este proceso.

2. Las Comisiones de Verdad y Reconciliación (CVR) (1)

La historia de las comisiones de verdad tiene su origen como tal a comienzos de la década de los 80. Su actuación es particularmente importante en América Latina, donde, en esos años, países como Argentina o Chile salen de las dictaduras militares y retoman el ejercicio democrático. En los años siguientes las comisiones se extienden por todo el mundo con algunos elementos comunes:

- el rol de investigación, es decir, la recopilación de información acerca de lo qué pasó,
- el tipo de asuntos investigados: crímenes de lesa Humanidad, en algunos casos con mayor o menor especificación (tortura, desaparición, ejecuciones sumarias)
- la especificación de un periodo de la investigación: en todos los casos se especifica claramente cuándo comienza y cuándo termina el período a investigar
- la responsabilidad del Estado en la investigación (en unos casos por parte del Poder Ejecutivo, en otro del Poder Legislativo)

Otros elementos de las Comisiones han variado: la integración de expertos extranjeros en las mismas, la concesión de amnistía a los que se someten voluntariamente a dar testimonio (una prerrogativa muy cuestionada de la CVR sudafricana), el relacionamiento con los procesos penales ordinarios.

Podemos distinguir al menos tres momentos que esquemáticamente podemos identificar con décadas que corresponden a otras tantas expresiones de las comisiones de Verdad.

El primer momento (los 80? aunque también comienzos de los 90) es de tanteo, de algún modo de experimentación. Son las Comisiones latinoamericanas y algunas en otros países, que ponen un fuerte énfasis en la investigación y que finalmente se encuentran con la traba de las llamadas ?leyes de impunidad? (ley de punto final, de obediencia debida, etc.) para acceder a la justicia . (2)

El segundo momento (los 90) está marcado por el impacto mundial que tiene la CVR en Sudáfrica, con un tipo de conflicto diferente (el marcado por el apartheid) y la tenaz insistencia en la reconciliación, lo que hará que muchas de las comisiones sucesivas, hasta el momento conocidas como Comisiones de la Verdad, pasen a llamarse Comisiones de la Verdad y la Reconciliación (tal el caso de las de Perú y Sierra Leone). En el mismo periodo podemos ubicar el trabajo en Guatemala que conjuga una Comisión de Esclarecimiento Histórico establecida oficialmente, con el trabajo de otros actores de la sociedad civil organizada, en especial del Proyecto de Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI), (coordinada por la Oficina de Derechos Humanos de la Arquidiócesis de Guatemala a cuyo frente se encontraba el obispo Mons. Juan Gerardi) y el Centro Internacional para Investigaciones en Derechos Humanos (CIIDH) cuyos informes fueron incorporados a la Comisión de Esclarecimiento Histórico. (3)

El tercer momento (la primera década del nuevo siglo) intenta recapitular los logros de los períodos anteriores y superar las limitaciones. En los casos que hemos mencionado, Perú y Sierra Leone, incluyen una metodología que hizo popular al Comisión sudafricana: las audiencias publicas, que permiten que un número seleccionado de testimonios no sea entregado sólo privadamente, sino en forma publica. Por otro lado, el contacto con las experiencias de Sudáfrica y otras se hace explícito a través de intercambios y la presencia de expertos de esos países como asesores de las CVR.

3. Las CVR como estrategia democrática

La utilización de CVR como estrategia se enmarca claramente en la búsqueda de la justicia de los pueblos y las sociedades. El Obispo Desmond Tutu, una de las figuras más emblemáticas de la CVR sudafricana afirmaba que la CVR era una expresión de la ?justicia restauradora ? (4) y qué ésta debería verse como el marco teórico referencial de la actuación de aquélla. La justicia restauradora, a diferencia de la justicia penal convencional que focaliza su proceso en el crimen y el victimario, subraya la centralidad de la víctima, la importancia de la comunidad y la necesidad del diálogo de las partes involucradas.

