Los responsables del CMI para el trabajo de migración y refugio denunciaron la disminución progresiva en la responsabilidad de los gobiernos en cuestiones de asilo y refugio, Melaku Kifle, miembro de la Iglesia Ortodoxa de Etiopia y parte del equipo de Relaciones Internacionales del CMI, afirmó "es muy difícil distinguir en África entre emigrantes económicos y refugiados. Soy africano, y las situaciones económica y política en mi continente están muy relacionadas".

El trabajo del CMI en la protección y atención a emigrantes y solicitantes de asilo es histórico y conocido en la comunidad internacional, por esa razón los responsables del CMI que informaban a la prensa llamaban a las iglesias a que exijan a sus gobiernos la atención a las "personas desarraigadas". Este concepto, que se baraja con soltura en el trabajo con migración y asilo, dentro y fuera de las instituciones de la iglesia, se refiere "a aquellas personas que se han visto empujadas a abandonar sus comunidades: las que huyen por culpa de persecuciones y de la guerra, las que sufren el desplazamiento forzoso a causa de la degradación medioambiental y las que se ven obligadas a buscar su subsistencia en una ciudad o en el extranjero porque no logran sobrevivir en su aldea", según la Declaración sobre las Personas Desarraigadas, del CMI, adoptado por el Comité Central en septiembre 1995.

Para Naciones Unidas la distinción entre refugiados políticos y económicos tiene perfiles muy definidos, pero en la práctica muchas personas queda fuera de las definiciones, con graves problemas y sin atención, según explicaciones de Elizabeth Ferris, consultante sobre personas desarraigadas, licenciada en estudios sobre América latina y en Ciencias políticas fue miembro del Instituto Vida y Paz de Uppsala, como director de investigación.

El cierre de fronteras se traduce en ocasiones en situaciones transitorias interminables, como ha sido el caso de los refugiados desplazados desde Kosovo. Los refugiados son personas desprotegidas, que necesitan ayuda física y legal, y las iglesias fueron especialmente mencionadas en esa responsabilidad.

Los miembros del equipo de responsables del trabajo con refugiados del CMI citaron cifras de 11.465.240 refugiados, según las cifras del Alto Comisariado para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR, The Year in Review, 31 diciembre 1998) y de 7 millones de desplazados internos bajo control de ACNUR, pero de no menos de 10 millones fuera de su control. Sin embargo hay diferencias de trato. Elizabeth Ferris denunció el trato mediático que se había dado en la crisis de Kosovo, especialmente con la presentación diaria de historias individuales en televisión que ante la presión de la opinión pública movilizó a los medios.

Melaku Kifle criticó el agravio comparativo que se produce en la reacción de los gobiernos, "Los africanos seguimos las crisis previas de Yugoslavia y nos parece chocante lo que está pasando en Europa. Entendemos la respuesta generosa, pero la pregunta es si esa respuesta es proporcional a lo que se hace con otros refugiados, porque no es igual para todos". También recordó a las iglesias que son ellas las que deben marcar prioridades regionales y desafiar al trabajo del CMI, "las iglesias no tienen que esperar a que lleguen los programas", dijo, refiriéndose a que son las iglesias, que están en el terreno, las que deben identificar hacia donde debe encauzarse su solidaridad.