Cincuenta Aniversario
y Octava Asamblea del CMI |
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Crónica mensual no. 11 |
¿Qué cabe esperar de esta Asamblea? Algunos acontecimientos que se han producido
en los últimos meses han suscitado preocupación ante la posibilidad de que los trabajos
de la Asamblea se vean perturbados por conflictos que no sólo afectarían su orden del
día sino que pondrían en tela de juicio la celebración del aniversario del CMI.
Objeto de preocupación también es la
cuestión de decidir si la Asamblea debe abordar la controvertida cuestión de la
orientación sexual. En los últimos años, muchas iglesias miembros del CMI, en
particular en Europa y América del Norte, se han visto confrontadas al reto de definir o
reexaminar su posición por lo que respecta a las cuestiones de orientación sexual. Uno
de los ejemplos más recientes es el debate que tuvo lugar en la Conferencia de Obispos
Anglicanos de Lambeth, los pasados meses de julio y agosto. La mayor parte de las iglesias
miembros de África y de otras partes del hemisferio sur, así como las iglesias ortodoxas,
no sienten la necesidad ni están preparadas para abordar este tema. Por consiguiente, hasta la
fecha no se ha llevado a cabo una labor de fondo sobre el tema en el marco del Consejo Mundial de
Iglesias. Todavía estamos lejos de un enfoque común de estas cuestiones, por lo que
debe excluirse la posibilidad de que la Asamblea tome cualquier tipo de decisiones a este respecto.
En la Conferencia de Lambeth esta cuestión formaba parte del orden del día oficial;
ése no será el caso en la Asamblea del CMI.
En la Asamblea de Harare se dará cabida durante cuatro días a las contribuciones y
presentaciones de las iglesias miembros, organizaciones y grupos ecuménicos invitados a
exponer sus experiencias ecuménicas y sus expectativas por lo que respecta al futuro del
Movimiento Ecuménico. Estas presentaciones se han agrupado en seis temas pero su
contenido y forma son responsabilidad de los propios grupos que hagan la presentación. Las
presentaciones tendrán lugar en el marco del Padare (palabra shona que significa lugar
de reunión), que formará parte integrante de la Asamblea pero no de su orden del
día oficial. El Padare será una oportunidad para que los delegados intercambien
ideas con otros participantes en el marco de las distintas presentaciones y puedan llegar a una mejor
percepción del mandato que deberán confiar al CMI para los próximos
años. Algunas de estas presentaciones abordarán cuestiones relacionadas con la
sexualidad humana y la orientación sexual, así como cuestiones relacionadas con la
justicia y los derechos humanos o con el carácter inclusivo de la comunidad cristiana. El
Padare es, pues, una interesante innovación en el programa de la Asamblea del CMI y
se ha prestado particular atención a la necesidad de aclarar las "reglas del juego" de modo que
este espacio abierto sea una ocasión para el intercambio y el aprendizaje mutuos antes que un
espacio para la provocación y la confrontación. Con ese fin se ha formado un grupo
asesor que supervisará todo el proceso del Padare e intervendrá en caso de
conflicto.
Ya en anteriores asambleas ha quedado patente hasta qué punto este tipo de encuentro
internacional, ecuménico y de grandes dimensiones puede suscitar conflictos. Es un riesgo
que no podemos evitar. Ahora bien, hasta ahora el Consejo ha dado pruebas de suficiente madurez
para hacer frente a esos conflictos con un espíritu de entendimiento y respeto mutuos. Y la
Asamblea de Harare no será una excepción a esta tradición.
Pero, ¿será esta Asamblea un hito en la historia del Movimiento Ecuménico?
¿Planteará esta Asamblea nuevos e interpelantes desafíos? Por sus
características, esta Asamblea promete ser un encuentro sin precedentes.
En primer lugar, han pasado 22 años desde la última asamblea del CMI en
África. La Quinta Asamblea de Nairobi, en 1975, se reunió con un trasfondo de luchas
de liberación, en particular, en la región de África Meridional, de la que forma
parte Zimbabwe. Desde entonces, el fin del régimen del apartheid en Sudáfrica ha dado
paso a un nuevo período de la historia postcolonial de África. Sin embargo, lo que se
esperaba que fuera un período de reconstrucción, en particular, por lo que respecta a la
comunidad africana, ha resultado ser un período de interminables conflictos internos. Habida
cuenta de esta situación, las iglesias africanas tienen una función particularmente
importante que desempeñar como portadoras de un mensaje de justicia, paz y comunidad
sostenible.