Aunque conceptualizada recientemente, en algunos casos como critica a la justicia penal actual, las metodologías de la justicia restauradora pueden rastrearse en numerosas experiencias aborígenes en la forma de procesar los conflictos violentos. Varias metodologías basadas en estos principios han sido desarrolladas en cuestiones vinculadas a la justicia familiar o juvenil, pero tal vez el desafío más grande es evaluar la posibilidad de incluir estos principios en conflictos violentos a nivel internacional . (5)

Esta perspectiva de las CVR, que las vincula profundamente con la búsqueda y la construcción de la justicia, permite comprender por qué, a nuestro entender, pueden interpretarse aquéllas como estrategias democráticas. Permítaseme desarrollar un poco esta afirmación.

El leit-motiv de los Foros Sociales Mundiales ha sido "otro mundo es posible". La afirmación es válida y necesaria. Pero a mi modo de ver es importante, si no imperioso, explicitar qué mundo posible queremos. Hace ya más de setenta años, Aldous Huxley, mostraba que otro mundo era posible (6) , en donde la humanidad había alcanzado la felicidad. Pero sin embargo el libro de Huxley, excelentemente escrito, no era sino una profunda crítica a la pérdida de libertad que se avizoraba en el horizonte futuro para la sociedad occidental en las vísperas del desarrollo del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial.

Nuestro "otro mundo posible" deberá ser inequívocamente un mundo más justo y más democrático. Y es aquí donde las CVR pueden ofrecer su aporte en este proceso. El solo hecho de que en más de veinte países del mundo hayan habido este tipo de experiencias no debe dejar de llamarnos la atención.

La experiencia de las CVR hasta el presente ofrece una serie de criterios para la consecución de este mundo más justo, aunque no deja de presentar tensiones que deben ser tenidas en cuenta:

- En primer lugar la referencia a la justicia restauradora como marco teórico para su actuación. Esta referencia amplía el horizonte de la justicia tal como se la vive en nuestras sociedades, muchas veces limitada a un aspecto de la misma. La adjetivación restauradora reivindica la dimensión ética de la justicia vinculándola, por tanto, a la búsqueda de plenitud del ser humano. (7) Hablar de justicia restauradora, implica, como brevemente nos referimos más arriba, reconocer la centralidad de la víctima en el proceso de hacer justicia; el reconocimiento del papel protagónico de la comunidad en este proceso y la necesidad del diálogo entre las partes en el conflicto para la resolución del mismo. Estos aspectos son, indudablemente, a mi modo de ver, elementos centrales de la profundización de la democracia. (8)

- En segundo lugar, si bien es complejo y no exento de ambigüedades que no es posible ocultar, los procesos de CVR han mostrado la importancia del cabildeo internacional para la resolución de conflictos violentos y la reconstrucción de las sociedades luego de los mismos. Digo no exento de ambigüedades porque en muchos casos no es fácil distinguir claramente la presión internacional (buscada en muchas ocasiones por los activistas de Derechos Humanos del o los países en cuestión) con la injerencia extranjera. De ahí que el seguimiento o monitoreo de estos procesos requiera una lucidez política meridiana.

- En tercer lugar el involucramiento de la comunidad en estos procesos merece un párrafo aparte. A mi modo de ver el éxito en la actuación de una CVR no consiste principalmente en la extensión y profundidad del informe que elabore sino en la capacidad de la misma en lograr que la comunidad, el pueblo, la sociedad en su conjunto se sientan protagonistas del proceso. De ahí que sea más importante, para mí, el proceso de verdad y reconciliación (en el que el pueblo es el protagonista) que la actuación de la Comisión en sí. Aunque a la vez el proceso esté fuertemente apoyado en la actuación de aquélla. Existe por tanto una suerte de tensión dialéctica entre la Comisión y el proceso como tal.

- En cuarto lugar, desde nuestro papel como organización ecuménica, como concilio de iglesias, el rol de lo religioso en estos procesos es particularmente relevante. También aquí es necesario un discernimiento crítico que permita reconocer las ambigüedades a este respecto. En muchos casos, organizaciones y personalidades religiosas jugaron un rol fundamental en las Comisiones y los procesos de Verdad y Reconciliación. Baste mencionar la Vicaría de la solidaridad en Chile, el Cardenal Arns en São Paulo, o el ya mencionado Arzobispo Tutu en Sudáfrica. Pero también organizaciones y personalidades religiosas han estado en el origen o el desarrollo de conflictos violentos. Baste aquí reconocer la responsabilidad de las iglesias en el genocidio en Rwanda o en muchas dictaduras de América Latina. En el proceso actual de Sierra Leone, el Concilio Interreligioso de ese país juega un papel singular sino único. Integrado por líderes del Islam y de las iglesias cristianas, ha sido uno de los artífices del fin del enfrentamiento armado del país y en este momento uno de sus representantes ejerce la presidencia de la CVR. Atender a la dimensión religiosa del conflicto y de la salida del mismo se convierte por tanto en un imperativo para garantizar una reconciliación verdadera en esas sociedades.

- En quinto y último lugar, la última afirmación merece un comentario aparte. La inclusión del vocablo reconciliación en el título de las Comisiones, en buena medida debido a la resonancia de la CVR sudafricana, ha merecido en muchos lugares críticas importantes por sectores de defensores de los Derechos Humanos y otros actores de la sociedad civil. Muchas veces, y así ha sido proclamado en algunos casos por voceros del gobierno, la reconciliación ha sido entendida como un manto de olvido ("aquí no ha pasado nada") necesario para la reconstrucción del país. Cuántas veces en nuestros países hemos escuchado el argumento de que el investigar el pasado sólo reabría heridas, que mirar hacia el futuro no admitía mirar hacia el pasado, de que era necesario "hacer borrón y cuenta nueva", etc. Hay que afirmar sin ambages que ese concepto de reconciliación no sólo contradice radicalmente los presupuestos teológicos cristianos y éticos sino que no construye ninguna sociedad reconciliada, como se ha mostrado en los últimos años respecto a la impunidad en varios países en lo que tiene que ver con violaciones a los Derechos Humanos. La reconciliación verdadera sólo es posible cuando no se hipoteca la verdad, cuando se investiga todo lo posible, cuando aquélla es aliada incondicional y no enemiga de la justicia. La articulación de memoria, verdad, justicia, perdón y reconciliación es por supuesto una tarea compleja. Lo es en el campo interpersonal y comunitario. Lo es también en el campo político e internacional. Pero renunciar al desafío de asumir esta complejidad sólo impide la posibilidad de la reconstrucción democrática. Y ésta sólo será posible cuando con audacia y creatividad se articulen estos y otros componentes para lograr una sociedad más justa, cualidad imprescindible, si las hay, de ese "otro mundo posible".


Notas

(1) A mi modo de ver el estudio más completo y sintético hasta el momento es el de HAYNER, Priscilla, Unspeakable truths, London, Routledge, 2001, en el que analiza más de 20 Comisiones de la Verdad en el mundo señalando sus características, posibilidades y limitaciones.

(2) Seis estudios de caso sobre otros tantos países, aparecen compendiados en el libro de HARPER, Charles (ed.) Impunity. An ethical perspective, Genève, World Council of Churches, 1996. (Existe traducción en castellano Impunidad. Una perspectiva ética, Montevideo, Trilce 1996). Los autores abordan interpretaciones sobre los procesos de impunidad en estos países desde el derecho, la psicología, la ética, la teología.

(3) Cfr. HAYNER, Priscilla, op. cit. p. 45-49. Las comisiones guatemalteca y sudafricana son a la vez la referencia fundamental del libro de JACQUES, Geneviève, Beyond Impunity. An ecumenical approach to Truth, Justice and Reconciliation, Genève, World Council of Churches, 2000 (existen también versiones en francés y castellano editadas por el Consejo Mundial de Iglesias). El libro, continúa, de algún modo la reflexión iniciada por el de Harper, logrando una sistematización a partir de este nuevo momento de las CVR.

(4) Utilizamos esta versión en castellano que traduce el término "restorative justice" utilizado por Tutu y desarrollado por numerosos autores en el marco de la justicia juvenil, penal o las metodologías de mediación. entre otros por penalistas como John Braithwaite.