No faltan quienes piensan que en vísperas del siglo
XXI, el Movimiento Ecuménico está en una encrucijada. La peregrinación
ecuménica ha llegado a un punto desde el que no se ve muy claro el camino a seguir. Los
esfuerzos que al comienzo hicieron las iglesias, principalmente de tradición protestante
anglosajona, para lograr la unidad por medio de la unión institucional y orgánica,
están prácticamente paralizados. En las intensas conversaciones doctrinales entre
iglesias y familias de iglesias de los últimos treinta años no se ha podido alcanzar la
comunión y las iglesias todavía se debaten para hacer suyos los acuerdos que exigen
una redefinición de su identidad tradicional.
Pero ninguna unión orgánica o consenso doctrinal es una respuesta a la búsqueda
de unidad visible. El tema de la Asamblea, Buscad a Dios con la alegría de la
esperanza, es una invitación a las iglesias en el espíritu del jubileo a liberarse de la
cautividad institucional y doctrinal. Es una invitación a la conversión, a volverse a Dios
para poder avanzar nuevamente. Esa cautividad y actitud de defensa de las iglesias están
arraigadas en historias de división que contienen muchos recuerdos dolorosos y de
culpabilidad con los que las iglesias todavía no se han reconciliado. El jubileo de Dios es
portador de un mensaje de perdón. El jubileo de Dios puede liberar a las iglesias de las
ataduras del pasado y abrir el camino hacia el futuro.
Años atrás en este siglo, cuando los pioneros ecuménicos formularon su
visión, impulsaron a los dirigentes de iglesias, laicos y ordenados, a emprender un proceso de
renovación ecuménica. Desde entonces se han conseguido muchos logros. Pero,
¿sigue siendo esa visión ecuménica una orientación para el pueblo de Dios
en su camino? En la Asamblea de Harare, tras la celebración de nuestro aniversario del
jubileo, se invitará a los delegados a renovar su compromiso con el Movimiento
Ecuménico en nombre de sus iglesias. En el orden de culto, en cuyo curso se formulará
este compromiso, sedefine así la visión ecuménica:
jóvenes y ancianos, mujeres y hombres, laicos y ordenados.
y rompe la espiral de la violencia.
y a buscar el encuentro con los creyentes de otras
religiones.
En menos de tres meses, y tras el culto de clausura,
finalizará la Octava Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias. En los últimos tres
días, del 12 al 14 de diciembre, la Asamblea examinará y aprobará los informes
que reciba de los distintos comités y establecerá directrices para la labor futura del
Consejo Mundial. Estos últimos trabajos del orden del día de la asamblea se
interrumpirán el domingo, 13de diciembre, con ocasión de una programa especial de
celebración del 50 aniversario del Consejo, que fue fundado en agosto de 1948 en la Primera
Asamblea de Amsterdam.Anhelamos la unidad visible del cuerpo de Cristo,
que afirma los dones de todos,
Tenemos esperanza en la curación de la comunidad humana,
la plenitud de toda la creación de Dios.
Creemos en el poder liberador del perdón,
que transforma la hostilidad en amistad
Aspiramos a una cultura del diálogo y la solidaridad,
a compartir la vida con los extranjeros
Esta afirmación constituye un desafío, tanto para
las iglesias como para el Consejo. La forma en que la Asamblea haga frente a los posibles conflictos
de orden político, eclesial y moral demostrará hasta qué punto las iglesias
miembros y el CMI, en tanto que organización, están dispuestos a concretizar esta
visión. Este será, quizás, el mensaje más significativo de la
Asamblea.
Sesión plenaria durante la Asamblea de Canberra, 1991 -
una expresión de la comunidad de iglesias que constituye el CMI.
¿Tendrá esta visión la
fuerza necesaria para guiar a las iglesias en su empeño de ser una iglesia más verdadera,
de ser un espacio donde pueda vivirse realmente la reconciliación? El hilo conductor de esta
declaración es la visión de una nueva calidad de vida y de relaciones en la comunidad,
reflejando así lo que un reciente documento normativo ha afirmado ser el entendimiento
fundamental que tiene el CMI de sí mismo: una comunidad de iglesias responsables
unas para con otras.
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