(5) Una muestra de la conceptualización de la justicia restauradora, así como de variadas aplicaciones de la misma puede verse en KERBER, Guillermo (ed.), Restorative Justice. Selected Readings, Genève, WCC 2001.

(6) Me refiero evidentemente a su novela escrita en 1931, Un mundo feliz, traducción feliz (?) de Brave new world, New York, Harper 1989.

(7) Vale la pena recordar aquí que en los orígenes de la tradición filosófica occidental, para Aristóteles, la ética consistía justamente en la búsqueda y consecución de la eudaimonía, la felicidad, o como preferimos traducirla, la vida plena. Aristóteles señala como camino para la eudaimonía, las aretái o virtudes, entre las cuales descuella la justicia.

(8) Es importante mencionar que las características de la justicia restauradora son muy similares a las de la justicia transformadora que proponen aquéllos que estudian las consecuencias de los conflictos étnicos y particularmente del racismo.


Noticia del autor
Guillermo Kerber es uruguayo, doctor en Ciencias de la Religión (UMESP, Brasil). Actualmente es el coordinador del Programa de Impunidad, Verdad, Justicia y Reconciliación, del Equipo de Asuntos Internacionales del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), con sede en Ginebra, Suiza. El CMI está compuesto por más de 340 iglesias cristianas en 120 países del mundo.


Eje 2 - Principios y valores, derechos humanos, diversidad e igualdad: "Luchando contra la Intolerancia: Respeto a la diversidad",
Geneviève Jacques,
directora de Programa,
Consejo Mundial de Iglesias

Universalidad y diversidad

El proyecto neoliberal de la globalización lleva la ilusión de la universalidad pero representa el riesgo más peligroso para la universalidad de los derechos humanos.

Este proyecto es un intento ideológico de controlar - más allá de los mecanismos económicos o tecnológicos - el conjunto de las realidades humanas y de imponer como un hecho indiscutible lo que se llama "pensamiento único" que es "la traducción en términos ideológicos de la pretensión universal de los intereses de un poderoso compuesto de fuerzas económicas" (L. Ramonet)

¿Por qué decir que este proyecto globalizante es el peor enemigo de los valores universales de igualdad, respeto a la dignidad de todos y todas en su diversidad, de los ideales y aspiraciones comunes a la paz y la justicia?

Si el enemigo es difícil de identificar al existir varios centros de poder, una manipulación sofisticada de la comunicación y el anonimato de los que deciden, los impactos son bien conocidos tanto a nivel de las estrategias económicas internacionales como a nivel de la vida cotidiana de la gente. Una manera de resumir las consecuencias nefastas de este proceso podría ser el concepto siguiente: cultura de violencia. Esto es, una cultura de opresión que penetra todos los niveles de la vida de la humanidad. Una cultura que niega - de hecho - el ideal común expresado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Vale la pena recordar el texto del preámbulo y guardar celosamente en la memoria el hecho de que este documento surgió de las costosas luchas contra el peligro mortal del proyecto "totalitario" del nazismo.

"Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana;
Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la consciencia de la humanidad; y que han proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en el que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias"…

Más de 50 años después de esta declaración de esperanza, el mundo en el que hoy vivimos tiene, para la mayoría de los pueblos, dolorosos rasgos:

  • Un mundo dominado por el culto del dinero y de la fuerza - con el agravamiento de los mecanismos de dominación militares y políticos dentro de la nueva lógica planetaria de la "guerra antiterrorista";

  • Un mundo de caos - de desigualdad creciente - con el escándalo mayor de la condena a muerte de millones de seres humanos por la miseria;

  • Un mundo de creciente incertidumbre - precariedad - temor al futuro - con rupturas de los vínculos comunitarios tradicionales y fragmentación social - con la exacerbación de la competencia y de las violencias callejeras y familiares (mujeres, niños);

  • Un mundo aterrorizado por el crecimiento de la inseguridad y de sus consecuencias con una regresión en materia de respeto de los derechos humanos, y una militarización a nivel de la esfera pública y privada de la sociedad;

  • Un mundo donde proliferan las "economías de la muerte" - ya sean "legales" (armas de guerra) o "ilegales" (drogas - tráfico de armas - prostitución infantil);

  • Un mundo donde se agudizan las contradicciones entre - por una parte - las tendencias que acercan a los seres humanos - a través de redes complejas de interdependencia en materia de comercio, comunicaciones, transportes, ecología, etc. y - por otra parte - las tendencias que dividen - que conducen a la regresión de nuevas formas de " sectarismo con crispación identidaria (étnicas, religiosas, comunitarias)"
  • .

    Una de las consecuencias del proceso de globalización que aplasta o ahoga las diferencias culturales específicas, que fragmenta las sociedades y debilita los sistemas tradicionales de cohesión social, es que las personas y las comunidades buscan puntos de referencia para cimentar su identidad. Se vuelve a la memoria en búsqueda de elementos que ayuden a situarse en el presente y proyectarse hacia el futuro. Pero hay memorias que permiten vivir y construir el futuro y otras que se encarcelan en los "recuerdos envenenados" del pasado y destruyen la capacidad de imaginar un futuro compartido con "los otros".

    Este contexto favorece, entre otros, el crecimiento de nuevas - y el resurgimiento de viejas - formas de intolerancia y de rechazo de las diferencias. La lucha contra la intolerancia en todas sus formas debe ser entendida como una contribución esencial a la resistencia ideológica y ética global al proyecto ideológico que sostiene al proceso de globalización neoliberal. Basada en la reafirmación de los valores universales de los derechos humanos, la búsqueda de alternativas a la cultura de violencia, de intolerancia y de división que nos rodea de todas partes, debe enfocar los valores de respeto de las diversidades, del pluralismo, del encuentro y del diálogo. No cabe duda que es un terreno donde - no solamente se pueden forjar herramientas de resistencia a la dominación del "pensamiento único" sino también que responda a una urgencia existencial frente a los efectos mortales de la cultura de la violencia en todas las sociedades.

    Pluralismo y solidaridad

    El desafío es de ir más allá de la tolerancia, hacia la promoción de una visión pluralista de la convivencia y de la solidaridad. Vivimos un tiempo donde el escenario de las relaciones entre personas y comunidades está cambiando muy rápidamente. Como consecuencia de los movimientos de poblaciones (refugiados, migrantes internacionales, desplazados internos, turistas), de los medios de comunicación, la diversidad cultural, religiosa y étnica, se hace presente y visible como nunca en nuestra vida cotidiana. Más que antes estamos enfrentados cotidianamente a "otros" que tienen otro idioma, otras costumbres, otras ideas o ideales, otras religiones. Pero, estamos preparados a reconocer la "dignidad de la diferencia"?. Cada vez estamos más conscientes de la increíble diversidad de nuestra humanidad común: 6000 idiomas hablados en el mundo, cientos de expresiones de la fe, impresionantes variedades de expresiones de la creatividad cultural y de la imaginación humana. La interpenetración y la proximidad de las civilizaciones y culturas es, y será, un marco fundamental del siglo que comienza . Eso puede ser considerado por algunos como un signo de progreso y por otros como una amenaza de su identidad.

    Las reivindicaciones y afirmaciones crecientes de las identidades específicas que se sienten amenazadas por el proceso de uniformización de la agenda neoliberal pueden llevar a situaciones contradictorias:

  • De un lado representan exigencias comunes de cada persona o comunidad de ser reconocida por lo que es, con su integridad personal, con su género, con su cultura, con su idioma, con su religión. Como tal, estas exigencias forman parte de la lucha para la protección y la promoción de los derechos humanos para todos y todas,
  • Pero por otro lado, la reivindicación de identidad de un grupo específico puede crear divisiones y tensiones "sociales graves" con los demás. El riesgo de un encarcelamiento dentro de un comunitarismo estrecho y agresivo es muy real. En particular, cuando interviene la dimensión religiosa si se convierte - o es utilizada- en una obediencia fanática con reglas que excluyen y rechazan a los otros.
  • No es por casualidad que las religiones estén retomando un papel central en la vida pública nacional e internacional: la religión tiene una de las más poderosas respuestas a la cuestión de la identidad. Pero las identidades religiosas pueden ser usadas - o explotadas - para el bien o para el mal. Dependiendo del contexto, la identidad religiosa puede ser un aporte positivo en la vida social o una amenaza para la convivencia entre todos. Lamentablemente, muchas veces las cuestiones de identidad religiosa aparecen en el marco de una situación de conflicto. En algunas partes del mundo, religión y etnicidad están estrechamente vinculadas y la historia demuestra que cuando las comunidades definen su identidad exclusivamente en términos religiosos la situación puede tomar un curso explosivo.

    Si bien las religiones representan una fuerza de movilización que, puede ser usada, en contra de otros creyentes, esta fuerza puede movilizar también recursos humanos y espirituales para promover valores éticos y ofrecer una reserva de sentido para "recobrar la esperanza en la convivencia, cultivar el bien común e incitar a una concertación tolerante" (J. Duque) en respeto de la diversidad.

    Un desafío mayor de nuestro tiempo para enfrentar los riesgos de desagregaciones sociales y de convulsiones violentas entre comunidades, es de reconocer y aceptar la diversidad de nuestras sociedades y de nuestra humanidad y de valorarla no solamente como un hecho inevitable sino como una fuente de enriquecimiento mutuo indispensable en este largo camino de resistencia a la uniformización y de búsqueda de alternativas.

    Por eso, es importante tomar en cuenta que se trata de ir mucho más allá que la simple tolerancia. El concepto de tolerancia se entiende desde una posición de fuerza: puedo "tolerar" minorías si estoy en situación de poder, pero ¿qué significa tolerancia si estoy en una situación de debilidad? La tolerancia puede crear una atmósfera de restricción al desarrollo de la violencia pero no crear una actitud de comprensión mutua.

    Combatir la intolerancia entonces no puede limitarse a implementar la tolerancia. Se trata más bien de promover una perspectiva constructiva del pluralismo - (cf. reflexiones de la Dra. Diana Eck). El pluralismo no es una ideología o una nueva teología. Es un proceso dinámico por el cual nos comprometemos a encontrarnos a través de nuestras diferencias. Tampoco es otra palabra para denominar la diversidad - El sentido va más allá porque requiere activa participación y reconocimiento mutuo de la vida y de las energías de cada uno. Valorar el pluralismo no es caer en el relativismo. No se trata de esconder o de eliminar las convicciones - religiosas u otras - sino de promover el encuentro de los compromisos sin abdicar de las diferencias. A veces nuestras convicciones pueden entrar en confrontación pero la toma de consciencia de estas diferencias puede llevarnos a buscar medidas de mediación y de resoluciones pacíficas.

    Crear espacios de diálogo y de debate, de confianza mutua para estos encuentros de compromiso donde se construye una solidaridad verdadera aparece como una tarea urgente - no solamente para las iglesias y las religiones sino también para los actores del cambio.

    Como decía un sociólogo francés (Michel Wievioska, citado por A. Jacques) "Lo que importa es que el horizonte de los actores sea el de conciliar los valores universales y el respeto de los particularismos.

    Es posible si se admite que la democracia no sea solamente la tiranía de la mayoría sino también el debate, la comunicación, el reconocimiento de las demandas, aunque minoritarias. Puede ser pesado, tomar mucho tiempo, movilizar muchas energías pero vale más que un universalismo abstracto, incautatorio o represivo, o un comunitarismo factor de odio, de violencia y de negación de la persona".

    Estrategias

    En el marco de este contexto que tiende a aplastar o negar la riqueza de la diversidad humana para imponer un solo modelo que por ser global es contrario a las aspiraciones universales de los Derechos Humanos, el movimiento ecuménico internacional representado por el CMI ha decido empanar nuevas iniciativas para promover alternativas a la cultura de violencia que resulta de esta situación.

    En principio a 2001, el CMI hizo un llamamiento a las iglesias, organizaciones ecuménicas y a toda persona de bueno voluntad a trabajar juntos en el marco de un "Decenio para Superar la Violencia" (2001-2010). Se exhorta a todos y todas de reforzar las alianzas y el entendimiento entre las iglesias, las redes y los movimientos sociales que trabajan para la paz en torno a los objetivos siguientes:

  • Hacer frente, con un enfoque global, a las distintas formas de violencia, tanto directa como estructural, en los hogares, en las comunidades y en la esfera internacional y aprender de los análisis locales y regionales de la violencia y de la formas de superar la violencia.
  • Instar a las iglesias para que superen el espíritu, la lógica y al practica de la violencia; para que renuncien a toda justificación teológica de la violencia; y para que reafirmen la espiritualidad de la reconciliación y de la noviolencia activa.
  • Crear una nueva comprensión de la seguridad humana en función de la cooperación y la comunidad, y no desde la perspectiva de la dominación y la rivalidad.
  • Aprender de la espiritualidad y los recursos para la construcción de la paz de otras religiones a fin de colaborar con otras comunidades en la búsqueda de la paz y exhortar a las iglesias a que reflexionen sobre el mal uso de las identidades religiosas y étnicas en las sociedades pluralistas.
  • Oponerse a la creciente militarización de nuestro mundo, y en especial a la proliferación de armas pequeñas y ligeras.
  • En un intento de estimular y ampliar la reflexión y la acción desde el punto de vista de la dignidad y de los derechos humanos de la persona y de la comunidad, CMI ha seleccionado cuatro temas:


    El espíritu y la lógica de la violencia

    La violencia se suele legitimar sobre la base de normas, valores, sistemas de creencia, culturas y estructuras de relaciones que prevalecen en nuestras sociedades. Por ejemplo, la afirmación de que los seres humanos son por naturaleza malos y propensos a la violencia ha justificado la creación y el mantenimiento de regímenes y tradiciones muy represivos. De la misma forma, la afirmación de que algunos seres humanos son inferiores a otros ha justificado y continua justificando la violencia contra ciertas personas en todas las partes del mundo, en particular en contra de las mujeres. A menudo se utilizan interpretaciones religiosas para justificar y legitimar la violencia.

    Por lo tanto, debemos preguntarnos: ? como pueden las iglesias y los movimientos sociales poner fin al espíritu y la lógica de la violencia en sus propias comunidades y en la sociedad en general? ? Qué alternativas pueden ofrecer las iglesias basadas en su comprensión de las Escrituras y de sus tradiciones en un mundo desgarrado por múltiples formas de violencia?


    El uso, abuso y mal uso del poder

    Cuando se habla de la violencia es necesario reconocer el papel del poder en todas sus manifestaciones. En realidad, la violencia es un practica irresponsable del poder que se ejerce sobre los que no tienen poder, o una represalia de ese tipo de poder. A veces es el temor y la glorificación del poder que incitan a la violencia e inhiben al oprimido en su resistencia a esa violencia. El poder sin control en manos de los privilegiados desde un punto de vista social y económico puede llegar a ser una fuerza de muerte y de deshumanización.

    ? Cuales son las formas alternativas mediante las cuales se pueden redefinir el poder? ?Como las organizaciones de la sociedad civil, incluso las Iglesias, pueden ser o llegar a ser comunidades en lugar de estructuras de poder?


    Los problemas de justicia

    Cualesquiera que sean las formas que adopten la exclusión y la opresión, siempre son expresiones de la injusticia y de la violencia. Las estructuras y políticas económicas, que son causa de enorme sufrimiento humano, depravación, pobreza, desamparo, desempleo, y las estructuras y valores sociales que alimentan practicas inhumanas son también fuerzas y formas de violencia.

    Erradicar la violencia entrena erradicar las causas profundas de la violencia. Para ello, es necesario permanecer al lado de los sectores de la población que sufren a cause de las múltiples formas de violencia que tienen su origen en estructuras económicas y sociales injustas. La lucha por una justicia restauradora forma parte también de ese esfuerzo. Curar las memorias de violencia, hacer frente al problema de la impunidad, y esforzarse por una reconciliación basada en la verdad y en la justicia son desafíos importantes que tiene por delante el Decenio para Superar la Violencia? Como hacer para que la justicia sea el valor que nos oriente? ?Como podemos reafirmar la importancia central de la justicia en la fe cristiana? ? Como podemos predicar la noviolencia en un contexto en el que las estructuras políticas, económicas y sociales propugnan la violencia? ?Como nos relacionamos con quienes luchan por la justicia?


    Identidad y pluralismo religiosos

    En un mundo cada vez mas pluralista caracterizado por los procesos de polarización económica a niveles micro y macro, la afirmación de nuestra identidad - religiosa, ethnica, lingüística, social - ha llegado a ser causa de conflicto y de violencia entre las comunidades. La identidad no sólo evoca sentimientos y lealtades sino que es también un instrumento en la búsqueda de poder y de justicia. Los poderes hegemónicos religiosos, sociales y políticos suelen manipular los sentimientos que suscitan esas identidades. El fanatismo religioso que se basa en sentimientos que nutre la identidad religiosa, amenaza con dividir las comunidades y causar toda clase de violencia de gran escala.

    En esta situación, ?como pueden las iglesias dar un testimonio que trascienda las barreras denomicionales y religiosas en un mundo dividido? El Decenio para Superar la Violencia será una oportunidad para que las iglesias vuelvan a reflexionar sobre la realidad de su presencia como denominaciones, sobre sus posturas ambiguas y sobre sus reivindicaciones exclusivistas. Se piensa que el dialogo interreligioso es un medio importante para lograr ese fin. Sin embargo, nuestro desafío es continuar buscando posibilidades eficaces para la construcción de comunidades que den una importancia central a las personas en su dignidad y diversidad.

    Para dejar de ser espectadores de la cultura de la violencia o de lamentar únicamente sus consecuencias, el movimiento ecuménico propone los siguientes ejes para movilizar sus esfuerzos durante el periodo del Decenio para Superar la Violencia:

  • Análisis y reflexiones: "Leer los signos de los tiempos"

  • Colectar, compartir y elaborar recursos que pueden ayudar a la gente a entender mejor la causas de la diversas formas de intolerancia; de rechazo a la diversidad y de violencia. Fortalecer toda perspectiva que contribuya a de-legitimar "el espirito, la lógica y practica" de la violencia.

  • Promover el dialogo y la cooperación interreligiosa

  • Crear espacios de "dialogo por la vida" entre la diversas religiones para promover, no solamente un mejor entendimiento que permite rechazar los estereotipas, pero también ayuda a todos a juntar esfuerzos en una lucha común por la justicia y los derechos humanos por todos.

  • Iniciar o apoyar acciones practicas a nivel local, nacional o internacional

  • Aprender de las varias experiencias creativas desarrollados por en contra de la intolerancia y poner al centro de nuestras acciones la perspectiva de los que son lo mas afectados por la cultura de la violencia y de la discriminación (los pobres, las mujeres, los pueblos indigenos, las víctimas del racismo…).

  • Promover redes de intercambio y de comunicación
  • a fin de fortalecer y estimular unos a otros, compartiendo sus experiencias por encima de los diferentes contextos y creando nuevas redes de solidaridad entre actores conscientes de los desafíos de nuestros tiempos y comprometidos a juntar esfuerzos para contribuir a la construcción de un "otro mundo", un mundo donde la solidaridad sea globalizada!

    Entre otros, el Foro Social Mundial representa un espacio privilegiado de encuentro de los compromisos. Un espacio donde se experimenta la riqueza de poder compartir experiencias y sueños a partir de tanta diversidad, un espacio donde el encuentro permite ampliar horizontes, aunar esfuerzos y promover estrategias de acciones para avanzar en la construcción de alternativas para "otro mundo posible".

    Geneviève Jacques
    Porto Alegre, enero 2003

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